13. Halloween (Parte 1)

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Las olvidadas hojas anaranjadas caen de los árboles anunciando la llegada de una nueva estación. El resto de vida queda en el pavimento, siendo el recuerdo de algo que alguna vez tuvo más valor.

Las redondas calabazas, expectantes por ser elegidas para adornar las casas en esta terrorífica ocasión, ser obras de arte, esculturas con un significado o ser un delicioso ingrediente para las recetas caseras más esperadas en las reuniones familiares.

Las calles de la ciudad llenas de color, son un fuego que no quema, atardeceres ambarinos, gente con vestimenta abrigadora, la acogedora brisa soplando en la naturaleza, los cultivos dando frutos, el ambiente sombrío de cada ocaso y crepúsculo.

La cotidianidad se siente distinta al tomar una taza de chocolate caliente bajo la sombra de un árbol agonizante, observar hacia la ventana en una tarde lluviosa de otoño cómo cada gota de agua cae y sigue su trayecto en este mundo.
El ambiente es diferente, los árboles ocre raramente son notados por alguien, porque nunca nos fijamos en las cosas pequeñas. Estamos tan ocupados en nuestras vidas cotidianas que olvidamos lo demás.

Y la escuela... Denota un suspenso inexplicable. Los oscuros pasillos ignorados por los estudiantes se sienten siniestros.

Camino por los corredores de la preparatoria en estos días otoñales, cercanos a una celebración reconocida en muchos rincones del mundo: halloween.

Esa noche donde las emociones y los sustos se hacen presentes, la alegría y creatividad de los infantes es evidente, donde puedes ser lo que desees y actuar como tu personaje sin ninguna complicación. Las películas temáticas y las deliciosas golosinas que fascinan a las personas, las narraciones terroríficas que causan pesadillas a los más pequeños y la satisfacción al final de la noche al contar el botín recogido.

Una noche del año esperada por muchos, incluida yo, debo admitir que asustar a niños pequeños es muy divertido cuando te lo propones.

Dejo las ideas de mi mente a un lado y llego a mi casillero con ese constante presentimiento de que alguien me está siguiendo u observando. Volteo hacia ambas direcciones, sin embargo, no hay personas, el lugar está sospechosamente solitario para ser un viernes en la mañana.

Cierro mi casillero y escucho un ruido al final del pasillo. Repentinamente, la luz se apaga, dejándome con visión limitada hasta que veo una luz al final del corredor. Intento abrir cada puerta correspondiente a las aulas de clase, fallo en mi objetivo, pues todas tienen candado.

Lentamente, camino hacia la luz esperando a que alguien me asesine y me convierta en el inicio de una leyenda de terror. Mis pasos se escuchan alrededor, cada vez estoy más cerca de mi destino. La música aterradora se reproduce en mi mente, esperando por encontrarme algo que me deje impactada al cruzar.

Cruzo la puerta y grita.

-¡BOOOO!- Le doy un golpe en la cabeza por instinto a quien sea que gritó. Debes estar bromeando.

-¿Dylan? No intentes asustarme, no funcionará. Ese golpe te lo merecías

-¿No te asusté ni un poquito? ¿Aunque sea una pizca pequeña?- mi amigo me miraba expectante.

-Habrán muchos chicos por asustar, buena suerte. Ahora dime ¿Por qué no hay nadie?

-Emma, falta media hora para la entrada a la escuela, sólo está abierta la biblioteca y la cafetería. Todos están en casa o desayunando.- me explica mi amigo. Eso tiene más sentido.

A lo largo del día no ocurren muchos sucesos, sólo las explicaciones de los profesores sobre el origen de halloween, una serie de rituales pertenecientes a la tradición celta en Europa. Los chicos de los equipos de baloncesto y hockey asustando a los de primer año, bromas a profesores y algunas golosinas.

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