NICOLÁS
Ele vino a mi casa. Lo veo desde la ventana antes de salir a abrirle. Pero lo noto raro, desesperado, más ansioso que de costumbre. Le abro la puerta y camina directo al interior sin ningún preámbulo.
Quién no lo conozca, dirá que se trata del síndrome de abstinencia, pero él no es ningún vicioso. Y eso puedo decirlo ahora con toda seguridad.
Lo sigo y cierro la puerta.
—Hola ¿Te pasa algo? —pregunto caminando tras él.
—Me pasan muchas cosas, Nicolás.
Se sienta, pero no tarda mucho antes de ponerse de pie y caminar de un lado a otro, hasta detenerse frente a un retrato mío pintado al óleo, el cual observa por unos minutos.
—¿Alguna tiene que ver conmigo? —pregunto vacilante, temiendo que esa estúpida mujer hubiera abierto la boca a pesar de mis amenazas.
—¡No! No, perdón, no. Es solo que...
—Dime...
—¿Has tenido ganas de matar a alguien? —me miró y cada palabra que decía, me hacía sentir aludido, por lo que preferí indagar más antes de ponerme en evidencia.
—¿A quien quieres matar?
—A un tipo —confiesa sin tapujos.
—¿Cu-cuál tipo, Ele?
—El marido de...una amiga.
Entiendo que me mienta, que no se quiera abrir conmigo completamente. Yo, debido a mis celos, nunca le he permitido contarme sobre esa mujer a la que frecuenta y que ahora, haciendo las conexiones necesarias, sé con certeza de quién se trata: La esposa de Juan Pérez.
—Cálmate, Ele. Te entiendo, pero cálmate. Siéntate.
—¡No, no puedo! Olvida lo que dije —se dirige a la salida.
—¡No! —digo casi en un grito, interponiéndome entre él y la puerta—. No puedo permitir que te vayas así, puede ser peligroso— Por favor, siéntate y cuéntame —pongo las manos sobre sus hombros—. Cuéntame... —insisto.
Prefiero convertirme en su amigo para que me abra su corazón y confíe en mí, aunque me duela qué esté queriendo tanto a otra persona hasta ese punto.
Sin embargo, sé que Pérez es un infeliz, un miserable y entiendo que quiera acabar con el problema. Pero hay otras opciones y yo no quiero que él se manche las manos de sangre. Él no. Ele es puro, lo es para mí y ciertamente no necesita ese peso en su conciencia. Lo destruiría.
Le preparo un té de azahar para tranquilizarlo. Sé que prefiere el café, pero hoy menos que nunca, le hará bien.
FRIDA
Tal vez debí responderle. Ele se va a angustiar, lo conozco. Voy a llamarlo.
Me responde muy rápido, aunque parece estar acompañado, ya qué una voz masculina se escucha al fondo. Imagino que se trata de Nicolás. Mientras no sea Davina, todo perfecto, porque si tengo que compartirlo con alguien, prefiero que sea con él.
A veces me pica el demonio de los celos, pero sé de su propia voz todo el bien que le hace su amistad y aunque me atosigue con su «Nicolás esto», «Nicolás aquello», no seré yo quién lo aparte de él.
ELEODORO
Me dio pena interrumpir a Nico a media frase, pero tuve que contestar el teléfono. Le hice una seña para que me esperara y salí para hablar con ella.
—¡Frida! ¡¿Cómo estás?!
—Bien, Ele, estoy bien.
—¿Segura? Dime la verdad.
—Es la verdad.
—No me contestaste ayer y creí qué te había hecho algo ese malparido.
—No, de verdad, estoy bien. Son cosas de mujeres, ya sabes, los cólicos me están matando. Después de tener al niño empeoraron. Ayer no tenía ganas de nada. Tuve que llamar a Olivia para que me ayudara con Juanito.
Sé que está mintiendo. Puedo oírla quejarse. Muy bajito, pero la escucho.
—Estoy bien. Juan ni siquiera se ha parado por aquí en todo el día. Sabía que te ibas a poner así y por eso te hablo. Nos vemos pronto, pecosito.
—¿Mañana?
—La próxima semana.
—Está bien. Hasta entonces. Cualquier cosa, por favor, Frida, avísame, ¿sí?
Le devuelvo el beso que me tira y cuelgo. Me doy la vuelta y Nicolás está justo detrás de mí.
—¿Era ella?
—Sí. Y está mintiendo.
—¿Por qué estás tan seguro?
—¡Ese maldito imbécil! ¡Lo sabe, Nicolás, estoy seguro de que lo sabe! Hoy, antes de salir al estacionamiento me miró y sonrió de una forma que... ¡Si no hago algo pronto, la va a matar!
NICOLÁS
Ay mi amor, si la solución perfecta no implicara que te alejes de mí, con gusto haría lo necesario. Pero soy egoísta y la suerte de esa señora no es asunto mío. Ni siquiera tuyo.
Ele, mi querido Ele. Nadie va a apartarte nunca de mi lado. Ni siquiera tú.
ESTÁS LEYENDO
ELE (Versión Extendida)
Romance(Ele, versión extendida). Un escritor inicia una relación clandestina con la esposa de su peor enemigo, mientras al mismo tiempo, descubre que siente algo más que una entrañable amistad por su amigo Nicolás. Lee este drama con toques finos de humor...