El sol descendía detrás de las montañas, oscureciendo aquella zona del campo que parecía desolada a los ojos de cualquiera. Una casa humilde y alejada que era hogar de una madre y su pequeño hijo de siete años.
Aun a pesar de la apariencia del hogar, de la pobreza evidente y el abandono, el niño se encontraba agradecido por el techo que le cubría, aun cuando este techo amenazaba con desplomarse. Admiraba con ojos de inocencia y humildad la madera raída de las paredes y las ventanas manchadas con las que jugaba a ir a la escuela.
Sonreía mirando a su madre, la mujer que dormía plácidamente en el sofá huequeado que se turnaban para utilizar como cama. Mientras ella dormía su hijo le miraba, sentado en el suelo de tierra y respirando silencioso para emitir el mínimo sonido posible. Él observaba como el pecho de su madre se elevaba y descendía a causa de su respiración.
Él amaba a su madre más que a cualquier otra cosa en el mundo, amaba admirar su rostro envejecido por el paso de los años y la indigencia padecida. Él acariciaba sus canas y detallaba con sus ojos cada centímetro de su rostro.
Era tan pequeño e indefenso, no conocía más que aquella casa y el campo por el que corría a diario mientras su madre cansada se sentaba en el piso a cuidarlo.
Nathan era su nombre, y él siempre se preguntaba por qué su madre no podía salir a correr con él como miraba en los cuentos que la señora Fer le prestaba cuando venía de visita.
En una ocasión, la señora Fer le había visitado, y luego de contarle su cuento "Julia tiene una estrella" se había dirigido a conversar con la madre de Nathan. Ese día había hablado más alto de lo usual, y se le veía exaltada. Las palabras que Nathan había alcanzado a escuchar le habían desconcertado. ¿Qué significaba Leucemia?
En ese momento se había decidió a jugar afuera, seguido por la señora Fernanda que salía dispuesta a hacer las pequeñas compras con las que ayudaba a la familia. Extrañado con aquella palabra tan ajena a su vocabulario. Por la calle pasaba un hombre de apariencia anciana, un vendedor de manzanas que siempre le ofrecía regalarle una.
—¡Qué lindo sombrero lleva puesto hoy, señor! —Nathan sonreía —. ¿Puedo hacerle una pregunta? El pequeño tenía la más grande de las curiosidades, y carecía de pena al hablar.
El hombre se quitó su sombrero y acomodó el cabello. Una vez más le ofreció una manzana con la esperanza de que accediera, siempre le dejaba un dolor en su pecho no poder compartir con él la fruta.
—Cuéntame niño, ¿qué te pica?
Nathan se rio bajito, nunca había escuchado esa expresión y dedujo que preguntaba cuál era su duda.
—¿Usted sabe que significa la palabra "leucemia"? —aquella pregunta dejó perplejo al vendedor —. Dicen que mi mamá tiene eso, ¿es algún cuento nuevo que aún no conozco?
Si el hombre hubiese podido describir cómo se sintió en el momento que escuchó la pregunta del pequeño, la hubiese descrito como sentirse caer al vacío y ser regresado de pronto, dejando el corazón desbocado y acongojado.
No tenía palabras, ¿qué le decía al niño?
Nathan movía sus manos impacientes, deseoso de escuchar que, en efecto, había un cuento nuevo que desconocía y para el que estaba listo por escuchar.
—¿Dónde está tu madre, pequeño?
El niño señaló la casa a lo lejos detrás suyo, el hombre suspiró. Le dio la manzana a Nathan y se bajó de su caballo.
—Señor, no puedo aceptar su manzana. No puedo pagarla.
El hombre negó con su cabeza y le instó a comerla.
—Llámame Seth. Come tu manzana, prometo que no te pasará lo que a Blanca Nieves.
—¿Quién es esa chica? —Cuestionó extrañado Nathan.
—Nadie, pequeño. Es solo un cuento.
Nathan dio un brinco.
—¿Un cuento? —dijo emocionado —¡Como los que me cuenta la señora Fer!
Seth asintió y ató su caballo a un árbol. Comenzó a caminar en dirección a la casa y Nathan venía detrás.
El niño se sorprendió al llamar tres veces a su madre para advertirle de la visita y no escuchar respuesta.
—¿Mamá? ¡El señor Seth me dio una manzana!
Seth caminó ladeando su cabeza y entrecerrando sus ojos. Nathan mordía la manzana con una felicidad contagiosa.
El niño abrió la puerta esperando mirar a su madre dormida en el sillón, pero no era allí donde estaba.
—¡Mamá! —rio Nathan —. ¿Por qué te duermes en el piso? ¡ensuciarás tu ropa!
Seth dejó caer su sombrero y corrió hacia la mujer, se arrodilló y colocó un dedo en su cuello. Sus hombros cayeron con brusquedad y una lagrima resbaló por su mejilla.
—Señor Seth, ¿por qué llora? —cuestionó Nathan —. Ayúdele a mamá a levantarse por favor, va a ensuciarse.
Ante la ausencia de respuesta el niño insistió.
—Vamos, levántela. Puedo ayudarle, creo que tengo fuerza.
Y eso intentó hacer, se acercó a su madre y le llamó cinco veces, sin respuesta.
—Creo que no durmió bien anoche, está durmiendo muy profundamente —dijo Nathan —. Aquí no hay mantas, le dará frío si duerme en el piso. ¿Y si creyó que iba a usar yo el sillón?
Seth se encontraba en shock, en un limbo. No lograba sacar de su boca las palabras que debía decir.
Se escucharon pasos fuera, la señora Fer se aproximaba, regresaba de la pequeña tienda donde había comprado aquellos víveres.
—¡Señora Fer! El señor Seth y yo encontramos a mamá durmiendo en el suelo —contó —. ¿Me ayuda a despertarla?
La mujer soltó su bolso al suelo y negó repetidas veces con la cabeza, tapaba su boca con una mano y comenzó a llorar.
—Nathan.
Un silencio profundo inundó el lugar.
—¿Sí? ¿Qué pasa Fer?
—Mamá... ―La mujer se debatía entre las palabras más adecuadas para decir. Ante la mirada triste de Seth, continuó ―. Mamá no va a poder seguir con nosotros físicamente en esta tierra.
― ¿Qué quieres decir?
Ella suspiró lentamente, dirigiéndole una pequeña mirada a la mujer que fue tantos años su mejor amiga.
― ¿Recuerdas el cuento de hoy, el de Julia?
Él asintió, sin realmente comprender.
―Nosotros ahora también tenemos una estrella. Nuestra propia estrella, Nate.
― ¿Mamá está...?
Nathan volteó a mirar a su madre, y corrió a abrazar a Fernanda.
Su madre se había ido, y él apenas comenzaba a entender el significado de la palabra muerte.
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Nuestra propia estrella, Nate
Short Story"―Nosotros ahora también tenemos una estrella. Nuestra propia estrella, Nate."