11|El viaje

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Advertencias: James y Sirius se muestran como terribles matones. En mi opinión, no se aleja mucho del canon, pero odio a los imbéciles, así que aviso. Además, las fobias de Severus empiezan a cobrar fuerza.

Harry observó al maestro de pociones con el rabillo del ojo, preguntándose qué estaría pasando por su cabeza. No había hablado desde que se habían instalado en la Cámara como su refugio, y ahora parecía muy apagado mientras se ponían de pie para salir del despacho del director. El hombre se desilusionó y se apoyó en Dumbledore en busca de apoyo, pero tenían un largo camino que recorrer, y a Harry le preocupaba que un hombre de la avanzada edad del director no fuera capaz de sostener a Snape durante tantos pisos.

—¿Profesores?—se acercó a ellos, haciendo girar las manos una sobre otra—. La entrada a la Cámara está en el baño de Myrtle, en el segundo piso. Erm, es un camino muy largo para ir. Um, usted... sé que me odia, profesor Snape, pero tal vez sea mejor apoyarse en mí hasta que estemos allí. Sobre todo porque tiene que agacharse un poco para apoyarlo, director.

Snape espetó: —¡Potter!.

Dumbledore se rió—¿preocupado por mi edad, Harry?.

El calor inundó el rostro de Harry—um...

—No pasa nada, muchacho. Tengo buena salud y soy perfectamente capaz de ayudar a Severus; sin embargo, si se pone demasiado pesado en el camino, te permitiré que lo ayudes.

Harry negó con la cabeza—demasiado sospechoso, señor. Es invisible. Va a ser difícil situarlo, y cualquiera que pase por allí se preguntará por qué nos movemos de forma tan extraña—friunció el ceño—. Ahora que lo pienso, también se preguntarán por qué estás estirando el brazo para nada.

Dumbledore negó con la cabeza—mi brazo estará encantado, querido muchacho. Nadie más que nosotros tres verá la verdad. Y en cuanto a apoyar a Severus, bueno, quizá tú seas más joven que yo, Harry, pero Severus es mucho más pesado de lo que parece. Es delgado, pero bastante fuerte, y...

Snape jadeó: —¡Albus!.

Harry no podía ver al hombre, pero de alguna manera sabía que la cara de Snape estaría muy roja. La vergüenza y el bochorno prácticamente irradiaban de él, aunque Harry se preguntó por qué sus propias mejillas también habían tomado un poco de calor. Es extraño.

—Oh, cálmate, Severus—dijo Dumbledore con una risa—. No es nada de lo que avergonzarse. Ahora, como decía, Harry, Severus es bastante pesado para su tamaño y tú eres bastante pequeño. No creo que puedas soportarlo mejor que yo.

Harry le dedicó a Albus una sonrisa llena de rabia y de sombrío conocimiento de las numerosas traiciones del anciano—puede ser, pero sería un buen entrenamiento para la guerra, ¿no es así, señor?.

Severus abrió la boca para protestar por el tono irrespetuoso de Potter, pero se congeló al ver la cara de Albus. Puede que el anciano fuera capaz de ocultar sus reacciones ante el chico—o tal vez no, ya que al parecer Potter había captado algo que Severus no había captado—, pero en cualquier caso, el sentimiento de culpa era tan evidente como el día en los ojos de Albus.

Algo extraño estaba ocurriendo entre Potter y Albus.

Entrenamiento para la guerra, ¿eh? ¿A qué clase de entrenamiento había obligado Albus a Potter para engendrar esa clase de rabia?

Que Merlín lo ayude. ¿Qué se había perdido Severus todos estos años?

Albus se aclaró la garganta y le dedicó a Potter una fina sonrisa—bueno, tal vez tengas razón, Harry. Severus, ¿consentirías permitir que Harry te ayude?.

Longing of the Soul | Anhelo del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora