capitulo 8 ✝️

50 15 3
                                    

"Es acaso las sombras, un lugar desolado, donde podrás encontrar paz".

Sara.

Trato torpemente de abrir el cerrojo de mi casa mientras el temor vuelve sudoroso mi mano, impidiéndome la tarea.

¿Caer en una trampa? Acaso se burlaba de mí, era claro que para Jaece yo no era más que una estúpida a la que él no soportaba, suelto una maldición cuando los pensamientos me acorralan, haciéndome sentir una tonta.

¿Cómo fui a preguntarle si él era el asesino, qué pensaba yo que me respondería?

—Oh rayos, Sara, me descubriste, yo los asesiné — suelto una carcajada, sintiéndome patética ante el pensamiento.

Te has sentido como una inútil, no sé ese pensamiento que te hace sentir que hiciste algo que pronto se juzgaría en tu contra. Pues eso es lo que siento, como si todo fue una estrategia para hacerme dar el primer paso.

Acaso eso era lo que quería que yo me descontrolara, volverme loca.

Miro salir a esa persona de la casa vecina, la cual camina con pasos lentos y manos en los bolsillos de su capucha negra.

Se acerca a mí por inercia, retrocedo a lo que él niega con la cabeza mientras alza sus manos en señal de paz.

—No te dejes llevar de lo que dice Jaece — pronuncia con calma.

Asiento mientras suspiro de alivio cuando abro la puerta.

La sostengo mientras me volteo hacia Dexter, quien se mantiene con las manos cruzadas mirándome.

— Gracias por la advertencia —sonrió.

Dexter me corresponde la sonrisa despidiéndose con la mano, miro su espalda ancha cuando camina de regreso a su casa, pero esta vez siendo detenido por un Jaece tomando whisky directamente de la botella.

Parece estarle reclamándole algo. Que Dexter ignora por qué entra a la casa dejándolo solo mientras este me mira fijamente antes de soltar la botella, logrando que esta se rompa en mil pedazos.

Entro a la casa con rapidez para ocultarme de la mirada que trata de causarme miedo.

Miro con asombro a mamá sentada en la sala de estar leyendo un libro con una taza de lo que creo que es té en su mano derecha.

—Tu padre tuvo que irse, recibió una llamada de negocios — habla sin levantar la mirada de su libro.

Asiento a sabiendas de que no me ve y me dispongo a subir hasta mi habitación, pero su voz me detiene.

—Cámbiate, invite a la familia de tu novio a cenar.

Continuo mi camino hasta encerrarme en mi habitación, voy a mi ventana cerrando las cortinas y revisando cada rincón. Cuando me tranquilizo procedo a tirarme en mi enorme cama.

¿A qué se refería con que caí en una trampa? Me niego a creer todo lo que dijo, pero sus palabras se escuchaban tan convencidas y eso me deja entender lo obvio.

Jaece sabía algo, sabe quién es el asesino y lo que hará, miro en mi mesita de noche el sobre que antes no estaba hay.

Lo tomo con manos temblorosas, mientras miro hacia todos los lados con paranoia, sintiéndome observada aún en mi habitación.

Rompo el sobre hasta sacar la nota, la cual me hace correr hacia abajo con su contenido.

Juego de ajedrez.

Hola, Sara.

Darás un salto de fe, y yo continuaré el juego, así que me he comido tu torre. Creo que hice un poco de trampa, pero es válida, ya que es mi juego.

Con amor.

Anónimo.

Corro hacia la última habitación del pasillo izquierdo, abriéndola con rapidez y la cierro al no encontrar nada.

Me detengo frente a mi madre, arrebatándole el libro y estrellando su taza de té.

- ¡¿Qué hiciste?! – gritó sujetándola del hombro.

Abigaíl me mira con sorpresa mientras la suelto, corriendo hacia la cocina buscándola y ahogando un grito ante la vista.

—¡No, no! – niego con la cabeza mientras toco el cuerpo sin vida.

El corazón se me detiene, mi vista se vuelve roja, solo soy yo en una línea alterna perdiendo una parte de mí.

Me arrodillo junto a ella y acuno su cabeza entre mis manos, meciéndome mientras la abrazo.

- Amelia.

La llamó sabiendo que nunca me respondería, pero me aferro a que ella abriera los ojos y me dedicara esa mirada que abunda mil tristezas.

Mamá, mira la escena con horror mientras yo me dedico a llamar a mi nana.

La miro salir, mientras yo me encuentro en un espacio alejado. En una línea del tiempo en que mi nana está viva.

Peino su cabello ignorando la daga enterrada en su estómago; su cuerpo se encuentra inerte, tan frío, tan pálido.

¿Cómo es posible que en milésima de segundos la vida abandone tu cuerpo?

La miro mientras susurro aquellas palabras que solo ella y yo conocemos.

Tú eres mi control, Amelia. Si tú no estás, ¿Qué haré? Odiabas que yo fuera un títere, pero lo único que hacía era por el bien de las dos. Te prometo que haré el mundo arder.

Beso, su frente, sintiendo esa mano que toca mi espalda mientras soy arrebatada del cuerpo de mi nana, la persona que me crio y se preocupaba por mí.

La única que me hacía cuestionarme si en verdad tenía sentimientos.

Damián me empuja hasta estrecharme en un abrazo lleno de consuelo.

¿En qué momento llegó no, en qué momento se llenó mi casa de personas?

Miro a todos con ojos empañados debido a las lágrimas, Damián me abraza por la espalda.

Miro a los Peterson reunidos en una esquina y los grabo en mi mente como si fuera una película en blanco y negro.

Dexter camina hacia mí envolviéndome en un fuerte abrazo, recuesto mi cabeza de su hombro en silencio, a lo que él se separa y asiente volviendo a su lugar.

Jaece me mira como si estuviera desconcentrado, ausente, esa era la palabra, mientras yo me hacía a la idea de que él no era el culpable o quizás sí.

Yo reuniría pruebas, todos pagarían.

Dejo a Damián mientras camino con pasos rápidos hacia mi madre.

La abrazo con fuerza mientras ella pasa la mano por mi espalda. Me acerco a su oído.

— Están jugando conmigo, mamá- — susurró en medio de un sollozo.

Su mano viaja a mi cabello mientras me mantiene sujeta en un fuerte abrazo, transmitiéndome su calor.

—No las controlaré, dejaré que salgan y el asesino pagará —le levantó la mirada mientras ella limpia mis mejillas.

A Través De Las Sombras [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora