Era un día soleado en Londres. Era verano por lo tanto los chicos no tenían que ir al colegio y se levantaban más tarde. Todos menos Elionor quien era una chica bastante madrugadora. Vivía e una de las casas más antiguas de Londres, tenían un inmenso jardín con un pequeño río artificial con un puente. Había rosas y flores de distínto tipo. El señor Mars, el padre de Elionor, con 40 años de edad, era un buen hombre, muy caritativo, varia veces había donado dinero al orfanato, o a un hospital. Era muy querido y muy respetado. Su esposa, Merilin, era una mujer de unos 36 años, muy hermosa, Elionor había heredado de ella sus hermosos ojos verdes y su blanca piel y su grata forma de ser. Lo demás lo había heredado de su padre, ese pelo marrón y los gestos, eran idénticos a su padre.
Esta noche, Elionor había vuelto a soñar lo mismo, el mismo sueño que se repetía día tras día.
No era un sueño malo, no. Era más bien un sueño cálido, cada vez que se dormía y soñaba con este sueño, le trasmitía una paz inmensa y un gran cariño. Como cuando estás en casa con tus padres viendo una película sin preocupaciones y riendo. Así era su sueño, alegre y vivaz, sin preocupaciones, y se podís escuchar en el sueño una nana, llena de paz y armonía.No era una nana que te cantan tus padres antes de ir a dormir, no. Era una nana de una flauta, si escuchabas atentamente, podrías escuchar el pequeño ruido de unas gotas al caer, el cantar de los pájaros, el cantar que produce el viento a la hora de chocas suavemente con las hojas de los árboles... Se podía oler el aroma de las flores... Simplemente hermoso y con gran armonía. Elionor se levantó y bajó a desayunar.
-Buenos días Anabelle- dijo Elionor.
Anabelle era la cocinera, una mujer de faciones fuertes, pelo canoso, ojos oscuros pero claros y cálidos, de unos 57 años. Elionor le tenía un gran cariño, para ella era como una madre más.
-Buenos días Elionor.-dijo Anabelle con una sonrisa - Ahora mismo te preparo lo de siempre.-añadió.
-De acuerdo, luego mandas a alguien para que me avise cuando esté preparado, estaré en el jardín y te comento una cosa.- dijo.
-De acuerdo.- dijo Anabelle.
Elionor fue hacia el jardín. Aún no iba vestida. No llevaba pijama, a ella jamás le gustó usar pijamas para dormir. Prefería dormir con camisón. Llevaba un camison blanco con una bata de seda de color rosa y unas zapatillas rosas de conejitos. Fue corriendo hacia el puente, lo cruzó y siguió corriendo hasta llegar a una pequeña zona llena de flores pequeñas y un camino de piedras que llevaba a un pozo. Llegó hasta él, a su lado había unos cubos dónde Elionor echaba el agua que cogía del pozo y la llevaba hacia la casa para beber agua. Siempre lo hacía, desde que ella era pequeña, siempre le había gustado beber de el agua del pozo. Llenó dos cubos y se los llevo hacia la casa. A mitad del camino, un muchacho joven la vio y se le hacercó.
-Señorita, déjeme ayudarla.- dijo el joven.
-Mickel, ¿Cuántas veces te he dicho que me llames por mi nombre?- dijo con una sonrisa mientras el muchacho cogía uno de los cubos.
-Perdón, Elionor.-dijo el muchacho. Tenía 20 años, aún era muy joven, era moreno y de ojos verdes, fuerte y de cara madura.
-Jajaja, no pasa nada.-dijo ella.
Los dos entraron a la casa y guardaron el agua en la jarra y la demás en botellas. Elionor se sentó a desayunar junto con Anabelle. Ella había preparado té de limón, galletas de mantequilla y tostadas.
-Anabelle he vuelto a soñar lo mismo otra vez.-dijo Elionor.
-Umm...Ya llevas bastante tiempo soñando eso.-dijo Anabelle.- Tendrá que significar algo.- añadió.
-¿Pero el qué?- preguntó Elianor.
-Eso solo tú lo puedes saber.-dijo.-Hoy iré al mercado, ¿quieres venir?- diji Anabelle.
-Por supuesto que si.-dijo Elionor terminando de desayunar.
Subió a su habitación y se arregló. Se puso unos pantalones negros, una camiseta blanca y unas vans blancas y unas gafas de sol.
Bajó y se reunió con Anabelle y juntas salieron de la casa, no sin antes haber dejado una nota para los padres de Elionor diciéndoles que iban a salir a comprar.
Llegaron al mercado y compraron comida, ropa... Pero antes de nada, Anabelle mandó a Elionor a por manzanas. Esta aceptó y con media vuelta se fue. Lo único que no sabían es que jamás regresaría.
Elionor en mitad del camino le empezó a doler la cabeza, tanto que tuvo que pararse en mitad de un puente por el cual nadie pasaba, ya que la mayoría de las veces nunca había nadie. Empezó a sentirse muy cansada, así que se apoyó contra la barandilla y cerró los ojos, pero los abrió de inmediato al verse arrastrada hacia abajo, como si la hubiesen tirado al agua. Y cayó, cayó al agua y empezó a nadar, pero una corriente la alejaba cada vez más y más de la superficie. Y todo se sumió en la oscuridad.
Elionor despertó en una gran habitación con una inmensa cama de sábanas de seda dd color azul. Observó bien la habitación. Había u gran ventanal con un balcón a su derecha y a su izquierda la puerta. En el centro de la habitación había una mesa con sillas. En frente de esta había un ropero y este se encontraba entre dos puertas. Elionor se levantó y se dió cuenta de que no llevaba la misma ropa que llevaba antes. Esta vez llevaba un camisón blanco sencillo.
Se acercó al ventanal y se quedó petrificada, las casas, todo lo que veía parecía del siglo XIII o XIV. Se podía notar que las casas eran muy antiguas y los puente igual.
-¿Dónde estoy?-preguntó en voz alta pensando que no había nadie.
-Alteza, se encuentra en el reino de Krimontel.-dijo un muchacho de pelo rubio y ojos azules.
-¿Quién eres tú?-dijo Elionor situándose detrás de la mesa.
-Soy Edward y soy vuestra escolta personal, alteza.-dijo este.
-¿Por qué me llamas así?-preguntó ella.
-Porque usted es la heredera de la Reina de los Dragones de Agua.-dijo.
Y con esas palabaras supo que su vida cambiaría para siempre.
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Reina de los dragones de agua
FantasyElionor no es una chica normal y ella se dará cuenta cuando viaje a un mundo del que nunca logrará regresar. Al principio no querrá pero...¿Y si lo que ella busca en su interior, lo haya encontrado, y, se de cuenta al final de que no quiere irse? ¿C...