꧁Capítulo 21꧂

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Había pasado la noche en una cueva que había encontrado. Durante toda las horas que estuve allí no pude dejar de pensar en la muerte de Owen: sus últimas palabras, su tierna sonrisa, su ultimo respiro de aliento, la herida en el pecho, sus ojos llenos de temor... A media noche había escuchado un cañonazo dándome a entender que solo quedábamos dos tributos en la arena. Al haber estado toda la noche escondida no sabía el rostro de quien estaba muerto ni quien estaría vivo. Estaba a las puertas de ganar los juegos del hambre y volver al doce. Estaba casi segura al cien por cien que esta noche saldría de la arena: en un ataúd o como la vencedora de los juegos.

Decidí reunir todos los suministros que había encontrado entre mi mochila, la de Owen y la del tributo y comérmelos todos. Tenía que mantenerme fuerte para el último enfrentamiento y totalmente saciada de alimento. Cuando terminé de comer, recogí las armas que tenía y dejé en la cueva tanto el saco de dormir como una pequeña manta térmica para ir con menos peso y sentirme lo más ligera posible.

La piel me picaba por la suciedad de los últimos días y de la sangre proveniente de Owen y del otro tributo. Mi único pensamiento era llegar al arroyo, limpiarme la piel lo más rápido posible y crear trampas para el otro tributo. Al llegar a él me quedé parada observándolo y sintiéndome una estúpida por creer que el Capitolio dejaría que nos matáramos entre nosotros y no creando su propia estrategia. El arroyo estaba totalmente seco, me acerque a él y pude comprobar cómo ni si quiera estaba un poco húmedo. Aún tenía una botella llena de agua y otra a la mitad y podré aguantar todo el día, pero hacia demasiado calor y sabía que no tardaría en deshidratarme.

Me quede mirando el seco arroyo y finalmente supe a donde quería llevarme el Capitolio, el lago. Un sitio donde no me puedo esconder, donde tendré garantizada una lucha sangrienta a muerte sin que nada me sirva para esconderme. Comencé a andar con paso decisivo hacia el lago, si era allí a donde querían que fuera debía de ir pues había dos opciones: o iba por las buenas o iba por las malas .Con cada paso que iba dando pensaba en quien era el tributo que podría quedar vivo, solo me quedaba algún tributo del seis o del siete, y Tom. El tributo del uno con aspecto serio, frio y duro. Recordaba su mirada sobre el bosque y la sensación de soledad que me había producido al verlo.

Estaba casi segura de que él era el tributo sobreviviente que había. Iba a ser mucho más difícil de lo que me imaginaba, pero era obvio de que había quedado el tributo más fuerte. Pase más de media mañana llenando la arena con trampas por si Tom pasaba cerca y quedar atrapado. Había colocado en cada una de las trampas diferentes frutos para que hicieran ruido al chocar uno otro y poder descubrir su posición con mayor rapidez.

Había llegado al lago finalmente, pero estaba sola. Le di varias vueltas con el arco en mano por si aparecía y poder dispararle. Quería acabar con el de la manera más rápida posible y que pudiera terminar esto de una vez. Me senté justo al lago y saque la última lata de comida que tenía para comer, no tenía hambre, pero era la única forma de pasar el tiempo hasta que llegara Tom. Veía como los sinsajos revoloteaban, se lanzaban melodías los unos a los otros como si fueran pelotas de colores. Mostré una sonrisa y cante una canción de cuatro notas que solía cantar Katniss para comunicarnos en la pradera. Se hizo el silencio durante unos segundos, los pájaros estaban curiosos al oír mi voz y esperan a que vuelva a cantar. Lo hice de nuevo y comenzaron a cantar una y otra vez, todo el bosque se llenó con el mismo sonido. Era igual que cuando estaba en la pradera con Katniss y con Gale, salvo por que estaba sola y no con la compañía de mis mejores amigos.

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