Danielle
Un atardecer ligeramente rosado y un lugar, cercado con fuertes murallas de piedra, que se encontraba en la cima de una bonita colina.
Las vistas desde ahí eran increíblemente alucinantes pero, no es oro todo lo que reluce.
Definitivamente, en ese enorme patio de luces no había nada maravilloso, ni mucho menos admirable.
Me encontraba en un castillo medieval, donde resultaba imposible cruzarte con ningún noble.
Rodeada de gente poco bondadosa que formaban corrillos y compartían batallitas sin gloria.
Hubiera sido impensable sentirte preso en un sitio como ese, pero era exactamente lo que yo era.
Acorralada por unas cadenas invisibles, mi deber era el de la apariencia, por ser hija de un ostentoso cargo.
Mi padre y unos cientos de amigotes, festejaban algún logro por todo lo alto, alejados de la justicia.
Los mismos que aparentaban luchar por ella.
Lucían sus mejores galas y disfrutaban de un buen homenaje, rodeados de un buen festín servido por camareros de alto standing, como si celebraran un gran bodorrio.
Me vi rodeada entre carcajadas sordas y canturreos de fondo que dejé de escuchar.
Uno de esos momentos en los que se te pasa por la cabeza querer ser sorda.
Deseé distanciarme de todo y todos los que estaban allí.
Con ese anhelo, mi mente quiso salir del continente y me aparté de tanta chusma.
Avancé, con la idea de apoyarme sobre una balaustrada que vi justo en frente.
Solo quería estar sola.
Miré como mis pies andaban colocándose uno por delante del otro, uno cada vez, y observé mis preciosos zapatos.
No se merecían estar ahí.
Alcé ligeramente la vista, pero no tuve tiempo de poder ver absolutamente nada.
Alguien oculto se precipitó de repente deteniendo mi paso, enganchándome por el brazo y tapándome la boca.
Tiró de mí en su dirección, escondiéndome en una esquina.
Hay que tener cuidado con lo que uno desea.
— ¡Shh! —pidió con delicadeza, utilizando su mano como mordaza sobre mí, y llevando la otra a mi cintura. — No te asustes. —Susurró, en un intento por ¿tranquilizarme?
Hizo que retrocediera unos cuantos pasos, hasta que mi espalda tocó muro.
Esos segundos pasaron tan rápidos como una ráfaga de viento, sin aviso, veloz y congelándote hasta los huesos.
Cuando por fin conseguí rotar mis pupilas hacia su rostro, fruncí el ceño y él apartó sus dedos de mis labios, rozándolos tan despacio como si fueran a romperse.
— Te dije que te vería pronto —dijo, esbozando una de esas tantas sonrisas que solo él y yo entendíamos.
Me alegré tanto de verle, que noté mis mejillas sonrojadas.
— Ajá... —flirteé reafirmando sus palabras.
Me encantaba verle, escucharle, tocarle, olerle, sentirle.
No existía nadie más que él.
Hugo, se inclinó hacia mí, y me plantó un buen beso que calmó la misma sed que nos hacía temblar a los dos.
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Todo por amor (+18)© ✔️
RomanceNo esperes la típica historia romántica, tampoco un cliché de mafia. Lee el prólogo, si no te gusta deja de leer ❤️ ▪️BOOKTRAILER disponible en Instagram, puedes encontrarme como @KiraBodeguero. 🏆Ganadora en la categoría mafia/policiaca de los #Red...