Capitulo 33|¡No te metas conmigo!

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¡Por fin!

Si, por fin, he salido del maldito hospital que me tenía encerrada y lo mejor de todo es que he salido con Ian.

— ¿Te encuentras bien?— Pregunta preocupada, lleva así desde que he salido del hospital.

Es un exagerado.

— Que siiii.— Digo alargando la "i".

En realidad aún estoy un poco impresionada, ya que vi como Ian le pegaba un tiro en la cabeza a ese desgraciado. Aparte de eso, esta lo de Mika.

¡Me a traicionado mi mejor amiga!

— Vamos a mi casa.— Sentencia.

— ¿Por que no vamos a la mía?— Le pregunto extrañada.

— Esta tu madre con su novio.— Dice.— Y por lo que he visto hay más gente con ellos.— Explica.— A ti lo que te combiene ahora es descansar... no que unos mierdas te molesten.— Gruñe, mientras pone una de sus manos en mi pierna y mira directamente hacia la carretera.

— Bonito coche.— Comento.

— Gracias, pero para bonita ya estas tu.— Dice y sonrio.

— ¿Vas a coquetearme?— Le pregunto con una sonrisa, la cual el ve a través del espejo.

— Todo el día.— Responde.

— ¿Todo el día?— Pregunto.

— Sip.— Dice remarcando la "p".— Aparte de que te voy a mimar y a cuidar hasta que te recuperes.— Dice y aparca el coche, para luego indicarme que baje del coche. Le hago caso.

— Sígueme.— Dice y comienza a andar y yo a seguirlo.

♡♡♡

— ¿Quieres comer algo?— Pregunta y asiento, estoy hambrienta y encima la comida del hospital no alimenta nada.

ES UNA MIERDA. En mayúsculas, para que se entienda mejor...

Me río de mi pensamiento y Ian me mira raro.

— ¿Pasa algo?— Pregunta.— ¿¡Tengo algo en la cara!?— Pregunto alarmada, igual la tengo sucia.

— No, tranquila.— Dice sonriendo, pero esta vez sacando a la luz su perfecta y blanca dentadura.— Es que te as reído sola.— Confiesa.

— Oh...— Digo comprendiendolo.— No te asustes, lo hago mucho.- Le informo.

— Okey...— Dice y se va a una pequeña, pero acogedora cocina.— Ahora mismo te traigo la comida.

Después de estar un rato de pie, decido sentarme en un sofá que parece estar nuevo y me quedo ahí, hasta que Ian aparece con la comida.

— Es pizza.— Dice dejándola encima de una pequeña mesa.— Es mi especialidad.— Dice riéndose.

— Claro... son tan difíciles.— Le digo con sarcasmo y me río al ver su cara de estreñido.

— ¡No te metas conmigo!— Dice.

— Vale, vale...

— Empecemos a comer.— Dice, mientras coge uno de los trozos triangulares que tiene la pizza.—Esta buena.— Opina cuando le da el primer bocado.

Hago lo mismo que el y si, tiene razón, la pizza está para chuparse los dedos, aunque igual soy yo... ¡Que estoy muerta de hambre!

— Parece que te gusta.— Comenta mirándome y asiento, al no poder hablar, porque tengo la boca llena depizza.

— ¿Ya ha terminado todo esto?— Pregunto, cuando me trago la comida.

— Si.— Contesta fríamente.— El muerto, ella en la cárcel y nosotros juntos.— Dice y asiento, para hacerle saber que lo estoy escuchando, aunque en realidad estoy comiendo más de esta pizza.

— Me gustas.— Dice derrepente.

— ¿Te gusta el que?— Le pregunto, dejando el trozo de pizza en el plato y mirandolo a la cara.

— Tu. Me gustas tu.— Se explica mejor.

— ¿Y la chica especial?— Pregunto.

— ¿Que chica especial?— Me devuelve la pregunta confuso.

— La que hablemos, cuando hicimos las 20 preguntas...— Le digo, para que recuerde que menciono varías veces a una chica.

— Eras tu.— Dice, cuando recuerda la conversación que tuvimos ese día.— Siempre fuistes tu.— Vuelve a decir seriamente.

— También me gustas.— Le confieso.

— Lo sabía.— Dice con arrogancia.— Siempre lo supe.


— Arrogante.

— Preciosa.

— Me gustas mucho, pero no puedo salir contigo.— Le digo y me mira raro.

— ¿Por que?— Pregunta enseguida.

— Porque acabo de salir de una relacion en la que el solo jugaba conmigo.— Le explico.— Y la verdad es que ahora no me apetece salir con otro chico.

— No te voy hacer daño.— Asegura.

— Y lo se... pero no estoy preparada para tener otra relación, lo veo muy pronto.— Le digo sin mirarlo a la cara.

— Yo te quiero.— Dice de nuevo.

— Lo siento...

— No te disculpes.— Dice.— Una parte de mi te entiende, pero la otra no.— Dice mirando hacia un punto fijo de la sala.

— Será mejor que me vaya...— Digo levantándome del sofá.

— No puedes irte...— Dice seriamente y con la voz fría.—No ahora.— Dice.

— ¿Por que?

— Porque lo digo yo, porque está lloviendo y porque en tu casa lo único que harán será molestarte y ahora tienes que descansar.— Explica y me callo sin saber que decir.— Así que vuelve a sentarte y ponte a comer los trozos que te quedan.— Ordena fríamente.

— Bien.— Digo.

Con lo de la lluvia me había convencido...

La Chica De La Apuesta.✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora