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  Todo comenzó un día soleado. Debo admitir que si bien me agradaba el verano, treinta y un grados era demasiado para mí... Estaba de mal humor; la señora Kang no había tenido mejor idea que cocinar el almuerzo y usar el horno, haciendo que la casa tomara más temperatura que la que hacía afuera; opté por ponerme una vieja remera blanca del señor Kang manga larga que usaba para hacer trabajo de granja y guardar mi pelo en un sombrero de paja enorme, salí a la chacra y me ocupé de regar mi huerta y la de "mamá" para luego arrancar los tallos muertos y las plantas invasivas que no pertenecían allí.

- Oye. - Alguien llamó informalmente a mis espaldas. Una voz que jamás había escuchado. - Disculpa, pero no puedes estar aquí ¿Sabes?
- ¿Perdón? - Respondí girándome a verlo, irritada -

  Me encontré con el chico de las fotos familiares que faltaba, del cual la señora Kang hablaba todo el tiempo. Pero se veía distinto, como recién salido de un salón de belleza. Piel perfectamente lisa, cabello negro corto, remera over-sized metida dentro de sus shorts y zapatillas deportivas posiblemente más caras que todo mi armario.
  En todas las fotos salía sonriendo, esta fue la excepción, tenía su seño fruncido y me observaba con rechazo.

- Dije que no puedes estar aquí. Ésta es una plantación familiar, no sé cómo entraste pero vete, por favor.
- Eres un maleducado. - Escupí sin escrúpulos. Sus cejas se arquearon tanto que creí que se saldrían de su cara - Yo trabajo aquí, no me he colado sin permiso.
- ¿Quién te crees que eres para hablarme así? - Me señaló -
- ¿Quién te crees tú para no aparecer por más de un año y venir a echarme como a una ladrona?
- Por como te ves, llamarte ladrona sería un halago.

"¿Auch?" Pensé.

- Vete a la mierda.

  Una vez más, se sorprendió de mis palabras. Ofendida, caminé hacia la casa asegurándome de chocar mi hombro con el suyo en cuanto pasé por su lado.
  Me siguió todo el camino; lo escuché gritarme que me detuviera, pero finalmente guardó silencio en cuanto saqué las llaves de mi bolsillo y destrabé la puerta.
  Dejé las botas de barro allí mismo y escuché a la señora Kang exclamar por su hijo al verlo.

- ¡Oh, Channie! ¡Has llegado!
- ¡Hola, mami!

  Observé la escena en la cual ella dejaba a un lado su delantal y lo abrazaba con fuerza, hasta sentí envidia. El tono de él había cambiado por completo al de un niño dulce e inocente. Patético.
  Subí descalza a ducharme, acomplejada por su comentario. A decir verdad sí me veía como un vagabundo pero estaba arrancando hierbas al sol, no había forma de hacer éste trabajo más glamouroso. Intenté no ansiar tanto y llené la bañera.

~

- ¿Cariño? - Tocó la puerta - ¿Puedo pasar?
- ¡Si! ¡Entra!
- La comida ya casi está lista. - Afirmó entrando al baño para encontrarme hundida entre burbujas - ¿Te falta mucho?
- Ah, no. Ya voy.
- ¿Has subido descalza de nuevo? - Preguntó al notar que no había ningún calzado en el suelo. A la señora Kang no se le escapaba nada. - Aigo... Niña...
- Es que tenía las botas de barro y no quise ensuciar. - Expliqué, apurada por enjuagarme -
- Ah, okay, okay. Ten, baja con mis sandalias.
- Gracias. - Salí de la bañera en toalla para recibir un beso en la frente -
- Te dejaré cambiarte, no tardes.
- ¡Sip!

  Bajé a comer pero desde las escaleras escuché a ésta nueva voz conversando con uno de sus hermanos (el del medio), con quien yo sí convivía. Me detuve detrás de la pared a escuchar.

- ¿Hace cuánto trabaja aquí?
- Mmm... Pues llegó luego de que te fueras la última vez ¿Más de un año quizá?
- ¿Y por qué está en casa un domingo?
- Vive aquí, con nosotros.
- ¡¿Eh?!
- Ella tenía un departamento en el centro, pero mamá y papá la trajeron a vivir; es una larga historia, de todos modos ¿Por qué te molesta tanto?
- ¿Y no tenían a una candidata más bonita? - Ignoró la pregunta - Al menos más amable... - Ahí fue la poca autoestima que me quedaba -
- ¿Qué dices? Es la chica más amable del mundo, y la más bonita de Jeju, después de mi novia, por supuesto.

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