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  Me detuve a observarlo por unos segundos. Estaba acostado envuelto en colchas, sus lentes yacían abandonados en la mesa de luz a su lado mientras él utilizaba su teléfono celular a milímetros de sus ojos, posiblemente quemándose las córneas.
  Mi mirada intercaló de él a sus anteojos, cuando la misma volvió a él, hicimos contacto visual.

- ¿Cómo te sientes?
- ... Extraño.
- ¿Por?
- Me estás hablando sin pelear.
- ... - Lo dejé pasar - Me refería a tu fiebre.
- Pues, he estado mejor.
- Aish. - Suspiré - YuChan, realmente estoy intentando tratarte bien.
- ¡No estoy burlándome! - Aclaró y se enderezó, rectificando su columna con la cabecera de la cama - En serio me sorprende ¿Te da lástima verme engripado?
- Considerando que te enfermaste por estar semidesnudo y mojado discutiendo conmigo, me siento algo culpable, sí.
- Que te sientas culpable no va a curarme.
- Okay... Gracias. - Respondí con ironía -
- ¡No lo dije mal! - Resopló - ¿Podrías dejar de ser tan sensible al menos un momento? ¡No quiero pelear más!
- Yo tampoco quiero pelear pero ¿Qué se supone que te responda?
- Es cansador. Ni siquiera entiendo por qué lo llevas tan lejos por un comentario tan tonto ¿No puedes perdonarme y ya?
- Yo te hubiese perdonado en ese preciso instante si tan solo hubieses... No sé... ¿Pedido perdón quizá?
- Lo dices como si fuese fácil hablar contigo.
- ¡Hasta recién estaba siendo amable! Pero lo tenías que arruinarlo...
- ¡Lo siento! - Exclamó interrumpiéndome -
- ...

  Guardé silencio.

- ¿Qué?
- Dije que lo siento.

  Me quedé con la boca cerrada. Atónita. Me hubiese gustado responderle que aceptaba sus disculpas, pero por alguna razón, no lo hice.
  Él suspiró por última vez y se recostó dándome la espalda, supongo que enojado.
  Me levanté y me fui, ahora un poco más culpable. Pensé que podría arreglarlo si cocinaba algo que le gustara y que en el caso de que lo rechazara, me lo merecía...
  Así pasé mis siguientes horas mientras preparaba la cena: siendo invadida por pensamientos rumiantes.
  Al rededor de media noche terminé observando fijamente la olla de ramen. Había puesto la heladera entera allí; cerdo, verduras salteadas, huevos cocidos y su ramyeon favorito. Junté fuerzas para ir a despertarlo pero, sin hacer un solo ruido, apareció a mi lado.
  Grité. Grité con fuerza.

- N-no te vi llegar.

  No me pidió disculpas por asustarme. Está bien. Lo merecía. Solo se mantuvo allí, parado en sus joggings y remera suelta, intimidándome con la mirada. 

- Yo también lo siento. - Me rendí - Y yo tampoco quiero pelear más. Lamento que te hayas enfermado por mi culpa y si quieres puedes ir a acostarte y te llevaré la comida. O si no tienes hambre, puedo llevarte un té. O no llevarte nada... En fin.
- Sí tengo hambre. - Se limitó a responder. Sonreí, conforme con su reacción -
- Ve a la cama, te llevaré un bowl.

  Lo dudó por unos segundos hasta que le repetí que fuera, tal vez era extraño para él verme tratarlo bien.
  Llegué a la habitación con dos tazones llenos y, ansioso, dejó su celular a un lado.
  Cenamos en silencio por un rato. Él en su (mi) cama y yo sentada en el escritorio.

- Está delicioso. - Rompió el hielo - Sabe igual que el de mamá.
- Ella me enseñó a hacerlo, - Respondí antes de sorber algunos fideos - me alegra que te guste.
- ¿Hay más?
- ¡Sí!

  Me levanté y traje la olla a la habitación para servirle de nuevo.

- Te llevas muy bien con mami. - Habló nuevamente, intentando generar una conversación -
- No creo que sea posible llevarse mal con alguien como ella. Quiero decir, es un ángel... - Me sonrió - La adoro más que a nadie.
- ¿Ella te dijo que ésta era mi comida favorita?
- Si. Habla de ti todo el tiempo.
- ¿¡De mí!?
- ¡Sí! - Reí - Desde que llegué. Cuando actualizas en las redes va buscándonos por toda la casa para mostrarnos tus fotos nuevas. Es realmente tierna.
- No puedo creerlo.
- ¿Por qué no? Ella es súper cariñosa contigo.

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