Final

1.5K 107 157
                                    

Hola.

Primero, muchas gracias por haber llegado hasta acá. Lo aprecio un montón. Segundo, recordar que los tres asteriscos (***) aparecen para iniciar/concluir flashbacks. Tercero, espero que estén muy bien y, si no, que mañana sea mejor <3

La canción de arriba no está en el capítulo, pero igual la dejo ahí por si alguien quiere escucharla. 

...

No me gustaban las últimas veces. No me gustaba que pensáramos en ellas solo cuando ya habían sucedido y que no podíamos hacer nada para cambiarlas, excepto convertirlas en las penúltimas, las antepenúltimas, regresar a aquello que hicimos o dijimos por última vez y hacer que ya no lo fuera. Y cuando no se podía, cuando la imposibilidad se hacía una realidad, lo odiaba. Pero odiaba más la incertidumbre.

La incertidumbre me carcomía la piel, me agitaba el pecho, me quitaba el sueño. Porque ahí me mantenía en el limbo de las oportunidades, sin saber si desprenderme o aferrarme a la posibilidad de que no fuera la última.

Y si quizás había algo que odiaba más que las últimas veces, era cuando se unía la primera y la última. Cuando había un comienzo y un fin, pero me veía atrapada en un bucle, en un ciclo del cual no podía salir. La primera y la última. La primera y la última y todo lo que hubo en el medio. Entonces ocurría que tenían nombre, que a veces se llamaban Rubí.

Y odiaba pensar en las veces que eran primeras y últimas, pero no dejaba de pensar en Rubí.

***

—¿Qué querís estudiar? —le pregunté mientras comíamos en la terraza del edificio. A veces llevábamos un mantel, preparábamos algo o sacábamos algunos de los queques que Esmeralda les hacía a los vecinos y lo subíamos. Nadie nos interrumpía allí. Era uno de nuestros lugares, nuestro espacio seguro. Yo apoyaba la espalda en el muro y ella ponía su cabeza en mi regazo, mirándome.

—Me tinca algo como nutrición u obstetricia. No sé, yo creo que nutrición. ¿Te puedo sacar ese punto negro?

—¿Dónde?

—Ahí —me indicó debajo del mentón. Yo asentí. Se levantó, se sentó a horcajadas sobre mis piernas y me pidió que echara la cabeza hacia atrás —Tú podís tener tu estudio y yo mi consulta —dijo mientras me quejaba de sus uñas apretando mi piel—. ¿Te duele?

—Sí po.

—Ya casi —no la podía ver desde ese ángulo, pero asumí que había puesto su cara de concentración, con la lengua entre los labios y los ojos entrecerrados—. Listo.

Dejó sus manos en mi cuello y yo puse las mías en sus muslos.

—¿Dónde viviríamos? O sea, ¿te gusta más un departamento o una casa? —le pregunté.

—¿Qué te gusta más a ti?

—Me da igual.

—Un departamento entonces, si vamos a ser nosotras nomás.

—¿Y si queremos ampliar la familia?

—¿Con un hijo?

—Con gatos, pensaba. ¿Querís tener hijos?

—No sé, ¿y tú?

—No sé. Igual, puede que sí.

—Bueno, pero a mí me va a decir mami —declaró ella—. A ti te puede decir mamá.

—¿Y cómo le vamos a poner?

—¿Al gato o al hijo?

—Al hijo.

Siempre tú | Rubirena |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora