|2| 𝕾𝖆𝖇𝖎𝖆𝖘 𝖕𝖆𝖑𝖆𝖇𝖗𝖆𝖘

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— Cuéntanos lo que sucedió, linda —pidió Narcissa tomando mi mano

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— Cuéntanos lo que sucedió, linda —pidió Narcissa tomando mi mano.

Nos encontrábamos sentadas en el amplio sofá de una de las salas privadas de la mansión y, a pesar de que recién comenzaba a esconderse el sol, la chimenea ya se encontraba encendida.

Hermione estaba sentada en mi costado frotando mi espalda con delicadeza dejando que tranquilizase mi llanto, mientras que Draco tomaba mi otra mano sentado en el suelo haciendo caricias con su pulgar. Aquello me obligó a suspirar intentando no comenzar a llorar de nuevo.

— Todo estaba bien, en verdad que sí, pero él llegó y... —negué buscando borrar las imágenes de mi cabeza— Lo arruinó, creí que estaba mejor, pero verlo otra vez... ¡Y lo peor es que llegó con ella! ¡Estaba tomando su maldita mano! ¡Y luego intentó disculparse por lo que hizo! ¡Es un maldito malnacido!

— Lo es, todo aquel con neuronas lo sabe —apoyó Draco besando mis nudillos.

— ¡No quiero recordar! —sollocé bajando la cabeza—. ¡No quiero verlo, mucho menos a ella! ¡Es demasiado doloroso!

— Está bien, pero en algún momento volverán a verse —habló Hermione haciendo que apoyase mi cabeza en su hombro para poder abrazarme—. Lamento que estés pasando por esto, Lia, no lo mereces, ¿comprendes? Y no lo vale, no es válido estar llorando por alguien como él, sé que duele, pero no puedes frenar tu vida por Ronald... —sorbí mi nariz apretando las manos que me sostenían— ¡Y es él quien debería estar llorando! ¡Debería lamentarse por perder la oportunidad de estar con alguien tan hermosa, fuerte, valiente, inteligente y maravillosa como tú!

— ¿En verdad crees que todo eso? —cuestioné separándome para mirarla.

— Por supuesto que sí —sonrió con sinceridad.

— Hermione tiene razón, Lia —Draco presionó mi mano para llamar mi atención, me obligó a inclinarme en su dirección—, aunque siempre la tiene —eso me hizo reír, estiró el brazo limpiando mis mejillas—. Debo confesar que, de no ser porque sé perfectamente sus orientaciones sexuales, estaría aterrado por la química que tienen ustedes dos.

— Así nos amas, hurón, a pesar de que, en ocasiones actuemos como recién salidas del clóset —se burló Hermione sonriendo a su novio, el rubio se impulsó para besarla—. No frente a mi esposa, Malfoy.

— Tienes suerte de que no sea celosa, peliteñido —solté ocultando una sonrisa, finalmente reímos, incluida Narcissa quien parecía divertirse con nuestras ocurrencias—. Gracias por escucharme, lo aprecio demasiado.

— Siempre estaremos aquí, querida —Narcissa presionó mi mano para hacer énfasis en sus palabras—. Puedes venir cada vez que quieras, lo sabes, aquí puedes reír, llorar, gritar o maldecir, siempre te escucharemos.

— Gracias, Cissy —la abracé, ella dejó un beso en mi frente al separarnos.

— Espero que estés mejor pronto, lo mereces —dio un apretóna mi mano al levantarse—. Ahora, tengo algunos asuntos pendientes, así que les daré privacidad.

𝐃𝐞 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫 𝐚 𝐋𝐮𝐩𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora