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Aquel desagradable olor le era vagamente muy familiar, Wei WuXian sabía que de algún lugar lo había olido antes, por lo que una ráfaga de recuerdos llegaron a su meten y no fueron unos recuerdos muy agradables que digamos.
En esos tiempos su cuerpo estaba sufriendo de varias lesiones mientras la energía resentida abordaba por primera vez dentro de todo su cuerpo hasta colarse en sus propios huesos y meridianos, aquella horrible sensación que sintió al recordar aquello hizo que su cuerpo se tensara, pues había vivido por primera vez unos horribles tres meses en los Túmulos Funerarios, donde tuvo que hacer cosas inimaginables para poder sobrevivir y mantenerse con vida, mientras todas esas almas pérdidas y llenas de rencor intentaban controlarlo y llevarlo a la perdición de su existencia.
— No — susurro Wei WuXian negando aceptar en el lugar en el que estaba, pues eso lograba que todos aquellos recuerdos más asquerosos y dolorosos de todos, se volvieran a revivir en su memoria vivamente y era lo menos que queria — Lan Zhan — sollozó el menor llamando a la única persona que sabía lo protegía y evitaba que algo malo le pasara. Aunque Wei WuXian no quería admitirlo tenía miedo, miedo de que algo malo le fuese a pasar y eso acabará con esa única oportunidad que se le había vuelto a dar, la cual iba a ser la última, ya que no iba a poder volver nunca más.
Su miedo en sí, giraba al rededor de una sola persona, su amado, su Lan WangJi, solamente pensar en él hacia que su miedo se agrandara de la manera en la que lo estaba haciendo en ese instante, así que a pesar de estar bien despierto con su cuerpo a dolorido y encadenado a cualquier lugar que lo tuvieran encerrado, Wei WuXian trato de divisar algún lugar que le diera luz o de alguna manera encender fuego con su propia energía espiritual, pero todo fue en vano, ya que por alguna manera una fuerte barrera a su alrededor impedía que usará su energía espiritual e inclusive su energía resentida.
— Valla hasta que al fin despiertas, Patriarca de YiLing — aquella voz hizo que sus manos se hicieran puño hasta el punto de enterrar sus propias uñas en la palma de su mano haciéndolas sangrar — pensé que te tomarías otros dos días más — se burló con sonora el dueño de aquella voz en algún lado cerca suyo que no podía divisar por la oscuridad, pero sabía perfectamente a quien pertenecía.
— ¿Que quieres? — gruñó Wei WuXian sin poder soportar tener cerca a ese hombre y sin poder él saber dónde estaba exactamente por la oscuridad.
— ¿Que le hace pensar que quiero algo? — al escuchar eso Wei WuXian no pudo aguantar no soltar una pequeña risita, conocía muy bien a ese cultivador poco talentoso y sabía que siempre hacia las cosas por algo, cosa que se le pasó por alto en todo este tiempo.
Estuvo al pendiente de todo y casi todos, olvidándose de aquel al que nadie notaba si él no hacía algo para ser notado, pues era como un cero a la izquierda entre todos los cultivadores.
— Si no quiere nada en específico, ni me quiere matar ¿Que es lo que busca de mi exactamente, Su She? — dicho eso sus ojos conectaron con esos oscuros orbes café que se intentaban ocultar en la oscuridad, para luego divisar como aquel discípulo externo de la Secta Lan se acercaba a él logrando quedar claramente frente a su campo de visión, mostrando una leve sonrisa de lado.
— El Patriarca de YiLing si que es excepcional — gruñó Su She acercándose cada vez más al menor — como para poder recordar un simple discípulo externo poco reconocido de la Secta Lan —
— ¿Como no podría recordar al discípulo poco talentoso que imita con gran esmero al Segundo Joven Maestro Lan? — dichas esas palabras un gran golpe provocó que el delicado rostro de Wei WuXian se girará hacia la derecha por el impacto recibido, dejando que un pequeño hilo de sangre saliera por la comisura de sus labios, en donde mantenía permanentemente una sonrisa nada amigable.
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Esta Es Mi Tercera Vida
Hayran KurguLuego de presenciar como un hermoso joven de sonrisa encantadora, ojos brillantes y corazón puro, se sacrificará una vez más por todos aquellos quienes más aprecia en su vida sin la necesidad de pedir o esperar algo a cambio. Los Dioses se apiadaron...