Única parte.

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En la madrugada mi tristeza e inspiración coincidieron, y de ello salió esto.

También es un tipo de desahogo de mi parte y enserio espero que sea del agrado de alguien, para ser sincero hay un algo que no me convence de este OS pero ya está.

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A penas podía escuchar las risas y voces a su al rededor, mientras más caminaba por ese gran salón todo se sentía más extraño, distante... simplemente desgastador. Suponía que eso era el saber que la persona que amas está con alguien más.

Pera para Sabo eso estaba bien, o de eso trataba de convencerse diariamente.

Enamorarte de tu hermano debía sentirse incorrecto, pero él ya había pasado por ese duelo mucho tiempo atrás.

El sentirse así por Ace no era el problema, ya no. El problema y por lo que tenía ganas de huir de ese lugar era el saber que su "hermano" estaba a punto de casarse con alguien que no era él. Y no lo mal entiendan, Marco, prometido —y en unas horas esposo— del pecoso, era una buena persona.

No podía odiarlo aunque lo intentará, y eso era lo que le molestaba. Se sentía un mal hermano al intentar tener sentimientos negativos por su relación.

No quería sentirse así.

Cuando Ace le habló sobre Marco por primera vez fue en una de las tantas llamadas que solían tener cuando el iba al extrajeron con Dragon —padre adoptivo de ambos y biológico de Luffy—; el pecoso estaba confuso con sus sentimientos, en ese momento se sentía atraído hacia dos personas, Sanji —amigo de la infancia de los tres y actual pareja de Zoro— y, el inigualable, Phoenix Marco.

Para ese entonces, él tenía lo suficientemente claro el qué sentía por Ace; y en ese instante, el no saber cómo reaccionar le terminaría haciendo jugar en contra a su hermano.

No quería eso, quería que el pelinegro fuera feliz. Así que simplemente colgó, dió una vaga excusa y terminó diciéndole por mensaje que lo que eligiera estaba bien, que hablara con ambos si así lo quería, y por último, que aclarara sus sentimientos.

Cuando estuvo de vuelta Ace le agradeció, Sabo solo negó y le dió una pequeña sonrisa.

Desde ese momento las cosas se empezaron a poner extrañas, entre más tiempo pasaba sentía que más se alejaban.

Con el tiempo cada uno se había independizado, ya no estaban en la misma casa. Ace vivía con Marco y Luffy con Law, y él estaba solo.

Su vida se había vuelto rutinaria; ir a trabajar, hacer uno que otro viaje de negocios, inventar excusas para no ir a las cenas familiares y así evitar ver al pecoso siendo meloso con su pareja, etc etc. Lo normal.

Todo iba de maravilla, o eso le decía a Dragon cada que este iba a invadir su departamento. Su padre era comprensivo, a pesar de sospechar que tenía un problema no le cuestionaba mucho sobre ello, más que nada porque Sabo no se lo permitía. Por eso estaban las constantes visitas con excusas de ser por trabajo.

El que esté fuera ajeno a lo que sentía era bueno, y malo justo en el momento en el que le entregó una carta con su nombre.

"Nada de que preocuparse" dijo, "Ace me pidió que te entregara la invitación, él espera que estés ahí, Sabo..." su padre le dió una suave apretón en el hombro.

"Ah... sí... yo, yo estaré ahí." forzó la sonrisa hasta que se despidieron, pero no sin antes, el mayor, avisarle que pasaría por él ese día, jugando con que así ya no podría escaparse.

Jaja... claro, no es como si en la última hora hubiera estado planeando una excusa para ese día... por su puesto que no.

Y bueno, ahí estaba, vagando por aquí y por allá en ese cúmulo de habitaciones tratando de distraerse de sus propios pensamientos.

Entonces lo vió por primera vez en mucho tiempo, estando en ese traje blanco que lo hizo sentirse morir.

El pequeño velo del mismo color sobre su cabello lo hacía ver aún más lindo, haciendo que por un momento olvidara la idea de querer irse.

"¡Ey, idiota! No puedes estar aquí." Vaya que su reencuentro no iba a ser pacifico. Suspiró. "¡Seguridad! ¡segur-"

"Tan escandaloso como siempre, ¿umh?" dejó salir una pequeña risa y se acercó quitándose de a poco el gorro que traía.

"¿Sabo? ¡enserio viniste!"

"No podía perderme el día especial de mi pequeño hermano."

"¡Solo son unos meses!" con un puchero se acercó al rubio y lo abrazó. "Gracias... por estar aquí."

"No hay nada que agradecer, Ace. Siempre en los momentos importantes, ¿lo recuerdas?"

Este asintió suavemente y poco a poco se fue separando del rubio. Sus miradas conectaron, ambos sonrieron y no necesitaron decir nada más.

No importaba qué pasara, ellos siempre iban a estar el uno para el otro, porque eso es lo que los había hecho hermanos en un principio.

Y en ese momento, a Sabo poco le interesaba el tener que destruirse lentamente con tal de ver esa sonrisa en Ace. Porque así funciona el amor, ¿no?

Oh, love. | OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora