PERSEA FORKS - La niebla

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MI HISTORIA LV

PERSEA FORKS

La llegada a Creta, Grecia me lleno de tantos sentimientos encontrados, lo único mojado que traía era las medias, pero ya casi toda mi ropa se había secado, mi cabello se había secado por completo y con suerte había corrido sin resfriado, aunque nunca había sido el tipo de persona que se resfriaba con el sereno o con la lluvia. Ahora suponía que era por el hecho de que mi padre era Poseidón.

Y bajando las escaleras de la embarcación, presencie a la gran Creta, la mayor de todas las islas griegas y la quinta más grande del Mediterráneo. Cuando era pequeña, soñaba con ir a Grecia y viajar por sus islas, era una de las razones por las que me emocionaba tanto el griego, sus historias y sus grandes valentías como héroes y sus animales míticos... aunque no tanto ahora...

Estando aquí, me devolvía a mi pequeña yo, aquella que solo soñaba con viajar y tener recuerdos con su madre, de poder ver una pintura de Hércules en Grecia y decir: yo estuve ahí. De poder tomarme fotos con las grandes estructuras de Grecia y decir: eran mucho más altas que todo lo que antes habían visto. Después de un tiempo recordaba que no tenía a quién decírselo realmente, a nadie que me prestará tal atención y solo me limitaba a tener la experiencia.

Pero ahora, no cargaba una maleta para mis pertenencias, sino una daga en una vaina, no cargaba una bolsa, sino un carcaj -según Nico Di Angelo- con doce flechas -de emergencia- no llevaba gafas de sol para disfrutar los días, sino una mirada de dolor y preocupación, dolor por el pasado que me había traído aquí y preocupación por el futuro que me deparaba aquí.

Cuando toqué por primera vez el suelo de Creta, de pronto me sentía entre una gran multitud, una multitud ignorante a lo que estaba sucediendo, una multitud que se tomaba fotos, reía, hablaban y vivían en calma, mientras yo sentía que cada paso me llevaba a mi muerte. Respire hondo, pero entonces un pinchazo en mi corazón me hizo detenerme y tocar mi pecho como si eso lo hiciera detenerse.

— ¿sucede algo? —era Nico a mi lado quién me hablaba, pero por momentos trate de respirar con calma, tal vez la brusquedad me hizo sentir el pinchazo, aún así no podía negarme a respirar.

Y cuando se hubo calmado, no volví a sentir ese pinchazo, otra vez.

— no es nada —respondí recomponiendo— solo fue una punzada —el viento sopló en Creta y me llamaba la atención de cómo las personas no veían con extrañeza a los semidioses con armas en mano y solo estaban frente a ellos como si fuera normal portar un arma— ¿por qué nadie está asustado? —pregunté entonces a Nico.

Y él respondió— si lo dices por las armas, es la niebla la que nos ayuda a mantenernos al margen —hizo una pausa y señaló a un semidiós— él lleva una espada, pero las personas lo verán como una maleta o una guitarra en mano, siempre varía, dependiendo del lugar —explicó.

— ¿y mis flechas? —pregunte.

— una mochila —respondió sin importancia— la niebla permite a los humanos vivir en paz, sin saber el peligro a su lado, nosotros los ciertamente no del todo mortales, disfrutamos de arriesgar nuestro pellejo, casi siempre —

— no es algo que se escuche divertido —respondí de vuelta con desdén.

— lo he pensado —

— ¿qué cosa? —cuestioné caminando entre las personas.

— lo de ser semidioses y vivir una vida de humanos, sin problemas, sin destrucción total, sin una guerra cada media hora, lo he pensado —respondió— y la verdad es que si así fuera la situación, muchos de nosotros nos hubiéramos vuelto locos —

PERSEA FORKS © - La Gracia de ArtemisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora