Recuerdos sobre lienzo

2.1K 255 13
                                    


—Un poco más a la derecha. Levántalo dos centímetros. Un centímetro a la izquierda. Ahí, perfecto—La Estrella en Eclipse daba órdenes a uno de los trabajadores que se encargaban de colocar los muebles en una de sus propiedades, sustituta de la Cámara de Jade que se encontraba en reconstrucción. Uno de sus brazos estaba doblado bajo su pecho y el otro aguantaba su barbilla, mientras uno de sus dedos, decorados con guantes y cubiertas doradas como una reina, se apoyaba con sutileza sobre su labio. Sus ojos rojos analizaban con exactitud la distribución de las decoraciones dispersas por la habitación y, en especial, en aquella pared color marfil con diseños ocres y dorados.

—Es un cuadro muy bonito, señorita Ningguang—comentó el trabajador tras colocar el cuadro—. ¿Se lo compró a una galería de arte?

—No, fue un encargo a un artista de Mondstadt—respondió—. Me quedaré aquí. Ya has terminado por hoy. Gracias por la ayuda.

—No es nada, gracias a usted—Tras aquella despedida, el hombre salió de la habitación, dejando sola al Equilibrio Celestial, que contemplaba la pintura con atención.

El cuadro destacaba en aquel cuarto. No sólo por su marco, a pesar de que éste tuviera grandes dimensiones y tonos dorados, con formas semejantes a unas olas. Tampoco era por su tamaño, aunque ocupara gran parte de la pared. Si no por sus colores. Aquellos tonos azules y morados de un mar azotado por una tormenta eléctrica contrastaban con la calidez de los amarillos, naranjas y blancos de la sala. En aquella oscura pintura sobresalían, sin embargo, dos imponentes figuras que peleaban en aquel vasto océano; por un lado, el inmenso leviatán Haishan, un ser altamente peligroso y poseedor de gran poder; y por otro, subida en la proa de su querido barco, la capitana Beidou, agarrando con ambas manos su enorme espada con la que había derrotado antes a cientos de monstruos para proteger a su tripulación durante sus aventuras. El rojo de su ropa la hacía la indudable protagonista de la pintura, brillando dentro de aquella terrorífica escena.

El artista había captado bien la esencia del momento. El violento oleaje, creado por la tormenta y el monstruo, azotaba contra el barco haciendo que se moviera de forma peligrosa y la tripulación tuviera que agarrarse a las maderas y amarrar las cajas y los barriles para que éstos no cayeran al mar. El brillo del agua sobre las escamas del leviatán creaban una aura aterradora alrededor de aquel ser marino, que parecía que en cualquier momento podría salir de aquel cuadro. Y, por último pero no por ello menos importante, lo que más captaba la atención de Ningguang; la expresión de valentía sobre el rostro de la capitana de la flota Crux Meridianam. Esa mirada de determinación que mostraba cuando se enfrentaba a monstruos aparentemente mucho más poderosos que ella, esa media sonrisa, sus músculos marcados al blandir su mandoble, la lluvia que se deslizaba sobre su piel, y su largo y húmedo cabello siendo sacudido por el viento. Las finas y oscuras hebras estaban tan delicadamente pintadas que parecía que podías pasar tus dedos entre su pelo y sentir esa suavidad, oler el aroma del mar impregnado en él.

Ningguang cerró los ojos, recordando el recibimiento de Beidou y su tripulación a Liyue. El pueblo había preparado una celebración para festejar aquella victoria sobre el leviatán Haishan, llenando la ciudad de puestos de comida y bebida. Ella misma se había encargado de revisar que los papeles de los mercaderes estuvieran en regla y de que nadie incumpliera ninguna de las leyes impuestas para que la celebración no sufriera mayores inconvenientes.

Sin embargo, con la capitana como protagonista, eso no iba a durar mucho. Nada más llegar al puerto y ser recibidos por los ciudadanos, fueron llevados a la zona donde se habían organizado los puestos. Beidou no tardó en coger algo de bebida y organizar un brindis por la victoria. Y otro por su recién adquirida visión. Y otro por su tripulación. Y otro por Liyue. Y otro por la organización del festival. Y otro por Morax. Y otro por los adeptus. Y otro por la propia Ningguang. Y otro... Hasta que medio pueblo había acabado borracho sin poder beber más mientras la resistente capitana reía, apoyando su codo en el hombro de uno de sus subordinados y agarrando con su mano libre otro vaso de alcohol que se le fue arrebatado por una mujer alta y pálida.

—Ya fue suficiente.

—¿Ehh? Venga Ningguang, no seas aguafiestas—la capitana se quejó un poco, antes de sonreírle y separarse de su compañero para acercarse a ella e intentar alcanzar su preciada bebida.

—Es por tu bien y el bien del pueblo. Las calles van a acabar llenas de gente borracha o desmayada, no es seguro—dijo firme en su decisión, separando el brazo.

—Venga, déjame terminar el vaso aunque sea.

—No.

—Venga, un sorbito.

—No.

—Una gotita...

—He dicho que no—suspiró extasiada, antes de mirar el vaso y beberse el contenido antes de que la capitana pudiera dar cualquier paso en falso. Relamió sus labios y pasó el pulgar de su mano libre sobre su delicado labio inferior para limpiar cualquier rastro de licor que pudiera tener.

Beidou se quedó boquiabierta. No sabía si sentir tristeza por ver cómo perdía la oportunidad de disfrutar de su último vaso de alcohol, o emoción al ver cómo la formal y diligente Señora de la Cámara de Jade bebía del mismo vaso que ella en un beso indirecto. Se había quedado demasiado hipnotizada por la belleza y sutileza de Ningguang como para pensar en otra cosa. La forma en la que la lengua de la peliblanca se paseaba por sus pálidos y finos labios eliminando las gotas de alcohol la había dejado en un trance donde había olvidado en qué lugar y situación se encontraba. Esa escena, junto al alcohol que tenía en el cuerpo y la atracción que llevaba sintiendo desde hacía un tiempo por aquella mujer, la habían dejado fuera de combate.

—Ahora deberías ir a comer algo o retirarte. Puedo invitarte si prometes no crear más problemas—pronunció Ningguang con seriedad, haciendo que Beidou volviera en sí.

—¿Me vas a invitar a comer?

—Solo si te portas bien. Esa es mi condición.

—Entonces es una cita—sonrió con gracia, haciendo la escena más adorable para la Tianquan a causa del tenue sonrojo que adornaba las mejillas de la capitana a causa del alcohol. Apartó la mirada, girándose para darle la espalda y comenzar a caminar.

—No lo es—espetó antes de escuchar la sonora risa de la morena, quien no tardó en levantarse de su sitio para seguirla.

Poco después de aquel momento, sus encuentros fueron aumentando. Cada vez que la Flota Crux Meridianam atracaba en el puerto de Liyue, Beidou iba a visitarla para pasar el rato con ella, ya fuera bebiendo, comiendo, contándole sus aventuras o jugando al ajedrez. Poco a poco el roce fue haciendo el cariño, hasta que un día, después de que la pirata le robara un beso, comenzaron una relación. Por desgracia para ella, Beidou no era capaz de estar en tierra por mucho tiempo, por lo que las ocasiones de tener unos momentos a solas con ella podían contarse con las manos. Anteriormente, desde lo alto su Cámara de Jade, podía observar el barco de la capitana a lo lejos, algo que la reconfortaba de alguna manera al saber que estaba ahí aunque no pudiera verla ni tocarla. Pero sin ella, solo podía esperar a que ella y su tripulación volvieran de alguna de sus aventuras para poder estar con Beidou de nuevo. A pesar de que se la conocía por ser una mujer fuerte, fría y dura, esa cara era exclusiva para los negocios; en realidad era amable y cariñosa, y en muchas ocasiones deseaba volver a ser abrazada por esos fuertes brazos y hundir su nariz en aquel cabello castaño hasta que el olor del salitre impregnara sus fosas nasales. Cada día ansiaba volver a probar aquellos labios agrietados por la sal del mar, y se sorprendía a sí misma rememorando ciertos momentos íntimos con Beidou mientras rozaba sus labios con sus dedos. Sin duda, aquella pirata había robado su corazón y lo había convertido en su tesoro más preciado. Y no dudaba que ella había hecho lo mismo con la capitana.

Sus ojos se mantenían cerrados, pensando en aquellos recuerdos que se dibujaban en su memoria y que, gracias a aquel cuadro, podía mantener en físico para llenar su mente de momentos pasados y sensaciones envolventes cada vez que lo observara. Y estaba segura de que lo haría cada día, en el preciso momento en el que comenzara a echar de menos a su amada. Pero su mente se quedó en blanco al notar unos brazos envolviendo su cintura y una barbilla apoyarse en su hombro. La fragancia a agua de mar no tardó en hacerla abrir los ojos y girar su rostro hacia el de aquella persona que, sigilosamente a pesar de sus botas de tacón, entró en la habitación sin permiso y se colocó a sus espaldas.

—Es un cuadro muy bonito. Me trae recuerdos—comentó la capitana, observando el lienzo. Ningguang, sin moverse, alzó la mano para acariciar con suavidad la mejilla de Beidou.

—¿Cómo entraste? ¿Sabes que el allanamiento de morada es ilegal?—sonrió levemente la peliblanca antes de notar un suave beso en su cuello.

—Los piratas no entendemos de eso—siguió bromeando la capitana—, así que sí. Estoy cometiendo allanamiento de morada y voy a robarte—rió, notando las delicadas caricias de la contraria sobre su rostro.

—No sé si te dejaré hacer eso—Finalmente, Ningguang se giró sobre sí misma para quedar frente a Beidou. La había echado de menos, y su mirada no podía ocultar lo obvio. Aquel brillo en sus orbes, al igual que en el único ojo visible de la pirata, delataban la ilusión que ambas tenían por aquel reencuentro.

La usuaria de la visión electro no se hizo esperar; con una de sus manos tomó el mentón del Tianquan, alzando su rostro y acercándose a él hasta que sus respiraciones chocaron, manteniendo la otra en la cadera de su amada. Ningguang alzó levemente los brazos sobre los hombros de la capitana hasta deslizar sus delgados dedos por la nuca de Beidou para enterrarlos en su lacio cabello, cerrando los ojos en cuanto notó el roce de sus cálidos labios. Se pegaron la una a la otra, chocando sus cuerpos y presionando sus pechos mientras se fundían en un abrazo acompañado de largos y hambrientos besos donde el sabor del agua de mar y el bálsamo de coco se mezclaban. En cuanto se separaron para tomar aire, la pirata depositó delicados besos sobre el cuello del Equilibrio Celestial, quien aprovechó el momento para retirar la horquilla que recogía parte del cabello de la morena, acto que la contraria respondió tirando del palillo que utilizaba la peliblanca para sostener varios mechones de su pelo.

Acto seguido, la tomó en brazos mientras volvía a besarla y la llevó hacia el sofá de aquella habitación, tumbándola y colocándose sobre ella. Acarició con suavidad aquellas pálidas y finas piernas cual seda de la más alta calidad, y dejó besos sobre sus desnudos hombros.

—Te eché de menos—pronunció la capitana—, y ya veo que tú a mí también—sonrió con gracia, antes de mirar hacia el enorme lienzo que decoraba aquella inmensa pared.

—No te hagas la importante. Necesitaba decorar esta habitación y me pareció un cuadro adecuado.

—Mm, claro—comentó Beidou con gracia, sonriendo de lado—. El niño Xingqiu me dijo que le habías pedido recomendación sobre buenos artistas que hicieran pedidos por encargo. ¿Tanto querías volver a verme?—Su confesión hizo avergonzar a la otra mujer, quien deslizó una de sus manos por su rostro tratando de disimular la vergüenza.

—Ese niño...—murmuró poco antes de que su mano fuera retirada por la contraria y un beso fuera robado de sus labios.

—Ahora, cada vez que veas ese cuadro, te haré recordar esta noche—le susurró al oído, presionando más sus cuerpos y haciendo que Ningguang abriera más sus piernas para rodear su cadera en una posición más cómoda para ambas.

—Entonces espero que sea un buen recuerdo.





Por el pasillo de la mansión corría una chica con apariencia juvenil y cabello largo y azulado. Entre sus brazos transportaba una gran cantidad de carpetas llenas de documentos que presionaba contra su pecho para evitar que se cayeran, y los tacones de sus zapatos resonaban por todo el lugar al igual que la campana de su cuello. Bajo sus ojos, unas notables ojeras se mostraban causadas por la falta de descanso debido a su constante e inquebrantable diligencia en el trabajo.

—¡Ah! ¡Perdón!—Tan cansada se encontraba que acabó chocando con otra persona, cayendo al suelo al igual que los documentos que llevaba encima.

—¡Debes fijarte por dónde vas...! ¿Ganyu?—Keqing, la víctima en el accidente, también se había caído al suelo. Al ver quién había sido la culpable simplemente soltó un suspiro y se acercó para ayudarla a recoger aquellos papeles—¿Hace cuánto que no duermes? Descansar te ayudará a evitar que cometas estos errores.

—No lo sé... pero debo entregarle a la señorita Ningguang unos documentos que me pidió con urgencia y...—su voz empezó a temblar por el cansancio, y tomó las carpetas que Keqing le entregaba antes de levantarse.

—Acaba de reunirse con la capitana Beidou, es mejor que no las interrumpamos. Espero que de una vez la ponga en su sitio y no le deje hacer lo que le venga en gana—suspiró en una queja, cruzándose de brazos—. Está claro que la Flota Crux Meridianam es importante para Liyue, pero eso no significa que su capitana pueda saltarse las normas a la ligera. ¿No crees?—le preguntó. Ganyu, amiga y confidente de Beidou y, por lo tanto, conocedora de aquella relación entre ambas mujeres, se sorprendió a la vez que sus mejillas tomaban un tenue color rosado, asintiendo.

—C-Claro, entonces las dejaré tranquilas. Llevaré los documentos al otro despacho.

—Te acompaño. No sería bueno que colapsaras en el medio del pasillo—La sonrisa sincera de Keqing llenó a Ganyu de calidez; aunque al principio no tuvo una buena primera impresión de ella a causa de sus palabras hacia Rex Lapis, ahora apreciaba su preocupación y su forma de pensar. La respetaba como compañera y como amiga.

—Claro, muchas gracias.

Ambas tomaron un camino diferente dentro del edificio, dejando que aquel reencuentro tuviera lugar en aquella refinada habitación, decorada por un imponente cuadro lleno de valiosos recuerdos pasados y que sería testigo de nuevas y apasionadas memorias.




—Señor Albedo, ¿qué está dibujando esta vez?—La suave voz de Sacarosa sonó a sus espaldas. El joven alquimista y artista estaba dando los últimos retoques a un nuevo proyecto.

—Un encargo que me pidieron de Liyue.

—¿Otro?—Curiosa, sus peludas orejas se movieron levemente mientras se agachaba un poco al lado de su maestro, apoyando las manos en sus propias rodillas para observar con más detenimiento—¿Qué es?

—Es una Estrella de Liyue con su Palacio de Jade—explicó, deslizando su lápiz sobre el contorno del cuerpo de aquella alta y delgada mujer de cabello largo y fino porte—. Me lo pidió una amiga de Xingqiu. Parece ser la amante de la mujer del cuadro quien, a su vez, fue la que me pidió el otro encargo.

—Ohh... parece muy romántico—La joven ajustó sus gafas, mientras observaba atentamente el boceto—. Es una mujer muy hermosa.

—Lo es—respondió el artista, dejando a un lado el lápiz. Se giró sobre su asiento para quedar frente a la chica—. Aunque prefiero dibujarte a ti—le sonrió.

—¿E-Eh?—Un brillante tono rojizo cubrió por completo el rostro de Sacarosa, hasta que ambos escucharon un carraspeo que los sacó de su burbuja y los obligó a girarse para descubrir a las intrusas.

—Sentimos molestar, pero necesito sintetizar condensado de slime y néctar de megaflora—apuntó Lumine acompañada de Paimon, mirando hacia la joven y avergonzada científica, quien asintió rápidamente y corrió hacia la zona del laboratorio donde tenía todo lo necesario.

Albedo se volvió hacia el lienzo que formaría parte de nuevos recuerdos y sonrió. Ser parte de la creación de algo tan bello que podía causar diversas sensaciones en las personas lo animaba a pintar cada vez más cuadros que le mostraran a la gente la belleza del mundo y los transportara a aquellas escenas guardadas en el fondo sus mentes que deseaban recrear una y otra vez, atrapando en un cuadro esos momentos que nunca debían ser olvidados.


_____________________

¡Y hasta aquí puedes leer!
Espero que os haya gustado, como siempre.

Misy

🎉 Has terminado de leer Recuerdos sobre lienzo || Beidou x Ningguang || Genshin Impact 🎉
Recuerdos sobre lienzo || Beidou x Ningguang || Genshin ImpactDonde viven las historias. Descúbrelo ahora