Capítulo XIV

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El distinguido brillo de los ojos de Bakugo se encontraba extinto en este momento. La luz del sol que se colaba en su habitación dejaba un rastro anaranjado ante la penumbra en la que nos encontrábamos, su respiración era calmada y su seño permanecía relajado, era momento de admitir que generaba más pánico en ese estado calmo que cuando está cabreado.

-¿Buscan a Deku-kun? –Susurré.

-Lo hemos buscado todo este tiempo –Sus ojos parecían distantes –Pero el maldito se las ha ingeniado para escabullirse de entre nuestras manos.

Una punzada inquietaba mi pecho, bajé la vista hasta encontrarme con su abdomen. Un nudo se había formado en mi garganta desde el momento en que lo oí mencionar a Deku-kun ¿Qué era esta sensación de estar al borde de un precipicio?

-Di algo –Su voz profunda parecía más suave.

-No sé qué decir –Aún mantenía la cabeza agachada, mis manos lo sujetaban levemente.

-¿Qué pasará si traigo a Deku conmigo? –Su voz se hacía más grave.

Me aferré a sus brazos pues no sabía que responder. En estos días que pasé junto a Bakugo no he tenido cabeza para pensar en alguien más que no fuera él, en estos pocos días juntos me he dado cuenta del manojo de sentimientos que tenía por él, de lo mucho que me agradaba y de cuánto era el afecto que le guardaba, la idea de tener a Deku-kun de regreso, ciertamente ya no me afectaba. Sentí como arrastraba una de sus manos desde mi hombro hasta mi mentón obligándome a levantar la barbilla y mirarlo a los ojos nuevamente.

-Dime Ochako ¿Qué pasará si Deku regresa? -Sus ojos se veían levemente más oscuros, los contemplaba y me perdía en ellos –Responde –Exigió con un tono de voz un poco más fuerte.

-Solo, solo quiero que regreses –Murmuré quedamente.

-Te hice una pregunta –Sentí la presión de sus manos en mis brazos, quemaba, dolía. –Responde –Sacudió de mí.

-Katsuki, me lastimas –Sollocé apoyando mis manos en su pecho. Tenía el corazón latiéndome a mil.

-¡Responde Ochako! ¿Qué pasa conmigo si aún sientes algo por el maldito nerd? –Soltó con furia, el rostro calmo de hace un momento ya no estaba, y ese semblante colérico era muestra de su enojo.

-No me importa nadie más –Dije mirándolo directamente a los ojos.

Sentí como daba unos pasos obligándome a retroceder, mis piernas dieron con el borde de su cama y antes de poder siquiera articular alguna palabra el peso de su cuerpo me tenía presa entre su colchón y él, sentí la flexión de sus piernas al recargarse sobre el colchón, esa mirada iracunda seguía allí.

-Katsuki –Lo llamé suavemente llevando mis manos a su rostro.

Un húmedo beso fue la contestación, con una de sus manos en mi cuello y otra haciéndose paso bajo mi espalda, solo correspondí al beso con la misma intensidad. Rudo, áspero y demandante, así eran los besos de Bakugo y me encantaban. Tenía el control absoluto sobre mí y yo no podía sentirme más complacida en ser su prisionera. Separó sus labios de los míos buscando un poco de aire, respiraba por la boca de forma jadeante, acaricié sus cabellos y lo empujé levemente para poder mirarlo a los ojos.

-Katsuki –Lo llamé –Solo me importas tú –Lo atraje nuevamente besé sus labios suavemente.

-Regresaré en unos días –Dijo con cierta pesadez.

-Te esperaré, te echaré de menos –Le sonreí.

-Maldita Ochako –Pronunció suavemente. Se recostó totalmente sobre mí, abrazándome, lo acuné suavemente.

Herida y BálsamoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora