«Para ti, te entrego el amor que tu padre nunca supo, o aprendió a dar. No mezcles tus sentimientos porque te harán delirar. Espero que no caigas en la depresión como los dos lo hemos hecho, querida hija»
—Shieda Kayn.
{Una historia real de tus antecedentes}.
Se conocieron en su niñez, en un parque del centro especialmente para niños, eran muy buenos amigos inseparables, los dos que no querían separarse por nada del mundo. Jugaban con los muñecos de Kayn en su casa, mayormente se la pasaban así. Entre inocentes risas que a todos les parecía muy tierno por el lazo fuerte de amistad. Aparte se protegían el uno al otro en la escuela cuando sus compañeros los agredían. Aunque al final el pobre omega salía con pequeñas lágrimas y Zed se veía obligado a calmarlo con sus abrazos. No le gustaba ver a su amigo llorar, porque eso le recordaba a él cuando su padre falleció a sus seis años de edad, pero ese tema lo veremos en próximo.
Shieda Kayn, de ojos amarillentos heredados por su hermosa madre y tez blanquecina por su padre, tenía una vida tranquila con sus queridos padres que siempre estaban ahí para protegerlo de cualquier peligro, claro que también dejaban que su hijo hiciera algunas travesuras para que después aprendiera de las consecuencias que traían algunos problemas. Fue educado correctamente, era respetuoso cuando personas mayores visitaban la casa o algunos trabajadores empleados de la compañía de su padre. Nunca los molestaba cuando charlaban, se quedaba en su habitación durmiendo o jugando con sus peluches. Pedía todo con un por favor y después agradecía con una sonrisa. No fue un niño mimado o maleducado, sabía perfectamente que no era no y así se quedaba, no insistía en que le compraran algo que sus padres no querían pagar. En su escuela era estudioso, siempre asistía a unas clases particulares cuando no entendía un tema de su escuela, o a veces su madre le ayudaba. Pero nunca trajo malas calificaciones a su casa, sus padres estaban orgullosos de eso y le compensaban con una salida familiar al parque, dónde en una de esas salidas conoció a Zed, sentado debajo de un árbol mientras lloraba.
Nuestro albino era totalmente diferente, no tenía una buena infancia, su madre era una alcohólica; todos los días maltrataba a su hijo de diferentes maneras, siempre estaba su papá alfa para protegerlo de los abusos de su mamá beta. Ella sufría de algunos problemas de depresión y por eso acudió al alcohol y un poco de drogas, lloraba sin consuelo en su habitación porque, aparte de tener depresión, sufría de una rara enfermedad terminal, sus días empezaron a contarse desde ese entonces. En cambio su papá era trabajador y una persona muy amistosa y buena, ayudaba a su hijo a no seguir por el camino que su mamá se dirigía. Claro que no podía porque le preocupaba la situación de la mujer que le dio vida, quería abrazarla pero ésta le daba un empujón y se iba. Antes ella no solía ser de esa manera, amaba a su niño. Sin embargo, los días pasaron y sentía que ya nadie la quería de la misma forma. Él a veces se escapaba de casa cuando sus progenitores discutían fuertemente por los problemas de la beta, se iba con su tía para que ésta lo calmara y después charlara con su hermana. Zed le gustaba visitarla porque tenía a su prima Syndra, que juntos jugaban para calmar las cosas. Pero en un día, cuando su mamá no dejaba de lamentarse como siempre, notó la ausencia del alfa en casa, habían llamado la puerta y aparentemente era uno de los amigos del hombre, venía con malas noticias de que su padre se había suicidado en su trabajo. Ese fue el golpe definitivo, el niño sintió como si le apuñalaran el pecho. Esa noticia bastó para que su madre también se quitara la vida, no sin antes haber maldecido a su hijo, quién la veía como se colgaba desde el techo. Su tía se hizo cargo de él, pero el dolor no se quería despegar del pequeño, sus padres se habían suicidado sin importarle el daño que pudo haberle causado al pobre niño inocente. Empezó a escabullirse de la casa donde vivía para irse al parque donde tenía buenos recuerdos, siempre se sentaba debajo de un árbol para llorar sobre todo lo que tuvo que pasar. Pero un niño se apareció delante, mirándolo con preocupación sobre su estado. De esa triste manera conoció a Shieda Kayn, ese niño que se volvería alguien importante más adelante.
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Síndrome del corazón roto [Kayn x Zed]
FanfictionEl último adiós siempre duele, duele peor que apuñalarse seguidas veces al pecho. ¿Por qué tenían que separarse? El destino así lo quiso, y no deben quejarse porque saben que en algún futuro cercano volverán a encontrarse. -era una historia antigua...