✟ Epílogo ✟

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¿Y si solo nos enfocamos en el placer que nos da el vivir?

Arturo.

—¿Estás segura de que quieres hacer eso? —miro a la pelinegra quien solo me sonríe.

— Después de esto seremos felices juntos —asegura colocando el rifle mejor.

—Aitana, ella es tu hermana —vuelvo a interferir. Me mira como si yo estuviera loco.

—Ella es la razón por la cual nunca fuí feliz, siempre fué la primera en todo y yo solo fui su maldita sombra —quita el seguro y le apunta a mi dulce flor quien está dando un discurso.

—Y pensar que ambas venimos del mismo mundo —rie— ¿Recuerdas cuando escribí esa nota?

La miro un tanto fastidiado por sus estupideces, si acepté fingir ser el admirador fué porque era parte de mi plan y no porque quisiera hacerle un favor; aunque no puedo negar que es mala y eso me gusta pero su hermana lo es más, al principio solo era un juego pero ella ya es mi obra de arte y no quiero que nada la dañe.

—Soy un monstruo —aseguro sonriendo—, y uno muy malo.

Saco el arma y antes de que pueda decir algo dejo una bala en el brazo que iba a disparar.

—¡¿Qué diablos haces?! —chilla arrastrando su cuerpo.

—Ella no va a morir —dejo en claro apuntandole—, tu cometiste el error de confiar y eso te cuesta la vida.

—Caiste en su hechizo —disparo otra vez dejando un agujero en su cráneo.

¿Quién no caería en las trampas de la lujuria?

—Después de todo ya estás muerta —me alejo de su cuerpo—, procuren que sus restos esten junto a su madre —le digo a los hombres de Eloísa que vienen subiendo.

Eloísa.

Deseamos lo que no podemos tener, anhelamos cosas que son imposibles adquirir y por eso fue que comenzó todo, ya que aunque se niegue hay cierto placer en lo malo.

Los días pasaron como si fueran pequeñas gotas de agua cayendo al olvido, el dolor por la perdida no mengua, al contrario se ha convertido en mi infierno personal.

—Hey —su voz lenta acaricia mis oídos—, es hora.

Doy un suspiro lento y en el reflejo del espejo lo veo, su traje negro hace juego con sus ojos.

Me concentro en observar mi vestimenta negra por el luto que tengo, no solo por mi hermana sino por cada ser querido.

—¿Ya están todos? —acaricio las hembras de mi cabello.

—Solo esperamos por ti —asegura.

Camino hacia él con seguridad pues ya no es tiempo de andar mostrando debilidad, le doy un beso en la mejilla como muestra de agradecimiento y continúo avanzando.

—Fiera —me detiene— ¿Vas a estar bien?

—Ya todo está bien —indico volviendo a caminar.

Al salir de la antigua iglesia de Worfing el sol nubla mi vista pero dura poco pues alguien se encarga de tapar los rayos de sol.

—¿Todo bien señorita? —pregunta un hombre luciendo un traje de Ryche.

—Gracias, puede descansar.

Continúo avanzando mientras mis ojos detallan lo bien organizado que está todo, es un homenaje a todos los que murieron y no solo me refiero a los conocidos sino a todas esas personas que Rinaldo se encargó de matar, dejando solamente a los jóvenes.

Camino hasta estar frente a todos provocando un silencio sepulcral.

—Buenos días a todos —paso la mirada por mis conocidos—, durante mucho tiempo está organización hizo mucho daño, nos arrebató a familias, amigos y sobretodo nos arrebató una vida normal —suspiro—. Fuimos víctimas de su maldad pero ellos —señalo las tumbas— sufrieron más.

Hago un pequeño silencio en el cual se escucha mayormente el grito de los niños que perdieron a sus padres y me es inevitable no dejar ir unas lágrimas al ver la tumba de Arel, de Aitana y de la madre de Adrián.

—Hoy diez de diciembre es un día que se recordará en la historia pues hoy damos fin al régimen de Ryche —limpio mi rostro—, después de hoy todos serán libres.

Al decir esto una lluvia de aplausos se escucha y lo agradezco ya que esto ayuda a disimular el sonido del disparo que sabía iba a llegar.

Y está vez si sonrio con alegría pues al fin todo terminó.

—Adios hermanita —susurro cuando al escuchar otro disparo.

Avanzo lejos de la multitud, respirando aire fresco, Hugo quería que yo fuera su líder y claro que lo seré, pero no estaré sola.

—¿Por qué tan sola? —sonrio al escuchar su voz.

—Esperaba por tí —su brazo aprisiona mi cintura y me hace dar la vuelta.

Frente a mi están ellos: Adrián, Andreus y Athan; ellos ahora son mi familia junto a Arturo.

Acaricio la mejilla de Andreus con delicadeza a la vez que sus ojos se pierden en los míos.

—Te amo —murmuro.

—Y yo amo que me ames —besa mi mejilla.

—Estos dos y su dulzura —Adrián rueda los ojos.

—Ya deja la envidia —Athan golpea su hombro.

Sonrio satisfecha por todo lo que logré.

Alejé a todo lo que me hacía débil pues en esta historia yo nunca fuí la víctima y mucho menos la buena, yo siempre fuí la villana.

—No eres buena y tampoco mala —Arturo se posa frente a mi—, estás en el término medio por eso se te llama monstruo.

—Por eso se nos llama monstruos —aseguro sonriendo.

Alzo la vista con orgullo mientras los aplausos del director de producción hacen eco en el lugar, veo como los encargados de producción apagan las luces y también las cámaras a la vez que él se acerca.

—Los felicito —sonrie—, está película sin duda será un éxito.

—¿Y si celebramos el final de esta producción? —ofrece Athan empujando a Adrián.

—Solo si dejan de molestar con el hecho de que me gusta Andreus —ruedo los ojos y me despego del susodicho.

—Tienen química, no lo pueden negar —bromea Arturo.

—Chicos —sonrio ignorando el comentario de Arturo—, terminamos de firmar está película.

—Brindemos porque tenga éxito.

Fin.

Ryche. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora