Capítulo 24 - ¡Mierda!

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—Hablamos otro día Dilan, yo me retiro —dice y sale de la casa, todos nos miramos y cuando veo como se le escapa una lagrima a Isa, me le acerco para abrazarla.

—Tranquila, se le pasará, sabes que él te adora, solo es la sorpresa —Le digo, pero ni yo salgo de la impresión de la puta actitud de Manuel.

Después de retiramos, no puedo evitar pensar en lo que le puede pasar a ella y a sus bebes si el padre de Alejandro se llega a enterar de su existencia.

Llego con Vale al apartamento y luego de ver que se retira a descansar hago lo mismo, llegando a la habitación siento mi celular vibrar y al ver de quien se trata, no puedo evitar la sonrisa en mi rostro.

—Hola bonita —contesto apenas abro la llamada

—¿Cómo les fue en la cena? ¿Cómo está Isabel?

—Yo estoy bien, gracias por preguntar, la chiquilla igual, pero la cena fue algo compleja.

—Perdón, mi hermana no puede estar en mejores manos que contigo, gracias, pero ahora cuéntame, no sabes cómo me hubiese gustado estar ahí, habla Dilan, no soy chismosa, pero esto me tiene intrigada.

—No me imagino si fueras chismosa

—¡Ash! habla

—Pero si no me dejas

—Está bien te escucho

—Manuel no tomó nada bien la noticia, he hice algo y espero tu apoyo total

—¿Qué hiciste?

No pienso antes de hablar —Dije que los bebés eran míos

—Espera, primero ¿por qué hiciste eso? segundo ¿por qué los bebés?

—Bueno, pensé en lo que dijiste y no sabemos en qué situación está Alejandro en estos momentos, si se llegan a enterar que no solo tiene a Isa, sino que además está embarazada de él, pensé que era demasiado peligro por eso dije que, para todos, esos bebés son míos, son dos bebés; al parecer Alejandro tiene muy buena puntería —Termino por decir y escucho el sonido de su carcajada.

—Estás loco, pero tienes razón, no hace falta que te lo diga, pero cuentas con mi apoyo, vamos a cuidar a Isa y a sus bebés que vienen en camino.

—¡Ah! olvidaba algo

—¿Qué más puede haber?

—Bien, Manuel no tomó muy bien la noticia y por la regla que tiene de no quedar embarazadas, Isa tiene que irse de casa.

—¡Noooooo!

—Y le dije que Isa se vendría conmigo.

—¿Cuándo?

—Mañana, igual aquí hay habitaciones de sobra.

—Seremos una familia particular, ¿no crees? —dice acompañado de una risa—, la madre de tus bebés, novia, cuñada y tú conviviendo juntos todos; eso no se ve todos los días.

Después de reírnos de su comentario le pregunto como le va con el viaje de negocios, me cuenta que debe permanecer en el lugar otras semanas. Duramos aproximadamente hora y media hablando hasta que dice que está cansada y desea dormir.

Desde que me traje a vivir a Isabel conmigo, ya han pasado semana y media, todos tenemos una rutina establecida, aunque trato siempre hablar con ella en las noches cuando llega de la universidad.

Manuel sigue sin hablar con ella, eso la tiene mal, sumándole los síntomas del embarazo; a veces pienso que actúa por inercia.

Hoy quedamos en encontrarnos en mi oficina para salir a comer todos.

Frenesí en la Perla IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora