Continuación del fin

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Después de llegar a casa, abrí la puerta suavemente, esperando no recibir un golpe de una mano o un tacón en la cara por llegar un minuto después de mi hora de libertad condicional.
No es exactamente una hora, puedo irme a la mierda todo el día (en palabras de la señora) pero no podía llegar después de las 11, ya que a esa hora ponía seguro en la puerta y ventanas para dejarme afuera. ¿De verdad creía que era efectivo? Podía quedarme en casa de mi novio o de mi amigo si se me daba la puta gana.

Seguramente se preguntarán qué paso con la buena relación que tenía Dae con ella, ¿cierto? Bien, para su fortuna, no recibió ninguna palabra, todas me las llevé yo y luego me encargué de comunicarselas de forma menos agresiva y sin patadas de por medio, por supuesto.

-Dae, mamá dice que... Ya no podrás venir a casa.

-¿Eh? ¿Por qué? ¿Hice algo malo?

-No, no es tu culpa -le sonreí para calmarlo- Es mía...

-Baek, ¿por qué dices eso?... Oh no ¡no me digas que por eso tienes el ojo morado!

-Estaré bien, no te preocupes -seguí intentando parecer despreocupado al enseñar mis dientes, pero cuando Dae me acarició la cabeza yo me solté a llorar- Lo siento Dae, lamento que ya no puedas venir a mi casa, pero no quiero que te pase nada.

-No te preocupes por mi, tonto -negó efusivamente- Podemos vernos en la escuela todos los días, además algún día tendremos 18 y podremos salir solos a donde queramos... Podrías vivir conmigo, ¡te daré un sándwich de jamón todos los dias! Por favor no llores asi, Baek.

-P-perdón -limpié mi cara con cuidado- Eres mi mejor amigo y me siento feliz cuando estás cerca. Por favor, no te vayas.

-No me iré a ningún lado, Baek, no digas cosas feas.

¿Cosas feas? ¿Más feas que las que dijo mi madre ese dia temprano?

-No quiero ver a ese niño desastroso aquí de nuevo ¿me oyes? No te va a traer nada bueno, va a acabar en mal camino y tu vas a ser igual de idiota que él.

-Pero mamá, Dae es bueno, yo lo quiero...

-¿Qué haz dicho? -dejó de verse en el espejo para verme a mi con los ojos exageradamente abiertos igual que su boca, preparada para decir algo doloroso- ¡¿Lo quieres?! ¡¿Me estas saliendo con cosas de maricas desde ahora?! ¡¿Quien mierda te enseñó eso, fue él?!

-Es mi amigo nada más, ¡¿por qué te enojas?! -chillé igual de fuerte que ella, abrazándome a mi mismo.

-Solo eres una desgracia... Debería dejar de perder el tiempo contigo -suspiró antes de volver a sus cosas, dándome la espalda- Solo dile que no quiero otra basura más en mi casa.

- ¡Pero él no es basura! -insistí, necio a guardar silencio, no permitiría que hablara mal de Jongdae-. Él es-

-No me respondas,¡ya cállate! -antes de que pudiera parpadear, ella habia girado la parte superior de su cuerpo, extendiendo su brazo hacia mi cara para golpearme en el ojo derecho con su puño. Mi cabeza retumbó un poco, por supuesto que el ojo me dolió y mi visión se volvió borrosa.

Entonces me callé.

Y desde entonces Jongdae no entra a mi casa, debido a mi temor de que la bruja le hiciera algo si intentaba meterlo de contrabando cuando ella iba a hacer las compras.

Mis últimos intentos de ayuda hacia él eran para compartirle comida: robaba pan y rebanadas de jamón para hacer un sándwich extra (¿En serio cuenta como robo tomar cosas de mi propia casa que no le pertenecen a nadie?), lo guardaba en mi mochila y en el receso se lo entregaba a mi antes castaño amigo, sintiéndome satisfecho al verlo sonreír.

Madly BrokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora