Prioridades.

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Narra Isaac.

Sonaría absurdo pero me preocupaba la situación en la que estaba metida la desgrañada de Jocelyn.

Y no sabía cómo había cambiado mi opinión de no importarme a estar a punto de hablar con mi hermano para darle fin a este asunto.

Admito que en la primera clase de deporte me reí al ver cómo la golpeaban tres veces seguidas. Lo mejor fue su rostro de: Por favor, que nadie me haya visto. Qué vergüenza.

Yo la Vi pero seguí hablando con Joy, en ese momento necesitaba algo urgentemente y ella era quien me lo daría. Después podría acordarme del ataque colectivo a Jocelyn y reírme en mi cuarto.

Pero, al ver esas notas una pequeña angustia nació en mi pecho. Si claro, como si mi pecho fuera un lugar fértil.

Solo pensaba cómo rayos haría ese desastre de humano para salvarse de la horda de chicas obsesionadas con mi hermano. Ella no veía el gran problema, andaba muy ocupada babeando por Shawn y siendo tan notoria.

Menuda estúpida.

Había cumplido con avisarle sobre lo que se le iba a avecinar, seguramente había recibido más cartas con advertencias pero no sabía por qué habían dado el primer paso. Tan rápido.

¿Y cómo? En frente de las narices de todos. En frente de mis narices.

Me sentí imbécil pero recordé... ¡Yo se lo había dicho! Pero no, a ella le gustaba ser masoquista. Seguir recibiendo cartas con mensajes hermosos y continuar haciendole ojitos a Shawn.

Grandísima tonta.

Pero debía agradecerle, había perdido clases sin recibir ninguna amonestación y pude dormir unos minutos, incómodamente pero ñeh.

Lo peor fue cuando se desmayó, se babeó el cachete y luego pasó a mi Pecho. Iba a soltarla, dejar que cayera al piso por asquerosa e inconsciente.

Pero la enfermera estaba esperándonos, la profesora debía haberla llamado. Iba a irme, había cumplido mi trabajo, era suficiente pero ella comenzó a balbucear mi nombre.

Estuve halagado, no había llamado al tonto de mi hermano y tampoco a Edrian.

Así que me quedé y comí galletas gratis. Cuando le pusieron la inyección, ella despertó y tomó mi mano y cayó dormida.

Eso me asustó pero la enfermera dijo que era el mismo medicamento haciendo efecto. No la solté aún cuando su asquerosa mano comenzó a sudar, en algún momento me dormí y nuestras manos se separaron.

Me desperté en una ocasión, ella estaba de cara a mi. Sin babear, gracias a Dios. Dormida no se veía tan horrible como de costumbre, sus cejas estaban afeitadas pero tenía un poco de bigote.

Que desastre.

Ni Angie andaba tan simple en su casa.

¿Cómo siquiera las comparaba?

Lo único verdaderamente bueno de Jocelyn era su pecho, definitivamente natural. Podría pagar lo que fuera si pudiera echarle un vistazo.

Qué lastima que ella quisiera cosas románticas. Haríamos una buena ecuación en el cuarto.

Una pena, tendría que conformarme con el pequeño vistazo a su sostén negro.

Pero a pesar de lo poco atrayente que era a mi vista, podía entender por qué mi hermano y Edrian andaban detrás de ella.

Era inteligente, tímida pero sabía cuándo sacar las garras, tenía un buen cuerpo mal aprovechado. Todo eso era igual a una puritana que sudaba agua bendita.

Queremos que nos quieras, Jo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora