𝙰𝙻𝙻 𝚃𝙾𝙾 𝚆𝙴𝙻𝙻 - Ｓａｎｇｉｈｕｎ

Just between us...

"Caminé por la puerta contigo, el aire estaba frío. Pero algo acerca de ello se sintió como en casa de alguna manera"

Era la primavera de 1990 cuando tras un largo día de escuela, Sang-Woo te invitó a su casa como cada viernes desde hace más años de los que una mano puede contar. Pero ya no eran niños y el calor en sus corazones parecía haber tomado un significado diferente. Pasaste todo el día pensando en eso, pero claro que el hecho de no poder saber qué pasaba por la cabeza de tu amigo te tenía en incertidumbre. Pero cuando atravesaron su puerta, él tomó tu mano y sentiste todas tus dudas disiparse. En cuanto cerraste tras de ti, lo halaste frente a ti, sin soltar su mano, no querías hacerlo nunca más. Tú contra la madera y él contra ti, lo besaste, se besaron. La calidez creció más de lo que pensabas que podía, se sentía como encontrar tu hogar.

"Cantamos en el auto, perdiéndonos en el norte, hojas de otoño cayendo como pedazos en el lugar adecuado. Y puedo imaginarlo después de todos estos días"

Era el otoño de 1991 cuando, por el cumpleaños de Gi-Hun, rentaste un carro. Un antiguo maserati descapotable rojo solo por un día. Cuando le mostraste la sorpresa afuera de su casa, prometiéndole un paseo todo el día a tu lado por sus 17 años, insistió en que su cumpleaños era dentro de una semana, que no era necesario haber gastado dinero en él. Definitivamente no lo escuchas y le abres la puerta del copiloto con caballerocidad casi ridícula. Su sonrisa no tiene precio mientras transitan las calles. A veces le tomas la mano y la llevas a tus labios mientras él te cuenta cualquier cosa. En un alto, con arboles naranjas rodeando el boulevard poco transitado, Gi-Hun te dice que te ama. Tú lo amas también, más que a nadie.

"Y sé que se fue hace mucho y esa magia ya no está aquí. Y podría estar bien, pero no lo estoy en absoluto"

Ambos habían regresado del primer juego, los dos habían salido con vida de esa masacre. Si es que sus situaciones podían llamarse vida. Gi-Hun se encuentra fumando afuera de su casa, Sang-Woo se está hundiendo en su bañera y alcohol. El trauma es insuperable y la precariedad monetaria es insufrible, pero no solo eso ataca sus mentes, sino la existencia del otro. De todos los lugares posibles, fueron a encontrarse ahí y después de varios años, la llama en sus pechos que solía darles calma, seguía ahí pero les provocaba nostalgia. La llama que era roja se volvió azul con el tiempo, pero quemaba igual.

"Álbum de fotos en el mostrador, tus mejillas se estaban poniendo rojas. Eras un niño pequeño con gafas en una cama de dos plazas Y tu madre estaba contando historias sobre ti en el equipo de tee-ball. Me hablabas de tu pasado, pensando que tu futuro era yo"

En el verano de 1992 la madre de Sang-Woo te invitó a cenar a su casa, solo serían ustedes tres porque hacía unos días Sang-Woo le había contado de "lo suyo". El hecho de que decidiera sacar los albums viejos de fotos mientras Sang-Woo se arreglaba, se sentía como una suegra esforzándose por avergonzar a su hijo con su pareja. Algunas fotos incluso te incluyen a ti, de la linda infancia que vivieron, pero otras, anteriores a que el destino los juntara, plantaban la sonrisa más amplia en tu rostro. Cuando el otro por fin bajó, prácticamente cerró a velocidad todos los albumes y los devolvió al cajón mientras reclamaba a su madre por tremenda osadía. Eso no la detuvo de contar como todos pensaban que Sang-Woo sería beisbolista por lo mucho que le gustaba jugar a ello a los 4 años, con uniforme y todo. Mientras escuchas divertido la historia, le tomas la mano a él por debajo de la mesa. Solo por debajo de la mesa.

"Y estaba pensando en el camino que en cualquier momento él diría que es amor. Nunca lo llamaste como era. Hasta que estuvimos muertos, idos y enterrados"