Sway

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FELINETTENOVEMBER

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DIA 5:

Sway

Podría decirse "oscilación"

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Adrien Agreste miró hacia el cielo, sólo para verificar, que efectivamente, los cerdos no volasen por el firmamento. Luego, revisó su calendario y lo chequeó con las alertas de los satélites, por si hubiera alerta de meteorito colisionando con la Tierra. Al final, y muy a su pesar, se pellizcó fuertemente el antebrazo sólo para convencerse que esto no fuera un sueño. O alguna alucinación, o algo irreal.

Cuando él mismo se hizo daño por el pellizco, Adrien se convenció de la realidad.

Su primo inglés y estirado, estaba enamorado.

De su amiga.

De Marinette Agreste née Dupain-Cheng.

Imposible, inaudito.

No lo quiso creer, porque ... Félix no tenía corazón. Era un chico flemático, y sin emociones. No reía, ni bromeaba. Era cruel con él, destruía sus juguetes y posesiones. Y era peculiar, raro. Por momentos, Félix se quedaba mirando el firmamento, sin moverse un ápice, y en otros, se quedaba a las puertas de la cocina olisqueando el ambiente. Si le preguntaba que qué hacía, Félix se encogía de hombros y respondía en voz bajita.

- Las constelaciones, Adrien, trato de ubicarlas sin mapa. -

O también:

- No puedo comer lo que están cocinando, pero creo que está delicioso. -

Alguien extraño, Félix era alguien extraño.

Se sorprendió, por lo tanto, que un buen día de setiembre, casi a punto de empezar el curso escolar, su tía Amelie apareció en París, con Félix a su lado, con maletas y un baúl, y su estuche de violín.

- Félix irá al Instituto aquí en Francia, contigo Adrien, espero que lo ayudes a adaptarse. -

Su tía les sonrió a ambos, le dio un beso a Félix en la frente, y sin decir nada más, se largó nuevamente a Londres.

- No preguntes, Adrien, no lo hagas. No digas ni una palabra. - le dijo Félix, cuando ambos estuvieron solos.

En rebelión al abandono materno, Félix desdeñó la Mansión Agreste y se instaló sin dudarlo, en una de la suites más exclusivas del Grand Hotel de París. Desde ahí, él fue libre. Tenía su propio horario y disfrutaba de sus propias diversiones, las cuales, si le preguntasen, Adrien no tenía ni idea cuales fuesen.

Suspiró, meneando la cabeza.

- Félix no tiene corazón. -

Pero ahora estaba Marinette, revoloteando al lado suyo como una abejita a una flor. Marinette sonreía, y brillaba, su pelo bailaba al viento, se arreglaba la falda e iba, completamente emocionada, hacia la biblioteca, donde estaba su parco y mustio primo, rumbo a su clase de refuerzo de matemáticas. ¡Como si ella lo necesitara!

Un gran calor inundó su pecho, cuando leyó lo que Félix había escrito en esa hoja de papel que tiró a la basura. Un dolor picante. Un escalofrío. De inmediato, quiso advertirle a Marinette, decirle que su primo no era bueno, ni tierno ni amable. Sino un ser sin sentimientos, similar a un ogro, eternamente malhumorado.

--La verdad sobre el amor-- **Felinette November 2021**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora