Fushimi Inari-taisha

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«Oh, mi dulce sufrimiento ¿por qué te esfuerzas tanto? Solo soy un ser sin importancia».

Ya estaba cansado, las paredes de su casa no lograban ocultar los sonidos de los golpes que su padre propiciaba a su madre, la música lo aburría y sus notas iban en total decadencia. Su hermana lo había abandonado después de encontrar la felicidad fuera de esa casa, ¿y él? él todavía debía seguir viviendo con toda esa tortura.

Un golpe, un gemido, otro golpe, otro gemido.

Debía salir de ahí.

Agarró su teléfono y un poco del dinero que su padre le tiraba en la cara para la escuela, gracias al cielo nunca lo llevaba porque probablemente se lo terminarían robando sus compañeros, se colocó sus zapatos, suspiró hondo, abrió la puerta de su cuarto y salió corriendo lo más rápido que pudo de su casa, ignorando absolutamente todo, pues de todas formas no podía hacer nada. Cuando logró salir de la casa, corrió sin importarle las miradas de las personas. Aún seguía pensando que sí no se hubieran venido para Japón su vida probablemente sería otra.

Aquel año cuando apenas tenía ocho su familia, si es que a eso que tiene se le puede llamar así, lo dejó todo en Corea pensando que en Japón encontrarían una mejor vida ¿curioso, no? Lo único que encontraron fue problemas. BaekHyun sabe que su padre tiene otra familia, la culpa lo carcome por eso se emborracha y llega a desquitarse con ellos ¿por qué? porque ellos no son aquella familia que él siempre quiso, ellos solo son aquella familia que nunca cumplió expectativas, son basura. JiHyo, su hermana mayor, al tener siete años de diferencia, siendo ella la mayor, casi no sufrió pues rápidamente pudo irse y simplemente lo abandonó. Entre suspiros pesados de cansancio y recuerdos agrios su mente se llenó tanto que ni cuenta se dio para donde llevaban sus pasos, hasta que el aire le faltó y tuvo que parar.

En Kyoto hay cantidades de templos pues como ya saben, es su calidad turística.

Miró a sus alrededores y rápidamente reconoció el sendero por el que aparentemente se encontraba caminando, era el sendero del santuario Fushimi Inari-taisha. Recordaba que era su santuario favorito hasta hace algunos años que no sabe porque dejo de visitarlo. Es el principal santuario sintoísta dedicado al espíritu de Inari, la deidad japonesa de la fertilidad, el arroz, la agricultura, los zorros, la industria y el éxito en general.

BaekHyun creía que al venir al santuario Inari lo haría exitoso y pronto lograría escapar de tanta crueldad, luego comprendió que solo eran fantasías de un niño pequeño. Sonrió con nostalgia y siguió su camino hasta el santuario en sí. Justo como lo recordaba, sonrió y se adentró, se le hacía muy extraño que no hubiera gente, supuso que era porque tal vez ya era tarde, aunque ni tanto apenas eran las cinco.

Se acercó al santuario y se dejó caer al piso, confiado en que no había nadie, decidió llorar, lamentarse y culparse por absolutamente todo lo que sucedía en su vida.

— ¿Estás bien? — Una voz cálida, dulce y casi maternal arrulló sus oídos.

BaekHyun simple negó y dejó de llorar a grito entero para intentar calmarse y dar cara.

— Perdone las molestias creí que estaba solo. — Dijo aún sin destapar sus ojos, en los cuales descansaban sus palmas húmedas por las lágrimas.

— Solo nunca vas a estar, eso sería un gran insulto a los Yōkais, deberías medir tus palabras. — Le comentó risueña la mujer, pese a que podría ser un comentario tosco, el tono no era de reprenda.

— Sí claro. — Contestó burlón.

— No miento, jamás lo haría. — Le dijo la mujer. — Así que dime BaekHyun ¿Por qué volviste al santuario después de tanto tiempo? — Esa última pregunta lo dejó estupefacto.

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⏰ Última actualización: Jan 15 ⏰

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