Shen Yuan y Shang Qinghua

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Capítulo IX

Shen Yuan y Shang Qinghua

Shen Yuan casi se murió del susto cuando Luo Bing-ge se inclinó ante él. Shen Yuan estuvo muy cerca de experimentar un paro cardíaco cuando el Emperador Demonio se sentó junto a él para comer. Shen Yuan empezó a rezar por su vida cuando Luo Binghe puso expresiones pensativas antes de responder a cualquier pregunta. En conclusión, Shen Yuan, de repente, se volvió fiel creyente de cualquier dios que quisiera escuchar sus plegarias y estuviera dispuesto a salvar su vida.

A pesar de que su cara apenas expresaba su pánico, su interior era un caos: le dolía el estómago, sentía una opresión desagradable en el pecho, sus manos y cuello sudaban y podía escuchar el latir de su corazón en sus oídos. Poco le faltó para empezar a temblar, después de todo, este loto negro fue el responsable de llevar a cabo varias de las venganzas más creativas que Shen Yuan tuvo el placer de leer. Luo Binghe original sabía lo que era matar, torturar y odiar sin piedad. Peor aún, Shen Yuan todavía recordaba que este Luo Binghe fue el verdugo que emitió el castigo que el sistema le impuso en su segunda vida. Todavía se acordaba de lo traumático que fue sentir que le arrancaban una extremidad y su incapacidad para defenderse porque no era nada más que un cultivador débil que nunca le haría frente al abrumador poder que poseía el incomparable protagonista.

Shen Yuan no entendía, ni quería entender, qué hacía el protagonista en un burdel. Incluso si el Emperador renació porque el destino decidió compensar a su hijo favorito por todo el sufrimiento que aguantó durante su primera vida, tendría más sentido que Luo Binghe volviera a la Montaña Cang Qiong o que se asentara en el reino de los demonios mientras esperaba por su mayoría de edad.

Al final, pensó Shen Yuan, no importaba cuántas teorías hiciera y deshiciera, más de la mitad de ellas podrían ser erróneas, por lo tanto, lo único que podía hacer era aguantar y perseverar.

Shen Yuan se dio cuenta en un par de horas que Luo Binghe estaba fingiendo ser un dulce niño que no sabía nada sobre la vida, entonces, ¡bien podría hacer lo mismo! Después de todo, aprendió del mejor, del Maestro Shang Qinghua, experto en actuar como si no supiera qué estaba haciendo mal, que se arrodillaba de forma desvergonzada y que soltaba lágrimas de cocodrilo con una inmensa facilidad.

No sería fácil engañar al protagonista experimentado, sin embargo, consideró que sería mejor hacer algo que no hacer nada. Luchar por su vida una vez más, no sería tan malo. En el peor de los casos, una muerte prematura sólo significaba que se reuniría más rápido con su esposo. Al menos tendría algo divertido que contarle. Le diría a su discípulo llorón: ¿sabes qué? Me encontré de nuevo con ese Luo Binghe que un día odiaste tanto. Se parecen si hablamos del físico, pero sus personalidades son tan diferentes que estoy sorprendido de que su alma sea la misma. Si fueran zongzi, uno estaría relleno de judías dulces y el otro de carne sazonada con soja.

Shen Yuan se la pasó el resto de la semana intentando relajarse, simulando que no pasaba nada extraordinario, ni anormal.

Dos semanas después de que Luo Binghe llegara, se le ocurrió enviarle una carta a su Hermano Avión, explicando que un Señor Demonio estaba en el burdel actuando como un sirviente y que la historia se había ido a la mierda. De nuevo. Camino del Orgulloso Demonio Inmortal, ¿qué era eso? ¿Con qué se comía el canon?

Luo Binghe, ovejita negra, siguió paseando por la Casa de las Flores con una sonrisa y expresión plácida.

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Shang Qinghua estaba tomando té cuando abrió la carta que su Hermano Pepino le envió. Tres líneas fueron suficientes para que Shang Qinghua tuviera que escupir su bebida porque si no lo hacía se iba a ahogar. Un escalofrío recorrió su cuerpo, incluso los vellos de su nuca se erizaron.

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