Mi Realidad

31 4 0
                                    

Estaba exhausta, cansada y perdida. ¿Por qué a mi? Mis lágrimas caían y lo único que podía hacer era recordar, recordar aquella mañana, aquella fantasía que lejos se quedaba de mi realidad.

Me encontraba en mi habitación despertándome de una pesadilla que ni siquiera llegaba a recordar, mi respiración era acelerada al igual que mis latidos. Me levanté de la cama para asomarme por la ventana, para contemplar la cosa más bella que hayan visto mis ojos. Él, simplemente él. Su pelo castaño, sus ojos color miel y su boca, ¿que decir de su boca? Deseaba que ese pelo estuviera entre mis dedos, que esos ojos me mirasen solo a mi y que esa boca pronunciara mi nombre. Era lo que mas deseaba y anhelaba, y se lo iba a decir, iba a decirle mis sentimientos, y esperaba que me correspondiera o por lo menos que no me destrozara el corazón.

Me vestí con la ropa que mejor me quedaba y me peiné de la forma más natural y arreglada que pude. Quería impresionarle, hacer que se fijase en mi, y que me diese una oportunidad. Tenía tanta prisa que ni siquiera desayuné. Me dirigí al lugar en el que sabia que él estaría, no lo dudaba. Hace dos años lo encontré sentado en una banca del parque por la mañana lanzando piedras a la fuente, y lo observé por los siguientes días cayendo en el amor como una tonta, sin siquiera poder detenerlo y ponerle una señal de stop a estos sentimientos.

Pero eso iba a cambiar, era todo o nada. No tenia nada que perder, pero sí algo que ganar, a él. Mi cuerpo temblaba, la adrenalina recorría todo mi cuerpo, como si acabase de correr un maratón. Me acerqué a él situándome en frente suya. Y lo dije, dije todo lo que mi corazón albergaba desde hace años, mi mayor secreto. Estaba tan nerviosa que mi voz temblaba y no sabía si él me comprendía o si pensaría que una loca le estaba hablando, ni siquiera me di cuenta cuando se levantó y se colocó delante de mi. Cuando acabé solo esperaba por su respuesta, pero en ese momento su sonrisa era la más hermosa que le había llegado a ver y era solo para mi, fuera la respuesta que fuera, agradecía al cielo el haber podido ver esa sonrisa. Y ahí lo supe, cuando él me respondió, realmente no llegué a comprender lo que decía, pero lo hacia, él me correspondía al igual que yo, de aquella forma incondicional.

Dos años pasaron desde aquel día, y me siento la persona más afortunada que pueda llegar a existir en este mundo por tenerlo a mi lado. Esa misma mañana me llamo para cenar, diciéndome que tenia una sorpresa para mi. Me arreglé lo mejor para él, con mi corazón viajando a mil kilómetros hora lejos de mi cuerpo. La noche era hermosa y la cena había sido perfecta, nos encontrábamos en una de las calles cerca del centro paseando, cuando se paró y se arrodilló enfrente de mi. Las personas se paraban a nuestro alrededor conducidos por su curiosidad. Y lo hizo, hizo lo que había estado soñando desde la primera vez que lo vi. No lo dudé siquiera un instante y me lancé a el. De lo nerviosa y emocionada que estaba el anillo se resbaló de mis manos y se fue rodando hacia la carretera. Todos nos reíamos por mi nerviosismo, se levanto me besó y cruzó para ir a recoger el anillo. Pero no lo vió, no lo pudo evitar y todo había sido por mi estupidez y mis manos estúpidas. Saltó en los aires, atravesando el parabrisas del coche, a la vez que este se estrellaba contra el semáforo. Y caí derrumbada, se había ido por mi, por mi culpa.

Mis ojos se abrieron de golpe y mis manos temblorosas se dirigieron a mi rostro empapado en lágrimas. Y ahí estaba, la realidad. Desperté por completo y relajé mi cuerpo hasta llegar a regular mi respiración. Coloqué mis brazos en la cama y me impulsé para apoyarme en el respaldo. Estiré mi brazo y acerqué la silla, hice fuerza con mis brazos para sentarme, seguido de colocar mis piernas. Aquellas piernas que eran mi cadena. Me asomé por la ventana y la abrí para que entrara el aire. Todo había sido un sueño, una fantasía que deseaba que fuera mi realidad, pero que nunca podría llegar a ser.

¿Por qué yo? ¿Por qué a mi? Estaba encadenada a una silla en una habitación por el resto de mi vida y lo único que me quedaban eran esas fantasías, esos sueños que estaban lejos de mi alcance. Y estaba cansada, cansada de ser una carga, cansada de no tener una vida fuera de esas cuatro paredes, cansada de esa silla y cansada de no poder amar. Ya había llegado mi hora y no me arrepentía de mi decisión, y esperaba que comprendiesen mis sentimientos. Apoyé mis brazos y con fuerza me senté en el borde de la ventana haciendo equilibrio para no caer. Saqué mis pierna, pero no sentía nada, ni la lluvia ni el viento, eran completamente inútiles e insensibles, como si de porcelana se tratase. Y no lo pensé más, salté. Salté como nunca lo había echo y como nunca lo haría. Y finalmente, con lágrimas en mis ojos deseaba que mis fantasías se convirtiesen el mi realidad.

Mi RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora