CORAZÓN CORAZA

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Por Mariaquehubo

CAPÍTULO 1º --INICIOS--

Está deprimido, no tiene ganas de hacer nada.

Sabe que está desperdiciando el tiempo y que la vida no es eterna como para andar dándole ventaja a la Muerte. Pero aún así, no quiere ni puede hacer más por sí mismo.

Ya ni siquiera se detiene a meditar qué le sucede porque lo ha hecho tantas veces en los últimos dos meses que de qué serviría seguir con esas...

Armando remolonea en su cama pero se levanta como cada mañana y con infinito hastío cumple maquinalmente los primeros rituales diurnos: afeitado; ducha; desayuno, solo café de Colombia, el mejor del mundo; impecable traje de chaqueta gris marengo y mejor corbata; las gotitas de su loción que a tantas mujeres ha vuelto locas; dar de comer al resignado de su perro que, otro día más, ve como le toca quedarse encerrado; preparar su portafolios y salir con mucho afán...

Con la misma desgana monta en su BMW y se dirige a la zona industrial de la ciudad donde le espera su empresa, Ecomoda. El gran coloso de la moda colombiana, la gran industria del sector y, hoy día, la joya de la Economía nacional. El negocio de franquicias funciona a la perfección y los nuevos proyectos que se van iniciando son acogidos favorablemente en el mercado.

Debe soportar un tráfico horrible que hunde el ánimo de cualquier mortal, cuanto menos de un Armando que ya de por sí se siente hundido. Llega media hora tarde, baja de su deportivo y contempla durante unos segundos ese edificio, resopla y se dice a sí mismo que esa es toda su vida. Por suerte, piensa, esa empresa es lo único estable y organizado que queda a su alrededor ya que todo lo demás se tambalea peligrosamente.

Cuando accede a la planta ejecutiva saluda educadamente a todos los empleados -las buenas maneras no se pierden- y se encierra en su despacho. Cuando está allí, entre esas paredes, se siente seguro.


¡¡¡Despierta Bogotá!!! ¡¡¡Por fin es viernes y hace un día magnífico!!! -dice el locutor de una emisora que sintoniza un radio-despertador.

Una joven, en pijama, con el pelo negro azabache duerme placidamente pero al oír los gritos del locutor despierta sobresaltada. Instantes después comienza a reír por el susto que se ha llevado.

Beatriz salta literalmente de la cama y, con una sonrisa en los labios y los ojos aún pegados, se dirige al baño a darse una ducha. Está feliz y lo mejor es que no sabe por qué, muchas veces la felicidad es porque sí, sin más explicaciones. O a lo mejor sí lo sabe, simplemente es un nuevo día, eso es suficiente. ¡Que se le va a hacer si es optimista!

Sale de la ducha en albornoz y se pone a rebuscar en su armario. Es la parte que menos le gusta, ¡nunca sabe qué ponerse! Se decide por un traje de chaqueta granate con falda y jersey beige de punto, hoy parece que no va a hacer mucho frío. Se maquilla suavemente y se echa unas gotitas de ese perfume que tanto le gusta.

En la cocina toma un rápido pero exquisito café de Colombia -el mejor del mundo, se dice a sí misma- y sale apresurada cerrando la puerta tras de sí. Vuelve a abrir y recoge su cartera, también granate, que olvidó en la consola del hall a pesar de haberla preparado allí la noche anterior para que no la olvidara. Y es que Betty es despistada...

Llega un poco tarde a la Universidad pero es que había un tráfico infernal y eso ella no lo puede evitar. Mañana saldrá antes y asunto arreglado. De todas formas no tiene clase hasta las nueve y, pensándolo bien, mejor así ya que ha podido escuchar el nuevo CD que compró ayer, "La Calle 42: el musical" que le ha encantado. En el lector de CD's del carro suena mejor...

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