Horizonte

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- ¡¿Estás diciéndome que ahora podremos recorrer la isla entera en sólo cuestión de horas?!- exclamó. Su ojo sano brillaba con la chispa de los fantasmas del pasado; un entusiasmo que hacía tiempo parecía haber perdido.


Onyakopon asintió. Una sonrisa amplia enseñaba lo blanco de su dentadura.


-Así es. - repuso, firme. - Sólo nos queda trazar planos con algunos posibles recorridos y podremos ponernos manos a la obra.


Hanji contuvo el aliento, casi reteniendo un suspiro de emociones ahogadas, no dichas. Frente a ella, una pequeña maqueta de Paradis se extendía expuesta en medio del salón. Allí, las diminutas vías de alambre surcaban las planicies de papel y cartón; una cicatriz inminente, una guía hacia lo incierto del futuro.


- ¿Cuándo empezamos? - preguntó, ansiosa. Podía imaginarlo todo a la perfección, claro como el día; las nubes de humo empapando el cielo azul, la muchedumbre subiendo y bajando apresurada de los vagones, el suave traqueteo del ferrocarril atravesando las ciudades. Poniéndose de vuelta en el mapa, las posibilidades eran ahora infinitas, extensas frente a sus narices. Poniéndose de vuelta en el mapa, tenían la chance de cambiar la historia cíclica que todavía los ataba condenados, los mantenía prisioneros.


Onyakopon se rascó la cabeza, encogiéndose de hombros, pensativo. Comprendía la urgencia de la situación.


-Creo que no habrá problema con que comencemos ahora mismo. - concluyó, tras un breve instante de reflexión. Hanji dio un saltito de alegría, incapaz de contenerse, y Armin la imitó, casi igual de extasiado.


- ¡Iré a buscar los libros! - ofreció, saliendo disparado de su asiento. A su lado, Jean y Sasha se miraban cómplices, aguantándose la risa.


Esto iba a dar para largo.

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La reunión había sido todo un éxito. Tal vez, incluso más que eso. Habían pasado el correr de las horas analizando mapas, estudiando geografía, dibujando esquemas, anotando y escuchado el eco de historias lejanas y vidas ajenas. Conforme transcurría el tiempo, la idea del ferrocarril en Paradis comenzaba a tomar forma concreta, a volverse tangible, casi capaz de acariciarse con las yemas de los dedos. Todo se sentía nuevo, revelador, absurdamente excitante; tan así, que Levi casi hubiese querido detener el tiempo justo allí, en las sonrisas nerviosas de los chicos. En la expresión radiante de Hanji.


Exhaló. Estaban ahora en su habitación, como tantas otras veces. Ella, sentada en el marco de la ventana, todavía hablando y hablando sobre algunas de las teorías que Onyakopon le había explicado horas antes. Él, en la cama, sin poder dejar de mirarla.


Resultaba irónico que, en medio de tanto cambio, algunas cosas no cambiaran nunca.


- ¿No te has puesto a pensar que si no hemos conseguido aliados quizás sea porque el mundo aún no confía del todo en nosotros? - la oyó decir. La luz amarillenta del ocaso suavizaba los rasgos bien definidos de su rostro.


Él sólo se limitó a resoplar en respuesta. Lo cierto era que no tenía idea.


Segunda Oportunidad [Levihan Oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora