Hank Pym

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POV: Trabajas con él en su laboratorio y eres la única que lo soporta.

(Este es joven y guapo, banda)

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—No puedo creer que prefieras ayudarlo con sus proyectos antes de venir a la fiesta –dijo Scott, otro de los estudiantes que había conseguido entrar en industrias Pym igual que tú.

—Es joven y odioso –dijo ella sonriendo —, es igual a nosotros, Lang, además, es guapo, no me cuesta ayudarle –bromeó.

Scott negó divertido. Ellos eran amigos desde que salieron de la universidad, pero se habían hecho más cercanos cuando entraron a trabajar con el genio Hank Pym, lo más cercano a Tony Stark que conocerían y eso los emocionaba bastante. Lo que no sabían era que, Hank, siendo igual de guapo y listo que Stark, era insoportable con la mayoría de las personas con las que trabajaba, excepto con _____.

—Está bien, te llevare comida más tarde –habló, despidiéndose de ella y alejándose —. ¡Cuídate!

— ¡Tu igual! –exclamó ella al verlo alejarse con el resto de estudiantes.

Ella acomodó las carpetas que llevaba en sus manos y comenzó a caminar hacia el laboratorio. Frente a ella, una puerta doble de cristal opaco la separaba de su jefe, abrió empujándola con la espalda y entró sonriente, buscando con la mirada al castaño.

Logró verlo de espaldas, trabajando en una máquina que, según le había explicado, servía para viajar al reino cuántico de manera segura y, si tenían suerte, en un futuro habrían conseguido una forma estable de viajar en el tiempo, cosa que le parecía un disparate, pero le contaba su proyecto con tanta pasión que confiaba ciegamente en él.

— ¡Hola! –saludó ella —. Conseguí la información que quería y la amplié un poco, pero no tuve mucho tiempo.

—No te preocupes –respondió serio y sin mirarla —. Déjalas aquí y ven a ayudarme con esto –pidió.

Ella, obedeciendo su petición, se acercó hasta la mesa en la que trabajaba y recargó sus codos en esta, para después sostener su mentón con sus manos mientras lo miraba trabajar.

—No me mires así –volvió a hablar —, mejor comienza por ensamblar esta pieza con esta –habló mientras le daba las piezas.

— ¿Le han dicho que es bastante lindo? –preguntó ella mientras hacia lo que le indicó.

Él, de inmediato, se detuvo y la miró sorprendido por encima de sus lentes, los cuales resbalaban por el puente su nariz por más que intentara tenerlos fijos. La notó sonriente, trabajando y algo sonrojada.

— ¿Qué te sucede hoy que estas tan... divagante? –preguntó él volviendo a su trabajo.

Ella rió —Nada, solo digo lo que veo —sonrió —. Aunque escuché que ninguna chica soporta estar cerca de usted, señor Pym.

—Sera porque no pueden mantener una conversación inteligente –respondió al instante —, y no solo las chicas, bastantes hombres aquí tampoco pueden.

_____ ladeó la cabeza y lo miró — ¿Entonces qué hago yo aquí? No soy precisamente un genio.

Él abrió la boca para hablar, pero se detuvo pues no supo bien que decirle. Suspiró, acomodó sus lentes y la miró fijamente y con seriedad —Contigo no tengo que pasar la tarde entera explicándote, aprendes rápido.

—No sé si sea eso –dijo en tono de broma y dándole las piezas ya ensambladas con cierto deje de diversión.

—Bueno, si no crees lo que yo digo, no puedo hacer nada –finalizó.

Ella asintió sonriente y continuó ayudándolo, haciendo comentarios divertidos de vez en cuando, acercándose de más a él en algunas ocasiones y guiñándole el ojo después de cada uno de sus chistes. Cosa que le hizo notar como Hank solo rodaba los ojos ocultando sus nervios, o la forma en la que alejaba su mano de la de _____ y se giraba antes de dejarla ver su sonrojo. Incluso lo vió sonreír fugazmente con una de sus bromas.

—Entonces llevaré esto al archivo y lo veré mañana -dijo mirando y acomodando los informes —. ¿Algo más, señor Pym?

Él negó, mirándola. Si en algo tenía razón ella era que no tenía inconveniente en trabajar a su lado, desde que la conoció, supo que ella era la indicada. Sabía mucho, era muy inteligente, era divertida y a Hank le parecía preciosa, por supuesto, le encantaba trabajar a su lado.

—Espera -pidió, tomándola del brazo con cuidado y mirándola.

—Dígame -sonrió _____.

Se acercó quedando de pie frente a ella y sonrió levemente, casi tan poco que no se notaba. Le acarició la mejilla, _____ se sonrojó y él le apartó un mechón de cabello que tenía en la frente.

—Me gusta trabajar con usted -dijo, hizo una pausa y murmuró —. Me gusta, señorita Ross.

Ella sonrío —Y a mí usted, señor Pym.

Sonrío más ampliamente está vez y se inclinó lentamente hacia ella, besándola y tomando su cintura al mismo tiempo. Segundos después, al separarse, ella le guiño un ojo y tomó lo que debía llevarse.

— ¿Puedo llevarte a casa? Es tarde, no llegarás rápido sola -Hank la miró, esperando su respuesta.

—Me encantaría -asintió.

...

Más tarde y ya en su casa, ella y Hank estaban recostados en el sofá. Para su suerte, el clima estaba lo suficientemente frío para poder usar una manta y estar muy juntos. Parecía una escena surrealista, pero era linda para ellos puesto que ambos se sentían cómodos así.

El timbre de su departamento se escuchó y la hizo levantarse del sofá. Al abrir la puerta, la gran sonrisa de Scott la puso nerviosa mientras él se abría paso en su casa.

—_____, deberías haber ido -sonrió —, Louisa nos hizo reír mucho.

El recién llegado, quien sostenía un plato con comida, casi lo deja caer al ver a su gruñón jefe mirándolo con una ceja alzada desde el sofa.

—Scottie, no es buen momento -dijo ella, nerviosa, riendo y algo sonrojada.

—Ya veo, niña, si -habló Scott sin dejar de mirar a su jefe —. Te contaré sobre el karaoke mañana. Un gusto jefe.

Dejó el plato sobre la mesa y salió casi reclamandole a la dueña del lugar con gestos de sorpresa y ofensa. Salió del lugar y la única reacción de  la joven Ross fue soltar una carcajada.

—¿Lang, eh? -habló Hank, pasando una de sus manos sobre su cabello castaño y mirándola.

—Amigo de la universidad -se limitó a explicar —. ¿Quieres cenar?

MARVEL ONE SHOTS/POVSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora