Pʀóʟᴏɢᴏ

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Las hojas secas tronaban al paso de su veloz trote, corría asustada mientras veía de vez en cuando en la dirección contraria.

Estaba cansada, lastimada. Pero no podía detanerse, sabiendo que si lo hacía sería su muerte. Su fin.

En vez de eso, intentaba dar lo mejor de sí misma para huir y encontrar donde esconderse de aquellos traidores quienes le juraron lealtad a ella y a su padre.

Furia, coraje y una incontrolable impotencia era lo único que ella podía sentir. Todo lo que conocía había terminado en cenizas de un falso recuerdo y una promesa vilmente pisoteada.

Sus amigos, ellos a quienes creyó conocer mejor que a la palma de su mano eran aquellos que entre el choque de sus espadas avanzaban a todo galope con el único propósito de regresar con su cabeza entre sus manos.

Estaba perdida, conocía los alrededores pero más allá de ellos tenía prohibido ir, solo que esta vez no tenía otra opción que cruzar aquel terreno delimitado por su reino.

Cruzando los terrenos prohibidos del bosque de repente y sin previo aviso o más bien sin haber estado bajo advertencia, dejó de escuchar los cascos de los caballos golpear el suelo apedrado.

Por lo que se detuvo, en medio de todo y aprovechando el aire que la naturaleza le brindaba pudo suspirar un poco más en paz.

—Cobardes. —Pronunció mientras sus manos apoyadas en sus rodillas estaban.

Recuperando el aire que sentía hacerle falta, tuvo la cautela de agudizar sus instintos, dándose cuenta que esto era una simple trampa y ahora estaba rodeada.

—¿Enserio caíste con un truco tan viejo? —La empezaron a acorralar. —Creí más de ti ___ , pero verdaderamente es una lástima. —

Ella no respondió nada, simplemente se dedicó a concentrarse y sacar la vieja daga que su padre siempre cargaba de entre sus recientes vestiduras harapientas.

—¿Piensas defenderte con eso? —Se burló. —No me hagas reír. —

—No me subestimes. —Escupió con coraje y dando un paso adelante.

Por su parte, él simplemente le vio con seriedad.

—Si tal vez tuvieras tu espada... —Se bajó del caballo. —Pero así no te puedo tomar enserio. —

—Bueno, eso tal vez jamás lo hicimos. —Añadió otro con burla. —Pero lo que haremos contigo antes de matarte. —La miró de arriba a abajo con lascivia. —Eso sí será muy en serio. —

___ frunció el ceño. Los demás no tardaron en ladrar de acuerdo con su comentario y mientras se acercaban, ___ se encontraba asqueada.

—En verdad, que desilusión. —Negó ante el desengaño. —Pero prefiero morir bajo mi propia mano y ser comida de lobos antes que darles el gusto a ustedes. —Apuntó la daga en dirección de su yugular.

—¡Oh, vamos! —Exclamó en desacuerdo. —No te atreverías. Eres tan cobarde como hacer eso. —

—¿En serio? —Lo miró con una sonrisa, haciendo presión en su propio cuello. —Ponme a prueba. —

De algún modo lo provocó y alzó su espalda encontra de ella.

—Última oportunidad ___, hagamos esto por las buenas. —Dijo con una sonrisa burlona. —Seremos gentiles contigo y al final no tendrás una muerte tan dolorosa. —

—¡Jamás! — Grito con rabia. —Prefiero pelear y morir degollada a sufrir mientras mi cuerpo es profanado. —

—Bien, pues que así sea. —

Y entonces, mientras el aire era cortado por el filo de sus espadas, una fuerte rafaja de viento hizo volar su cabello frente a ella y obstruyendo su propia vista se encontró sorprendida al no ser atravesada.

En cambio, veía a los hombres sorprendidos y tal vez con un deje de temor.

—¿Pero que mierda es eso? —

—Entonces es verdad. Las historias son verdad. —Pronunció con temor y soltó su espada.

—Maldición. Retirada. ¡Retirada! —

Todos ellos subiendo a sus caballos en movimiento poco a poco fueron desapareciendo y cuando ella volteó, la sangre se le congeló.

—Por dios. —Cayó al suelo asustada.

Tenía enfrente una criatura de las que tanto escuchó en las antiguas historias que su padre y muchos le contaban, un hombre con alas enormes y unos ojos azules sumamente profundos le miraban.

A cada paso que él daba, ella se arrastraba alejándose de él pero sin quitarle la mirada de encima, fue así hasta que su mano sintió el frío metal de la espada que anteriormente vio caer al suelo y al tenerla se levantó con ella apuntando a la creatura alada.

—Si das un paso más, te mataré. —Dijo con temor y reafirmó al ver que aquel ser ni se inmutaba. —Juro que lo haré. —

Sin embargo, aquel quiróptero sonrió.

—Una simple espada no me hará daño. —Se esfumó y repentinamente apareció frente a ella, doblando por la mitad el metal.

—¿Qué? —Dijo estupefacta. —No... —

Él levantó su mano y ella estaba segura que ese era su final, más jamás se imaginó que bajó su helado tacto su mente de repente se nublaria.

—Estás en deuda conmigo y ahora eres mía. —

Débilmente escuchó y finalmente terminó cerrando los ojos.



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Hola, finalmente después de tanto pensarlo me animé y les comparto esta humilde historia. No sé si algún día llegue a ser del agrado de alguien pero por algo se empieza.

Espero que les guste aquellos que lleguen poco a poco a leer, estoy muy emocionada y nerviosa a la vez.

Bueno, pues si alguien me llega a leer, se cuida y nos vemos.

Compañera del Quiróptero ✧ JiMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora