galletas de chocolate

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—¡Hermione, Hermione!

La pequeña niña abandona de un salto la silla giratoria para ir corriendo hacia ella. Hermione abre los brazos para recibirla y, en lo que dura un parpadeo, Delphini está abrazando su cintura con sus piernas mientras la abraza —con demasiada fuerza para una niña de su edad— por el cuello.

—¿Qué tal estuvo la escuela hoy? —pregunta Hermione, depositando un corto beso en su frente.

Delphini empieza a hablar con la emoción propia de un niño y Hermione la escucha, aunque sus ojos están clavados en figura sentada tras el escritorio: la madre de la niña que ahora carga en brazos. Bellatrix Black.

Le sonríe y ella le devuelve el gesto. Sus hombros se relajan y todo su peso recae en el respaldo de la silla. Se ve muy cansada.

—¿Fue un día duro?

—Ni te lo imaginas —responde Bellatrix con un suspiro—. Y Nagini se enfermó, así qué...

Así que su cita se cancela porque no hay nadie que pueda cuidar a Delphini, termina Hermione en su mente. Se encoge de hombros y dice:

—Está bien, entiendo.

—Lo lamento.

—No es tu culpa, amor.

Bellatrix sonríe con pesar. Hermione devuelve a Delphini a la silla de dónde huyó y se sienta en la otra, la que está justo al lado. Apoya los codos sobre el escritorio y se inclina hacia adelante.

—Todavía podemos tener una noche de cine y... —Mira a Delphini y sonríe—. Y podemos hornear galletas. Galletas con grandes chispas de chocolate.

Su cabello oscuro oculta buena parte de su rostro, pero los ojos brillantes y la sonrisa intrépida se cuelan por entre los mechones

Delphini mira a su madre.

—¿De verdad? ¿Podemos hornear galletas? ¿Podemos?

—Por supuesto. —Es la inmediata respuesta de Bellatrix—. ¿Qué película quieres ver hoy?

***

No sé que estoy haciendo con mi vida.

Dinosaurios | BELLAMIONE AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora