Capítulo 3

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                                                                                             ~3~

John  

Maldita sea, ya son las seis. Me levanto de la cama, mal humorado y despeinado, para apagar el horroroso pitido del despertador que está al otro lado de mi habitación, en el suelo.  Voy con los ojos cerrados, siendo guiado por mis oídos, no estoy preparado para que toda la luz del día me de una ostia en toda la cara. 

Cuando al fin encuentro el causante del insoportable sonido que me ha despertado, me veo obligado a abrir los ojos para pararlo, y como me esperaba, el luminoso sol que atraviesa la ventana, golpea mis ojos con fuerza, obligándome a cerrarlos de nuevo. Vuelvo a mi cama dispuesto a seguir durmiendo cuando me acuerdo de ella, Britney, hoy la veré en clase. Me pregunto que ropa llevará hoy, lo que traía ayer le quedaba muy bien. Resaltaba sus ojazos color miel, y su cutis suave y bronceado por el sol del verano, la verdad es, que es muy guapa, y me alegro de haber sido yo la primera persona en hablarla y tratarla bien. Me encanta tenerla como amiga, o al menos creo que es lo que somos. No he tenido muchos amigos en este lugar, aparentemente bonito, pero en el fondo consumido por las expectativas de la gente que lo visita, convirtiéndolo en un lugar frio. Y espero que ella pueda ser la primera, a través de sus ojos se puede ver lo sincera que es, hace muy fácil identificar las emociones que siente en cada momento, y dudo que sea de esas que te apuñalan, de hecho parece lo contrario, de las que son apuñaladas. 

Pensar en ella, y en que hoy la voy a poder ver, me motiva para levantar mi culo pesado, aunque perfectamente entrenado, de la cama y quitarme mi pijama de Star wars. Hoy me pondré unos vaqueros azules y una camiseta de manga corta negra, con un dibujo de un león en el medio. También me voy a poner una sudadera color morado para no pasar frío, aunque por el momento me limitaré a atármela en la cintura. Cojo mis zapatillas air force y me las pongo antes de dirigirme al baño. Una vez allí, me peino con un peinecito negro, luego lo revuelvo un poco con la mano para que no se vea tan ordenado, aunque no demasiado revoltoso, y me dirijo a desayunar. Voy a la cocina, que está justo en frente de las escaleras por las que bajo, y me preparo una tostada de aguacate para el desayuno. 

No hay nadie en casa, así que pongo música en mi móvil, a todo volumen, para olvidar el  vacío que siento al saber lo ausentes que son mis padres, dudo que recuerden que tienen un hijo en su casa. Hace años que no tengo una larga conversación con ellos, supongo que es porque entre semana trabajan desde muy pronto, hasta muy tarde, y en los días de descanso se dedican a salir por allí con sus amigos. Pensaría que me han abandonado en esta casa de muñecos si no fuera porque todas las semanas me encuentro la compra hecha, y algunas veces regalos en mi mesilla de noche, poniendo feliz cumpleaños, o alguna mierda de esas. Lo peor de todo, es que ni siquiera se molestan en entregarme los regalos en persona, o incluso acertar en el día del evento, hace mucho tiempo que no les veo para nada mas que un hola y un adiós, y eso me hace sentir solo, a veces. 

Me he acabado ya la tostada, he debido de pasar demasiado tiempo pensado en mis padres, porque unas gotitas saladas ruedan por mis mejillas, hasta llegar a mis labios, donde se mezclan con los restos del desayuno que todavía aguardan en mi boca. Suelto un fuerte suspiro, para intentar expulsar parte de la rabia y la frustración que vive en mí, y me levanto de la silla negra en la que me he sentado para desayunar, recogiendo el plato que utilicé para la tostada, de la mesa de cristal que vive en el salón. 

Para cuando he acabado de recoger y prepararme, ya son las siete menos diez, mierda, no voy a llegar a tiempo. Cojo mi mochila, y hecho a correr a más no poder para intentar llegar cuanto antes al instituto. Tomo un desvío por la calle de mi amiga, para ver si me la encuentro tan apurada como lo estoy yo, lo que es muy estúpido por mi parte, porque solo consigo alargar unos minutos más el camino, y además seguro que no está, a estas horas, debería de estar a mitad de camino, a no ser que vaya en coche, claro, entonces si que hay una posibilidad de que esté todavía. 

Contigo y sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora