CAPÍTULO 16

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EL HONOR DE UNA DAMA
CAPÍTULO 16
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Los trozos de cristal salieron volando por todo el lugar, Candy emite un jadeo al encontrarse a Karen reclinada de la pared contigua con el rostro pálido, no podía salir de su escondite mientras esos hombres estuvieran ahí asomados, pero escucho claro la voz de la persona que había impedido que la descubriera.

—¿Qué demonios?

—¡Nadie se acerca a mi hermana! —Ese era Terrence que le había tirado una botella al par de hombres que estaban husmeando demás en la barra. El líquido que contenía la misma se está derramando del otro lado, ya imaginaba lo furioso qué estaría él para arrojar una botella llena. Candy solo puede escuchar al joven hablar con voz severa y con atención exclusivamente en ellos.

—Calma amigo. Solo queríamos ayudarla.

—Pues ella no necesita su ayuda —El joven de ojos azules se mantenía firme delante de Karen para evitar siquiera que se intentarán acercar a la barra. Candy necesitaba salir de ahí ahora antes de ser descubierta.

—Perdon, no sabía que está dama tenía un hermano que la defendiera.

—Mantengan sus manos alejadas de la barra o les juro que de aquí no van a salir con la cara sana.

—¿Es una amenaza? —Pregunta el sujeto calvo parándose frente a Terrence, le ganaba en estatura pero el joven no se inmutaba ante él.

—Es una advertencia.

—Una advertencia... ¡Ja! Que gracioso muchachito —El sujeto toma su jarra, da un trago y posterior vacía sobre la cabeza de Terrence el resto de la cerveza —Ya que tanto defiendes a esta gente, deberías estar presentable... Caballerito de brillante armadura.

—No amenazó por gusto ¡Alejese de la barra! —Escupe Terrence de una vez conteniendo las ganas de golpear a ese hombre. Pero debía mantenerse firme y no caer en su provocación.

Rápidamente da la vuelta para verificar que tanto Karen como Candy estén bien. Esa noche era de esas en dónde hasta los tipos que cumplen mandados de mala procedencia quieren beber algo. Se va por una pequeña portuela hasta una habitación detrás de la barra y Candy sigilosa lo sigue hasta ahí, debía contarle lo que esos sujetos acaban de decir. Quizás aún tenía tiempo para lograr encontrar a su padre antes de que lo trasladen a otro sitio.

—¡Terrence! —Llama la chica sin obtener una respuesta, toca la puerta para verificar que él siga ahí, aún tenía la sospecha que buscaba la forma de escapar de ella —Oye, necesito comentarte algo y es urgente.

—¿Podrías darme un rato?

—Por favor no creo que... —La chica fuerza la puerta solo para descubrir a Terrence sin camisa, el mismo esta de frente y nuevamente esa sensación en su pecho aflora. Se gira ante él, en definitiva ya eso se estaba haciendo una mala costumbre.

—¿Qué acaso no te enseñaron a tocar o a esperar que atiendan?

—Lo siento es que... Esos hombres son...

—Sospechosos lo sé. Huelen a que cometieron algo reciente.

—¡Así es! Y en efecto, el tipo de la cicatriz fue el que me golpeó.

—¿Qué? —Rapidamente Terrence se acerca a ella y la encara —¿Estas segura?

—Oh si... Porque yo... la verdad... fui la que le cortó la cara —El rostro de Terrence es de sorpresa y posterior es reemplazado por una sonrisa.

—Niña... voy a decirte algo y espero lo tomes a bien. Tienes agallas para enfrentarte a un hombre como ese —Dice Terrence señalando la puerta junto a ellos —Ese hombre se llama Alexander Heath, es conocido por matar a cualquier hombre sin dejar huella, es buscado desde Glasgow hasta el sur de Liverpool. Y tú, estimada dama, has sido bendecida por los dioses para haber salido con vida.

EL HONOR DE UNA DAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora