Capítulo II

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Cielo

Angie 

—¡Maldito hijo de perra!- lo insulto y grito- ¡Eres un desgraciado, toma y metete tu indemnización por donde mejor te quepa!

Le lanzo su estúpido dinero y él furioso me dice: 

—Eres una maldita, lárgate de aquí y espero no esperes una carta de recomendación de mi parte- dice rojo de la ira.

Tomo uno de los vasos con alcohol que estaban en la encimera y se lo lanzo. Joder, se siente tan liberador, siempre quise hacer eso desde que empecé a trabajar en este maldito bar de mala muerte. 

El muy desgraciado viene a mi con la intención de golpearme y no se lo permito, lo tomo de la muñeca cuando la tiene suspendida en el aire. Y tomándolo por sorpresa le retuerzo el brazo.

—¡Hija de puta!- grita en medio del dolor- ¡Maldita perra!

Le suelto el brazo.

Ni siquiera voy por mis cosas, tampoco tengo la gran cosa ahí, todo lo importante siempre lo mantengo en mi delantal. 

En el momento de salir de ese horrible lugar, Lucas me mira con un gran desprecio. No le presto atención, total ya no es mi jefe. 

Cuando ya estoy afuera me pega un brisa de aire fresco, la siento tan liberadora, como si me hubiese quitado un peso de encima. 

Bueno esta no fue una de las mejores presentaciones.

¿Entramos en contexto?

Entremos en contexto.

Soy mesera en un bar, ¿Ok?

Bueno resulta que llevo trabajando en el desde hace un año, cuando tenia 18 ahora tengo 19.

Hoy siendo de esos horribles días, en mi turno me toco atender en una de las mesas a un grupo de hombres. Este grupo de hombres son clientes frecuentes en esa pocilga, Resultas que en el momento de atenderlos les tomo su orden y voy a buscarlas a la barra, se la llevo y al momento de poner la bandeja en la mesa uno de ellos me abre el botón de la blusa y me metió su asquerosa mano en mis pecho.

Cabe decir que el uniforme no es muy decente que digamos, consta de una súper mini falda, una blusa escotada que solo cuenta con un simple botón que pueda cubrir mi torso.

Para mí ex jefe ese era el uniforme adecuado, porque según él, cito sus palabras: "Mientras más muestren, mayor clientela tendremos". Un completo imbécil, a mí parecer.

Ok, sigamos.

Al momento de hacer  eso dejo mi torso al descubierto, claramente lo abofetee y le tire las bebidas encima, causando su enojo y un gran show en el establecimiento. 

Y llegó Luca, mi horrible jefe (bueno, ex jefe) . Él es el tipo de jefe que siempre quieres arrancarle la cabeza y tirársela a los lobos.

Ok, no. pobres lobitos.

La cosa es que no es la primera vez que sucede algo como esto, mayormente siempre me quedo callada, pero hoy no era el día de suerte para esos pobres hombres.

Mi gritaron los insultos existentes, y yo los no existente. 

Sí, tengo una boca muy sucia a la hora de decir insultos.

Mi jefe me despidió, cabe decir que si no lo hacia igual hubiese renunciado.

¿La indemnización? Eso no era ni la cuarta parte de lo que le correspondía darme por eso se la regrese, aunque pensándolo bien ahora, la hubiese tomado, pero bueno no se puede hacer nada ahora. Y tampoco quiero regresar a ese horrible lugar nunca más. 

Aquí mientras les cuento mis desgracias me doy cuenta que solo me faltan dos cuadras para llegar a casa.

Lo único que ilumina mi camino es el oscuro y espeso cielo azul, y una que otra lámpara de las calles. 

Saco mi celular cuidadosamente (hay que prevenir robos) y me doy cuenta que son las 2am, ¿Cómo carajo desperdiciaba mi preciado sueño por trabajar en ese bar tan mugriento? A cierto, necesitaba el dinero.

Maldita pobreza, yo tenía que ser rica y estar en un penthouse tomando margaritas y champagne, pero como que algo no salió muy bien que digamos. 

Y como todo lo que me pasa por quejarme de mi vida, choco con una persona y me caigo.

Que raro

dice la voz de mi conciencia 

—Perdona, no te vi—dice una voz muy gruesa—. Ven, te ayudo a levantarte.

Me ayuda a levantar y alzo la mirada para mirar al hombre que tengo delante de mi que es muy alto por cierto. No logro detallarle las facciones muy bien, ya que la luz de la calle no me ayuda mucho.

—Muchas gracias y perdona iba distraída y no te vi.

—Bueno, somos dos distraídos entonces— dice y me sonríe, es una sonrisa muy empalagosa y seductora, la verdad.

Yo solo lo miro y le devuelvo la sonrisa junto con un asentimiento con mi cabeza.

El me mira con curiosidad, con unos ojos azules, tan oscuros como el cielo de esta noche. Solo eso llego a detallar de él, no alcanzo a ver mas, ya que me voy.

Me dió la ligera impresión de que quería preguntarme algo, pero me dio igual, solo me fui.

Luego de ese acontecimiento con ese hombre, sigo con mí camino hasta llegar a mí apartamento.

Después de 5 minutos llegó a mí triste departamento. Y lo primero que veo al entrar es el desastre que hizo Louis, mi gato, sillón arañado, cocina hecha un desastre, y una caja de arena vacía, porque la arena está regada por toda la pequeña sala.

Maldita sea, ¿Este día podría empeorar más?

Y para mí desgracia, si empeoró. En la puerta del apartamento está un papel con el recordatorio de la renta.

Diosito, llévame o me voy por mí cuenta.




Hasta que el tiempo decidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora