19 - Planes no tan planeados

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Holi, antes de que sigas leyendo, deja tu comentario aquí (y luego si quieres también ;)) y Halia te llevará a pasear perritos 🌈

Segundo, no tengo el banner porque mi internet me odia y no lo pude subir, pero espero que disfruten el capítulo. 💜

Una semana después de la presentación de la banda en el bar, todo empezó a suceder muy rápido e intentaba seguirle el ritmo a todos los cambios.

Puede que no sea la persona más organizada del planeta, pero antes de hacer algo me gustaba evaluar la situación antes de atreverme a hacer algo. Halia no era así, ya me había dado cuenta, pero tampoco esperaba que me llamara a medianoche con la propuesta del plan menos planeado que había escuchado en toda mi vida.

Era tarde y la única luz que había en mi habitación era la de mi laptop a un lado de mi cama y las luces de los otros edificios atravesando sin compasión las cortinas. Los ruidos de la calle y los del estudio de Mateo ya eran mis acompañantes todas las noches como esa en que me quedaba hasta tarde escribiendo —viendo la pantalla hasta que algo saliera—, así que cuando el saltarín ringtone cortó los usuales sonidos de la noche, me sobresalté en medio del sueño.

No contesté al primer tono porque, primero, las llamadas suelen ser para cosas realmente importantes, como emergencias o noticias muy buenas que sólo puedes dar con tu voz, pero no entendía qué estaba pasando, si era algo malo o bueno; segundo, porque seguía medio dormida, y no veía nada en la oscuridad y el inmaculado desastre de mi habitación. Cuando recuperé el teléfono de debajo de la cama, el brillo y el nombre de Halia en letras grandísimas me encandilaron; pasé una mano por mi cara como si pudiera apartar el sueño de un manotazo y me llevé el celular a la oreja. Apenas era consciente de mi existencia en el mundo así que volví a tumbarme en la cama para enrollarme en las frazadas.

—¿Estás bien? —pregunté en medio de un largo bostezo con las sábanas tapando la mitad de mi rostro —Son más de las doce.

—Estoy perfectamente —contestó, podía oírla sonreír. De repente soltó en un chillido muy bajo—: Tengo un súper plan.

Los sonidos de la noche, las luces atravesando la ventana, no eran suficientes para mantenerme despierta así que traté de concentrarme en la voz de Halia saliendo por el altavoz. Sonaba cómo se movía de un lado a otro y de vez en cuando el sonido de la música se filtraba en la llamada. Su voz volvió en un susurro muy bajo, como si apenas fuera consciente de algo:

—No puede ser —exclamó, se escuchó cómo tapó su boca con un mano. Sonreí—. ¿Te desperté, cierto? Lo siento, vuelve a dormir, te contaré por la mañana.

—Pues sí... —dije, riéndome por lo bajo. Podía imaginarla, aún con la mano cubriendo sus labios y las mejillas sonrojadas y el flequillo alborotado —. Si me dices cuál es el plan ahora, volveré a dormir. Si no me lo dices, te molestaré hasta que lo sueltes.

Se lo pensó un momento y aceptó.

—¿Recuerdas que dije que mi casa, bueno la de mi familia, queda en las afueras de la ciudad, en las lindes del bosque? —asentí, aunque no me estuviera viendo, así que respondí que sí —. Pues, ¿qué te parecería si vamos ahí el fin de semana?

—¿Tú y yo y los chicos? ¿Solas? ¿O cómo? —pregunté, ya se me había olvidado el sueño que tenía, estaba interesada en ese viaje. Tal vez sonaba demasiado interesada en alguna parte.

—Iríamos con los chicos también, porque necesitamos que nos ayuden con las cosas y no sé manejar, ni tengo auto y sería muy divertido que fuéramos de viaje en carretera... —se rió con algo de nerviosismo y se aclaró la garganta —Pero, sí, en momentos, estaríamos solas.

Las almas de Halia y MayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora