14. Pillada en Conserjería

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El olor a tierra mojada y el sonido de la lluvia provocaba en mí una sensación muy agradable. Días así hacían que me levantase con un buen humor. Me encantaba la lluvia, esos días oscuros que te obligan a encerrarte en casa, aquellos días en los que te apetece una tarde de películas románticas acompañadas de un chocolate caliente. Resumiendo se podría decir que los días lluviosos son aquellos en los que no te apetece hacer nada, pero lamentablemente hoy era una excepción. Tenía que ir al instituto ya que había faltado algunos días. Según los médicos Víctor estaría recuperado en unos días así que seguramente le acabarían dando el alta. Por ese motivo preferí ir a clases y por la tarde pasarme al hospital. Me levanté de la cama con pocas ganas. Mi pobre celebro se negaba a mover mis piernas y lo único que hacía era recordarme todo lo que me había sucedido días atrás. ¿No os pasa que intentáis evitar pensar en "algo" pero vuestro maldito celebro os obliga a pensar en ello? supongo que los que han pasado por esto antes sabrán perfectamente la sensación que tengo ahora mismo.

En estos días me habían pasado muchas cosas y una de ellas fue descubrir que la existencia de Hales hizo que mi hermano no se muriese aquella noche. Ahora entiendo porque era tan importante intentar ser su amiga.

Media hora más tarde estaba lista para salir disparada al instituto. Con una tostada en la boca y con el paraguas en una mano abrí la puerta y salí dirección a la cárcel. Des de aquel día en el que Carly me avisó de que tenía que regresar pitando a mi casa por lo sucedido de Víctor, no había sabido nada de ella. Tal vez me dejó algunos mensajes en Whatsapp o Facebook pero des de aquel día me despegué completamente de mi teléfono. Me sentía demasiado agobiada para pasarme el día tecleando y contestando a todos los mensajes que me dejaba la gente que supuestamente estaba preocupada por mí. ¿Por qué exagerar? Seguramente la única persona que me escribiría era Carly. Pero preferí no hablarle hasta verla cara a cara.

Entré al instituto condiciendo con la campana que justo había sonado. El ambiente era movido y alegre. Los alumnos parecían disfrutar del momento, disfrutar al verse la cara y al encontrarse un día más en el instituto. Envidiaba sus rostros.

Mientras abría mi taquilla mi mente viajó hasta centrarse en Hales. Creo que sentía algo por ese niño raro. Cada vez que su imagen se proyectaba en mi cabeza mi corazón salía disparado. No literalmente, que si no ahora mismo no os estaría contando esto. Era una sensación rara porque ni yo estoy segura de lo que siento realmente. Me despisté y cuando me di cuenta el pasillo de las taquillas estaba desierto. A saber cuánto tiempo había estado empanada.

Justo cuando coloqué la cerradura en mi taquilla para alejarme de ese sitio, escuché unos sonidos y susurridos que salían de la habitación del conserje. Miré alrededor en busca de un alma viva. Nada.

Mi curiosidad me llevó hasta el trastero de los conserjes, y antes de poner mi mano sobre el pomo la puerta de abrió sola.

-¡Carly! - chillé asustada al encontrarla enfrente de mí. - ¿Qué haces aquí?

- Shhhhht. - me atrajo hacia ella cerrando la puerta y a la vez tapándome la boca.

La oscuridad me impidió moverme, temía chocarme con algún objeto extraño y provocar ruido. Carly me mataría.

- ¿Qué haces aquí? - susurré un tanto curiosa. ¿Que estaría haciendo una persona escondida sola en un cuarto lleno de trastos de limpieza? Intenté pensar en algo lógico y racional pero no se me ocurrió nada.

- Mmmmm....- se lo pensó varias veces antes de soltar lo que pretendía decirme. - Solo hablaba con una persona.

- ¿Cómo que hablabas con una persona?

- Pues eso, pero ella salió de este sitio y yo esperaba salir luego. Al final no pude hacer nada porque llegaste tú.

- ¿Qué dices? No entiendo nada. - sinceramente entendí perfectamente lo que me había contado hace unos segundos pero no comprendía el motivo. Para que os centréis, básicamente necesitaba que me explicase algo más. Aunque ella no lo hizo.

- Nada, nada. Déjalo. - dijo. - Por cierto, ¿cómo te fue? ¿Cómo esta Víctor? No contestaste a mis mensajes.

Intentaba cambiarme de tema, ¿verdad? Creo que no soy la única que se ha dado cuenta. Yo intenté seguirle el rollo y fingir como si no me había dado cuenta:

- Pues muy bien, gracias a Dios. - solté un suspiro de alivio.- Estos días me han ayudado a abrir los ojos y darme cuenta de muchas cosas. Sigo sin entender porque tu supiste lo de la carta (me refería a la carta que explicaba que mi hermano había tomado las pastillas). Pero ahora prefiero no romperme la cabeza buscando explicaciones que sé que no las voy a encontrar.

Noté la mano de mi amiga encima de mi hombro. Luego un abrazo.

- Cuando me diste leer la primera carta, aproveché para leerme la siguiente. Eso es todo.

¿Eso es todo? ¿No hay nada más? Siempre que intento averiguar el motivo de "algo" tardo mucho en descubrirlo, pero parce que hoy no va a ser así. ¿Pero porque lo hizo? Melanie del Futuro me dijo que no tenía que leerme más cartas hasta que completase un nivel. De momento le he contado lo sucedido a Carly pero aún no he conseguido que Hales confié en mí. ¿Pero entonces porque me han hecho leer la siguiente carta? ¿Acaso el tiempo de conseguir que me coja confianza ha terminado?

- ¿Porque no te has leído todas las cartas de golpe? - Carly rompió esos pensamientos que daban vueltas en mi cabeza.

- ¿No sería algo incómodo saber todo lo que te va a suceder en un futuro? Hay gente que desearía saber cuándo será su primer beso, con quien se va a casar, como se verá de aquí a unos años... Pero yo no quiero que todo se arruine en un día. A parte de eso Melanie del Futuro me advirtió que no me leyese todo de golpe. ¿Qué gracia tiene saberlo todo? ¿Y luego qué?

- ¡Waw! - aunque no veía nada por la oscuridad, pude sentir que mi amiga de había quedado boquiabierta con mi discurso. - ¿Qué tal si salimos de aquí? ¡Me está empezando a picar la nariz! - dijo mientras se rascaba provocando un ruido bastante peculiar.

Sin perder el cuidado salí yo primera y luego ella detrás de mí. Habían pasado por lo menos unos quince minutos desde que las clases habían empezado y obviamente no nos íbamos a presentar a esta hora ya que se nos caería una muy gorda.

Esa hora decidimos saltárnosla y aprovechar para hablar un poco de lo ocurrido en estos últimos días. Pude explicarle a mi amiga todo lo que había pasado en el hospital. Si todo. Le llegué a contar lo de Hales. Y así la esperada pregunta llegó a mí: - ¿Te gusta Hales verdad? ¿Por qué no lo asumes?

Una carta para Melanie (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora