CAPITULO 15

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Regresamos con la programación habitual 🥰

EL HONOR DE UNA DAMA.
CAPITULO 15.
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Cabalgaron hasta llegar a la ciudad de Brighton, debían mantenerse en silencio y ser discretos en cada uno de sus pasos, en especial Terrence, el mayor temor era encontrarse con la policía y que lo apresaran. Aunque ese era el menor de los problemas.

Cada que pasaba por alguna esquina alguien los detenía o los saludaba, estar cerca de esa niña que no le estaba en gracia era un reto, dando vueltas por cada lugar recóndito de Brighton por dos días. Si bien había sido el quién había dado las condiciones ella de vez en cuando contradecía la tregua, sobre todo cuando les tocó entrar a esos bares en dónde los nobles la ignoraban por el hecho de ser una mujer y dónde por un instante quería era gritarles sino fuera porque Terrence lo impedía.

—Hoy a los policías les dió por ser refinados y beber caro. No he visto a ninguno en el barrio —Se queja Terrence pasándose la mano por el rostro.

—¿Los prostíbulos tienen que estar siempre alejados del pueblo? —Pregunto Candy con fastidió, ya iban dos días al lado de ese joven recorriendo cantina clandestina y bares de clase, solo para encontrar chismes.

Ya era muy tarde, el sol pintaba la tarde de naranja en el horizonte y por ese día al menos asegurarían que no lloveria.

—No necesariamente. Pero a veces es lo mejor para evitar escaramuzas con la ley.

—Habla el experto. —Refunfuña Candy dando un suspiro —¿Cuál es el placer que le genera a los hombres ir a un prostíbulo?

—¡Ay niña! Si me pongo a explicarte las cosas que nos pasan a los hombres no terminaríamos este año —Responde Terrence con una sonrisa divertida —Sin embargo, se aprende mucho de una mujer.

—¿En serio? No me digas.

—Se aprende mucho de una mujer con solo examinar sus gestos —La voz de Terrence en ese instante evocaba magnetismo y coquetería —Por ejemplo tu.

—¿Yo?

—Si, tu. Te sonrojas ante todo, aprietas las piernas cuando algo te pone nerviosa —Ante esa aclaratoria Candy no pudo evitar hacer lo mismo y al mismo tiempo se daba una bofetada mental al avergonzarse de si misma —Y tus pecas bailan.

—¡Deja de meterte con mis pecas!

—De acuerdo, señorita pecas —Dice a modo de burla, se desvía un poco para así llegar a un pequeño bar que estaba a unos metros de la calle principal, en la entrada a las zonas pobres de Brighton, tira de las riendas del caballo de modo brusco —¡Oh!

—¿Sucede algo?

—Que no es bueno invocar mucho al diablo. Tus queridísimos compañeros de la alta sociedad andan rondando el bar de mi hermana.

—¿Tu hermana? ¿Tienes una hermana?

—Todos los niños de la calle de algún modo somos hermanos. Y eso nos hace cuidarnos mutuamente —Se baja del caballo y con pasos lentos se asoma a través de una ventanilla. Candy observa el letrero de esa pequeña cantina que parece ser el único negocio activo en el lugar. Bar y restaurante, no le parecía que era eso exactamente, le sigue al joven y apenas si puede creer lo que está viendo.

Veía a uno de los hombres que la había sacado a bailar gritándole a una mujer mayor que estaba acompañada de una chica de cabello rojizo, dando rondas por el lugar y tirando cosas por donde fuera.

Terrence se recoge el pelo preparándose para actuar.

—¿Vas a entrar?

—¡Oh sí! Porque ese imbécil no es la primera vez que intenta pegarle a una de las chicas de aquí.

EL HONOR DE UNA DAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora