La historia de una mujer reservada. Dicen conocerla, ella solo los deja hablar.

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Allí estaba parada de nuevo, observando cada detalle de su habitación bajo el umbral de la puerta; la misma que tantas veces cruzo sosteniendo su mano, ahora debía cruzarla sola y para bien o para mal algo aprendió.

Lo que no quieres entrever cuando conoces a alguien es que en algún momento se ira de tu vida, el costo que conlleva su partida depende de que tanto valor se le da y cuanto se le permite influenciar en tu vida, sea dentro o fuera de ella.

"Un paso a la vez" se repetía durante meses sin llegar a cruzar esa puerta que tantas noches cruzaba fácilmente un tiempo atrás. "Tú puedes" se incitaba, sin éxito alguno. "El no será el fin de tu mundo" se recordaba.

A diario se reiteraba esas tres oraciones, cual mantra, cada vez que se paraba frente a esa puerta, como si mantuviese la esperanza de salir algún día por completo de aquel vacío y no terminar con los pies tres metros bajo tierra. "Esa no es la idea" se reprendía cuando llegaba a considerarlo. "No vas a darle ese gusto, vales más que eso".

El costo de reparación emocional que pueden dejar heridas causadas por seres ajenos a uno mismo consiguen ser muy grandes, al punto de tener que comenzar de cero todo lo que algún día obtuviste por mérito propio y que tan arduamente trabajaste; autoestima, dignidad, pensamientos, emociones bajo control, vida propia, e incluso la tan temida soledad, sí, amar y abrazar la soledad como si fuesen una misma.

Una vez alguien llega a invadir hasta lo más recóndito de tu ser, se convierte en tu día a día, y te roba tu identidad para obligarte a adquirir una que nunca pensaste ser, ¿Cómo haces para retornar a lo que algún día fuiste? Bien es sabido que se debe tener cuidado con quien dejas entrar a tu vida, pero hay seres que entran a la fuerza, destruyen todo cual tornado, y finalmente se marchan como si nada.

Es entonces cuando ella pensó "Ah, escupí hacia arriba y en la cara me fue a dar". Siempre hay una primera vez, y para alguien que ama su soledad el hecho de que esta sea invadida no es muy grato, sin embargo, hay personas que saben hacerlo tan bien y tan rápido, que en un abrir y cerrar de ojos se apropian de tu vida, entonces, una mañana te despiertas, miras a tu alrededor y te das cuenta que ya no está más, que debes recuperar quien eras antes, pero no reconoces ni en lo más mínimo quien pudiste ser en un pasado y al intentar caber en esa misma piel, sientes como si ya no pertenecieras allí, como si fuese otro ser completamente diferente a ti, e introspectivamente admites que te cambiaron tanto que recobrar quien eras será el trabajo más grande de amor propio, el cual no tienes, pero evidentemente a toda costa debes hacerlo.

En las relaciones amorosas se adquieren identidades de pareja, hay algunas personas que te la roban, te absorben y terminan por transformarte en alguien que nunca fuiste sin darte cuenta; bajo la misma excusa barata de siempre, lo llamado popularmente "todo en nombre del amor".

Esa habitación era su escondite, y la contrariedad de compartir tu espacio más sagrado con quien más amas es que el día que se marcha deja un vacío inmensurable, y es así como su lugar favorito en la tierra se convirtió en el más odiado. Tantas noches de desvelo, tantos secretos compartidos, tantas emociones inadvertidas, experiencias, placer, llantos...vidas entrelazadas convirtiéndose en una misma.

Se sentía perdida, sin rumbo, sin identidad propia. Todo lo que alguna vez considero estable y para toda la vida se había derrumbado sin previo aviso. "Tantos años para acabar en nada" pensó, mientras seguía observando aquel lado de la cama donde tantas noches se sintió amada.

Un dicho popular dice que las primeras veces enamoran, está lleno de razón. Su primera vez compartiendo lo que nunca antes con otro ser humano, algo tan básico pero complejo al mismo tiempo como lo son las emociones. Malditas emociones. Lo que más protegió toda su vida, a toda costa, se lo sirvió en bandeja de plata completamente a ese ser, se lo dio TODO, pero el no supo qué hacer con tanto.

Si bien duele perder un amor, duele más perderse a uno mismo en él. En la pérdida de un amor existen diferentes fases, está en cada cual como las atraviesa, pero díganme ¿Cómo se hace cuando no se sabe gestionar las emociones y no se les permite fluir como cualquier otro ser humano completamente normal puede? Siempre le decían "ya pasara", y sí, pasaría de alguna u otra forma, quizá escribiéndolo una madrugada cualquiera.

Paso meses evitando aquel espacio donde lograba conectar emocionalmente con otro ser humano. Los famosos "pasillos del infierno" eran ridículos y carentes de sufrimiento comparados a lo que ella sentía cada que intentaba siquiera abrir esa habitación.

Pero no todo dura para siempre, incluso el dolor. Puede que no desaparezca por completo de un día para otro, pero existe la oportunidad de transformarlo en algo más, y eso fue precisamente lo que ella hizo, poco a poco. "Si eres inteligente, transformas el dolor en amor propio" se advirtió.

Transformarlo a tu forma, pero hacerlo es lo realmente importante. En su caso, recorrió sus pasos sobre todo lo que alguna vez fue, y en medio del desespero por encontrar quien realmente era, es y seria, paso el tiempo, y con paciencia, fue descubriendo que lo que algún día le hicieron creer fue una cruel falacia; era, es y mejor aún, sería una gran mujer. Era absolutamente creedora de que debía encontrar los ojos correctos, que en vez de mirarla como un pedazo de basura la exaltaran como la gran mujer que era y en la que se convertiría, y por supuesto, que mejores ojos que los propios.

Es así, como el debate que tuvo cabida en su alma durante meses sobre cruzar o no el umbral de esa puerta se convirtió en una decisión, una meta. No fue fácil, evidentemente. Aun rememora las primeras noches, "que martirio" pensaba. No dormía ni un solo segundo, era una sensación de constante intranquilidad, ansiedad, tristeza y melancolía.

Tenía "recaídas" o así llamaba a las noches que no resistía estar un solo segundo en aquel espacio que aprisionaba su corazón y torturaba su mente. Recurría con desespero a otro rincón de su hogar, le era indiferente cual, pues en todos veía la cara de aquel ser, pero ninguno como su habitación. Era como un nómada, de habitación en habitación, de casa en casa, rara vez en la suya. Es increíble como cuatro paredes pueden esconder tantas historias, en su caso, una vida.

Semana tras semana, llegaba a obligarse a pasar algunos minutos entre esas cuatro paredes, no obstante, cada segundo que pasaba dentro era como si la torturaran mental y emocionalmente. Los recuerdos que tenía en ese lugar la llenaban de emociones que juraría no sentiría por nadie nunca más, y se puede considerar que esta en lo cierto, no se siente exactamente lo mismo dos veces en la vida y menos por personas diferentes.

Llego a odiarse tanto como odiaba ese espacio que alguna vez amo tanto. En su proceso, juro que llegaría a amar de nuevo su soledad y esas paredes tanto como a si misma. Es una mujer sencilla, pero de palabra. Lo más grato para aquella mujer es lo que retomo, a veces, aunque cueste, volver a encontrarse es lo más placentero. Por cada madrugada que pasaba allí transformaba uno a uno sus recuerdos en un motor, redescubriendo la persona que alguna vez fue y trataron de arrebatarle.

Descubrió que dentro suyo siempre estuvo la mujer cálida, risueña, noble, empática, inteligente y con la fuerza para luchar contra todo lo que se le presente; sin embargo, también fue capaz de permitirse ser y aprender; si bien intentaron destruirla, no lo lograron por completo. Todo en la vida deja una enseñanza, afortunadamente, de todo lo malo aprendió que sentir no la hizo débil, todo lo contrario, la hizo una mujer humana, con aciertos y errores, capaz de amar a alguien como se ama a ella misma. Además, afronto la cruda realidad, no todos son capaces de amar; quien no se ama a sí mismo primero, no puede amar a nadie, son seres que destruyen a quienes los aman careciendo de la capacidad de recibir y dar amor.

Una mujer reservada aprendió a amar, y dándose el tiempo que sea necesario encontrara su próximo amor correspondido, esta vez será un amor donde ambos tengan la capacidad de amar sin destruir al otro en el intento.

Agradece de corazón la experiencia vivida cada vez que ingresa a aquella habitación, y sin rencor alguno, agradece al ser que hizo parte de esta historia, si bien solo actuó destruyendo su vida, sin darse cuenta la impulso a ser mejor que antes y lo más importante, la impulso a convertirse en alguien que no cualquiera puede poseer, UNA GRAN MUJER.

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