Primer autobús de vuelta

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2011

Era viernes y Harry se dirigía hacia su última clase de la semana mientras repasaba los acontecimientos de los últimos días. La semana había pasado tranquila, sin ningún tipo de incidente digno de recordar. Las clases continuaban su ritmo, cada vez más exámenes y trabajos pendientes decoraban el calendario impreso que Harry había colgado en la pared, justo encima de su cama. Su habitación había ido cogiendo forma poco a poco gracias a la ayuda de su hermana. Las sábanas lisas de la cama se habían visto sustituidas por unas un poco más coloridas que su madre le compró las navidades pasadas, su escritorio estaba decorado con distintos botes que guardaban bolígrafos y rotuladores de colores, y en las paredes reposaban fotografías de él, su familia, y Niall, colgadas en un corcho de color marrón.

Su rutina se resumía en pasar las tardes estudiando en Beachwood Cafe con Mitch y Niall, y de vez en cuando se les unían Zayn y Liam. Hablaban de la competición de fútbol que iniciaría en pocos días, de las fiestas que se organizarían durante ese año lectivo, y cotilleaban sobre los estudiantes y profesores. Louis apareció por allí un par de veces, pero siempre acompañado de un grupo de chicos que Harry creía haber visto por los pasillos durante los años anteriores, o con una joven de cabello largo agarrada a su brazo. Saludaba efusivamente a Niall, Zayn y Liam, e ignoraba a Harry completamente. Prometió unirse a ellos alguna vez, pero no lo hizo, al menos no durante esa semana, y Harry agradeció mentalmente no tener que soportar el tono desagradable y burlón de su voz.

Miró el reloj, su mochila dañaba su espalda y aún tenía tiempo antes de que la profesora Ridloff llegara y comenzara a explicar. Cambió su dirección, caminando hacia las taquillas para dejar algunos libros que no utilizaría durante el fin de semana. Era el cumpleaños de su prima Ella y había comprado un billete de autobús para ir a visitar a su familia después de las clases. Su madre y su hermana habían partido esa misma mañana, pero Harry se negó a dejar de asistir al instituto, estaba perdido en algunas asignaturas y debía resolver las dudas que tenía.

Apartó los apuntes de su vista y comenzó a pensar en un regalo para su prima, aún no le había comprado nada pero esperaba poder hacerlo cuando llegara a Holmes Chapel. Suspiró desesperado mientras seguía avanzando por los largos pasillos, cruzándose con algunas personas de vez en cuando. La mayoría de los estudiantes habían decidido saltarse la última clase y disfrutar al máximo el poco tiempo libre que les regalaban los fines de semana, pero Harry no podía permitirse tal libertad si quería mantener a su madre contenta con sus notas.

Cuando llegó al pasillo de su taquilla sus pasos se detuvieron y sus puños se apretaron. Frente a una de las taquillas, cerca de la suya, había un grupo de tres jóvenes con botes de pintura y brochas en sus manos. Reían mientras cubrían de colores la superficie metálica, sus espaldas impedían a Harry ver lo que escribían, pero no identificar al dueño de aquella taquilla. Se acercó con paso firme, tratando de no tropezar con sus propias piernas, y carraspeó cuando se situó tras ellos. Los tres se giraron y cuando se encontraron con sus verdes ojos rompieron a reír en carcajadas. Su estómago se encogió cuando reconoció su mirada, penetrante y divertida, observándolo de arriba a abajo como si fuese un bicho raro.

- Esa es la taquilla de Mitch - dijo esforzándose en que su voz no temblara, soltando las palabras de forma relajada.

- Ya lo sabemos, gracias por la información - fue un chico pelirrojo el que contestó con tono grotesco, Harry no creía haberlo visto nunca por el instituto, quizás era nuevo en la universidad.

- Tranquilízate rizado, solo ayudamos a tu amigo. A partir de ahora no volverá a confundirse de taquilla - todos volvieron a reír al escuchar las palabras de Louis, mientras este se apartaba para que Harry pudiese ver la estructura metálica.

Holding Your HandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora