4 》Una manzana podrida, termina pudriendo a las demás

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Llevaba ya varios días sin pisar su apartamento nada más que para alimentar a su gatita y cambiarse de ropa.

Los primeros días por estar ahogándose en el caso de la extraña e inesperada muerte del líder de la Familia Gu, y los últimos porque, bueno, se había metido en donde no debía.

Hacía más de un año que no se vivía una escena así.

Y es que cuando algo grande sucede y sacude, casi los primeros en enterarse siempre son ellos.

Ese día Kenma estaba retrasado en llevarle el reporte de las denuncias y casos que se habían generado en el turno de la noche por lo que Kuroo estuvo impaciente casi toda la mañana esperando por él.

Aquello no sucedía casi nunca, no porque Kenma fuera un aficionado a la puntualidad y a querer el reconocimiento de ser el empleado del año por su gran esmero, sino porque aunque el chico no era muy meticuloso y energético, era muy religioso con la entrega del reporte.

—No te preocupes, las malas noticias siempre tienen que pasar por nosotros —diría una Akane sonriente, quien era la hermana de Taketora, el hijo de puta que le debía seis cervezas y ocho mojitos, para calmarlo luego de haber pasado a su escritorio a cotillear y actualizarse un poquito a cerca de la denuncia que una señora había metido días pasados a sus ruidosos vecinos adictos al sexo—. Seguro no tarda en llegar o se le atravesó un gatito en la calle. Ya sabes cómo es Kenma. Le gusta ayudarlos y darles un poco de comida.

Con eso en mente, luego de una hora más de retraso, Kuro esperaba que lo primero que saliera de su boca fuera una historia similar a esa. Kenma solía inventarse algunas cuando no tenía una buena razón para llegar tarde.

—Kenma, ¿Qué te tomó tanto tiempo esta vez? Espero tengas una buena excusa —sin embargo, cuando le deslizó una carpeta abierta por encima del escritorio, luciendo un poco pálido y sudoroso, Kuroo supo que algo no estaba bien—. ¿Qué es esto?

—Mi excusa.

El líder de Gu, muerto.

Aquello era imposible.

¡Llevaban siguiéndole el rastro al tipo por más de seis meses y nunca conseguían atraparlo!

La familia Gu, que llegó a ser considerada una de las mayores organizaciones criminales del país, se dedicaba a todo tipo de actividades delictivas, con más de trescientos miembros y distintos socios e intereses en todo tipo de negocios ilegales. Una familia con más de tres décadas existiendo, era prácticamente imposible que sufriera una caída tan importante como la de su líder. Y con líder se referían al más joven, del que se tenía registro, en mucho tiempo.

La figura de su nuevo jefe atrajo no solo la atención de la policía sino también de las demás familias que integraban la mafia.

La primera vez que Kuroo conoció al que sería el futuro líder de la Familia Gu tenía tan solo diecisiete años. El chico no solo se perfilaba como uno de miembros más jóvenes en dar resultados impresionantes para la mafia, sino también era alguien extremadamente brutal y metódico al capturar vivos a sus cautivos para torturar la información, además de ser un joven sumamente oscuro y sabio.

Kuroo solía escuchar de él durante sus pasantías en la agencia y siempre se preguntaba cómo es que alguien a quienes sus superiores le doblaban la edad, era incapaz de ser capturado hasta que claro, una noche, se topó con él.

No había sido su intención, desde luego, saltarse la parte del compendio que se le había entregado hace apenas unas semanas atrás cuando obtuvo su primera pasantía en una agencia de investigación. Desde luego, sabía que saltarse la barda de un predio abandonado, incluso si se trataba de un aficionado, iba en contra de las reglas y que seguramente sería reprendido si alguien se enteraba de lo que había hecho, pero en un momento estaba solo y de pie en medio de una vereda fumándose un cigarro y al otro estaba corriendo hacia las vías del tren persiguiendo a una enorme cantidad de autos lujosos y blindados que había desfilado delante de sus ojos.

Eat me 【Haikyuu-SakuAtsu】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora