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—Quiero que me digas en este momento, ¿Qué demonios le dijiste a la profesora para que me deje irme?— me detuve ya fuera del salón

Se dio vuelta y me miro completamente serio. —no comiences por que no tengo intenciones de decírtelo.

Un minuto. ¿Por qué lleva mi mochila?

—¿Me puedes devolver mi mochila? Por favor 

—Me aseguro de que no te vallas y me dejes tirado, aunque no vamos a otro lugar que no conozcas— detuvo su caminata y se giro hacia mi —solo evita no soltar algún comentario absurdo, no llevo buen día— dio una sonrisa triste y siguió caminando  

Sin decir mas solo seguí sus pasos en silencio mientras que el llevaba un cigarro en sus labios. Llegamos al parque de la madrugada pasada y nos tiramos al pasto, no había casi nadie solo algunas personas haciendo ejercicio.

El cielo estaba opaco seguro mas tarde llovería; me gire para ver a Chris de perfil que mantenía sus ojos cerrados, se le veia en calma, relajado. Ya no tenia esa típica cara de aburrido, gruñón y grosero. 

—Soy hermoso, lo se— abrio sus ojos —. Cuéntame de ti, algo que ya no sepa— se le veia interesado pero tocamos el tema de mi triste vida...

Yo nunca tengo nada bueno que contar sobre mi

—Mi vida es aburrida, no hay nada que contar...

—Que quieres estudiar cuando te gradues.

—Estás consciente de que estamos perdiendo clase?— interrogue.

—No tengo ganas de dar clase hoy, y tu tampoco quieres

—¡Tu me obligaste!— me quejé

—No te agarre de la mano para que vinieras— rió

—Te llevaste mi mochila, baboso— me cruce de brazos.

—Que edad tienes— se acomodó para tener mejor vista de mi.

—15 casi 16. Tu?

—17 y medio

—Que mes cumples los 18?

—Agosto. Tu?

—Junio. 25 de junio— vuelve a cerrar los ojos pensando

—Aún tengo tiempo para tu regalo— volvió a mirarme

—Un mes, exactamente.

—Tienes alergia a las flores?

—A los girasoles, no me gustan las rosas rojas, soy alérgica al chocolate, no me gustan las pastillas a menos que sean de menta... Soy muy complicada, chico— le sonreí

—Eso ya lo tenia bastante claro, chica— me regalo una risa lobuna —ven, vamos a caminar.

Nos levantamos y yo arregle la falda de mi uniforme para ir luego junto al chico mientras hablábamos de lo primero que se nos ocurriera, conocí un poco más el parque y cada vez que nos adentrábamos era aún más hermoso y lleno de árboles.

En un momento al chico lo llamaron y le di su espacio para que hablara por teléfono y, por por primera vez, me tomé el tiempo de admirarlo con el uniforme puesto. Creo que era la primera vez que lo vi en esas fachas pero debo admitir que le quedaba muy bien, solo que su apariencia de chico malo se esfumaba con el uniforme.

El rojo y gris oscuro no iba con él.

Termina su llamada y toma asiento junto a mi en un banco, me mira detenidamente como si estuviera pensando lo que valla a decir. Luego de un suspiro decide soltarlo.

—No te quiero dejar tirada, así que, hoy tendrás que acompañarme a un lugar. No te preocupes por nada por que no dejaré que se te acerquen si quiera— se levantó y me extendió su mano —confía en mi... Aunque somos dos extraños aún, pero yo no miento.

Ya estaba corriendo demasiado riesgo en venir acá y que mi madre se entere de mis faltas, pero algo en mí decía que no mentía así que si ya estaba acá ¿porque no acompañarle?

—Está bien— susurre algo indecisa mientras tomaba su mano.

🌻

El lugar era como un bar abandonado pero parece más bien como si lo estuvieran remodelando, el chico en ningún momento me soltó la mano y siempre estuve tras de el por si las moscas como había dicho reiteradas veces.

Me hizo sentir segura y no mintió con lo que dijo.

Llegamos a un piso donde había bonita vista pero estaba muy abandonado, las paredes se les había despegado la pintura, habían pedazos de madera por todo el suelo y unas cuantas sillas dañadas.

—Hombre chris— un chico apareció de la nada para saludarle.

—Dime, Sergio, Hoy no tengo todo el día.— dijo con fastidio.

—El jefe quiere terminada la planta de abajo para dentro de dos semanas, los materiales llegan mañana a las cinco y media. Te quiero al día con todo.

—Lo sé, ramiro ya me había dicho sobre eso ayer, ya forme la cuadrilla para que vallan terminando abajo mientras no estoy.

Estos dos hablaban como si yo no existiera, estaba a un costado de chris, frente al señor de unos cuarenta y dos años. Sus ojos captan mi presencia y enarcó una ceja mientras me miraba de arriba hacia abajo, super incómodo todo.

—Hablamos luego— y sin más se fue por las escaleras.

Chris rodó los ojos y dio pequeños pasos hasta llegar a mi lado, nos quedamos uno junto al otro sin decir absolutamente nada. Pasaron unos diez minutos que para mí parecían horas, las más largas horas.

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