Desobediencia
Anastasia
Los rayos del sol impactan fuerte contra el pavimento tratando de borrar los vestigios que dejó la fuerte lluvia de hace unas horas. Los soldados trotan a un mismo ritmo levantando gotas de los charcos por los que pasan y en los cuáles se refleja su silueta.
Mis ojos siguen cada movimiento del teniente que tengo a lado, el cuál se encarga de plasmar el rendimiento de cada soldado que tengo bajo mi cargo. Es el responsable de entregar un reporte extremadamente detallado al comandante. La crónica consiste en mantener informado a Damien del rendimiento de cada militar bajo las órdenes de los capitanes ya que no desea ningún tipo de fallas.
Collins levanta la cabeza para mirarme desde su posición. Sus ojos castaños brillan con lo deduzco es afecto cuando le muestro una pequeña sonrisa.
Hago sonar el silbato para dar por concluido el entrenamiento y me tomo la confianza de ver la hora en el reloj que adorna la muñeca de mi teniente.
Algunos de los soldados se despiden de mí antes de ir a continuar con sus labores.
El teniente se levanta, guardando el portátil debajo de su brazo y me regala una sonrisa afable. Le devuelvo el gesto dejando que se marche a terminar su trabajo. Para otros supone un gran problema que los soldados de más bajo rango entablen algún tipo de conversación con sus superiores pero no para mí que me es agradable tener una buena relación con todos.
Tomo mi camino directo al área de entrenamiento —especialmente para capitanes— y justo antes de llegar Declan me intercepta. Lleva el cabello desordenado y las mejillas sonrojadas, como si hubiese corrido una maratón antes de llegar a mí. Los ojos también le lucen un poco más radiantes.
—Annie —me saluda con un leve gesto que recibo de buena gana—. El comandante te espera en su oficina dentro de una hora.
—¿Sabes el motivo de la reunión? —inquiero con genuina curiosidad.
Él niega tomando una inspiración larga, como si necesitara llenar sus pulmones de aire.
—Una hora. Sé puntual.
Entro al salón yendo directo a tomar un Fardeer knife, un arma blanca que espero me ayude a mejorar mi combate cuerpo a cuerpo.
Soy hábil utilizando todo tipo de armas pero he de reconocer que las armas de fuego se me dan mucho mejor que las armas blancas.
¿Puedo luchar contra un contranticante en combate cuerpo a cuerpo? Por supuesto que sí, pero nunca está de más pulir mis habilidades.
Observo el filo metálico relucir entre mis dedos, brillante cuando lo giro con la palma de mi mano y detengo el movimiento de manera abrupta arrojándolo directo al blanco.
La velocidad con la que fue arrojado el cuchillo impacta directo en el pecho del cuerpo de utilería provocando un leve balanceo y haciéndome sentir orgullosa cuando mi pecho se infla.
Vuelvo a tomar otra arma blanca, repitiendo el proceso una y otra vez hasta que mis tiros se vuelven más acertados, hasta que el cuerpo de utilería deja de balancearse con los golpes, y se vuelve solo un sonido seco cuando el arma impacta contra el pecho.
Doy por concluido el entrenamiento cuando siento el pasar de los minutos, mentalizándome que esta vez debo ser puntual. Seguramente el comandante quiere tratar asuntos de la misión híbrida con Stephanie y conmigo, porque doy por hecho que después de todo lo que nos hemos esforzando estas semanas hemos conseguido ser las agentes que van a infiltrar.
Stephanie es la responsable del programa de protección a testigos, ella es quién se ha encargado de hablar con Marek para rescatar toda la información que nos sea relevante y nos ayude a completar la misión con éxito, mientras yo me he aprendido de memoria cada detalle del plano del club en Madrid. Lo he estudiado tan bien como a los herederos y los líderes de los clanes.
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Secretos y mentiras
AcakAnastasia regresa después de dos años a Londres. Las cosas, por supuesto, no son ni remotamente parecidas a lo que eran antes de marcharse. Las cosas en la central han cambiado, y está luchando consigo misma por no toparse con el más grande fantasma...