Capítulo 18. Luz y oscuridad

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Abrimos la puerta y entramos. Casandra estaba sentada ella sola en su trono. No había nadie más, solo ella. Catherine cerró la puerta a nuestras espaldas.

¿Os puedo ayudar en algo?- preguntó ella-.

Con un movimiento de muñeca Raquel deshizo el hechizo dejando ver nuestro verdadero aspecto.

¡Oh, pero si son mis adoradas sobrinitas y mi antigua criada!- exclamó ella con una aborrescente ironía-. Catherine, querida, ¿no te había mandado a aquel orfanato para que te pudrieras en él?-.

¡Serás-

Daphne, cariño, hablémonos como princesas y reinas que somos-.

¡Tu no eres reina ni eres nada!- gritó Raquel-.

Con esas palabras Raquel consiguió borrarle la sonrisa a Casandra de la cara. Lo siguiente fue un temblor. El suelo temblaba. Casandra desprendía un aura de color negra y transmitía temor.

La tierra, el palacio, el suelo o lo que fuera temblaba con mucha fuerza. El techo se empezó a agrietar y el suelo se elevó, como si fuera una plataforma. Era una plataforma.

Al llegar a la superficie alcanzamos una altura de vértigo.

Nos tambaleábamos por las repentinas sacudidas. Mi tía seguía de pie en el mismo sitio. La plataforma paró de ascender.

¿No creereis que sois las únicas que hacen mágia por aquí, verdad?- dijo ella con una malévola sonrisa-.

Pe-pero tú... Tú no puedes hace-er mágia...- tartamudeó como pudo Catherine-.

Le pedí el favor a una amiga- bufó Casandra con aire de superioridad-.

A la bruja...- dijo Raquel-.

Exacto. Pero eso no fue todo lo que le pedí...-.

Yo levanté por medio de la telequinesis una roca enorme que había a un extremo de la plataforma.

La coloqué encima de Casandra y la dejé caer, pero ella se teletransportó a un par de centimetros de donde estaba, lo suficiente para no ser aplastada por el enorme escombro.

Ella lanzó una especie de bola de fuego pero Raquel la realentizó con la Cúpula del Tiempo.

¿En serio estábamos haciendo esto? ¡Parecía una pelicula de Harry Potter! Yo no quería vengar todo mi dolor haciendo esas cosas.

No tuve tiempo de decir ni de hacer nada pues, un pelotón de guardias reales aparecieron por detrás de Casandra. ¿Cómo habían llegado hasta aquí? ¿Trepando?

Casey también apareció, pero detrás nuestra.

¡¿Cómo has subido?!- le pregunté al notarlo cerca, pero sin quitarle ojo a los guardias y a Casandra-.

¿Por las escaleras?- dijo él-.

Los guardias iban muy bien armados con escudos y lanzas y espadas. Casey también traía una, perdón, dos lanzas. Dios sabe lo que hizo para conseguirlas...

Le pasó una lanza a Catherine y nos preparamos para luchar. Cuatro contra veintiuno... No era muy justo. Sentí una corriente eléctrica.

Entonces Raquel desapareció. Se había ido al pasado, lo sabía. ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué justo ahora mi hermana me había abandonado?!

¡Jajajaja!- rió Casandra-. Vaya, vaya... La pequeñaja se ha largado... ¿Y tú confiabas en ella?-.

De los ojos me salían lágrimas, tanto de la ira como de la tristeza. Acabados, así estábamos.

De repente una luz nos cegó, y de la nada apareció Raquel acompañada de... De muchísima gente.

Mis compañeros de clase del orfanato, la bibliotecaria de Idial, la mujer de correos de Hunner, la mujer que nos acogió en Yierenna y varios ciudadanos de allí, el camarero que nos atendió en Diafa y el tucán de Diafa (si, el tucán también). Empatados, ventiuno contra ventiuno. Ahora si que teníamos posibilidad de ganar.

Los invitados de Raquel venían armados desde con rodillos hasta con hoces.

Nos abalanzamos unos contra otros. La guerra había empezado. En medio de tantos cuerpos en movimiento me choqué con Raquel. Espalda contra espalda.

¡Con que éste era tu plan!- le dije mientras de daba una patada a un guardia. El ser bailarina ayuda-.

¡Acabo de visitarme en el pasado!-.

¡Por eso desapareciste justo antes de tener el plan de transformarnos!-.

¡Todavía no!- me dijo después de tumbar a un guardia con una llave-. Me he visitado cada vez que nos encontrábamos en algún lugar desde nuestro viaje-.

¡Las corrientes eléctricas! ¡Me pasaban cada vez que Raquel viajaba al pasado!

Una lanza nos cruzó entre nuestras caras y no nos dio de milagro.

Nos pusimos a ayudar a todos los que lo necesitaban. El tucán, en cambio, se defendía muy bien el solito.

En eso que estaba soplándole en la cara a alguien para que perdiera la memoria (había aprendido como utilizar el hechizo amnesia) noté como alguien me tocaba el hombro.

Me giré con el puño en alto para asestarle un golpe pero solo era Casye.

¿Casey?- le pregunté extrañada-. ¿Qué haces? ¡Estamos en medio de una gue-

No me dejó terminar cuando me besó. Se separó y me dijo...

Ahora puedo morir tranquilo- dijo, evidéntemente, con sarcasmo-.

Me quedé tiesa en el mismo lugar en el que me había dejado.

Me giré. Habíamos ganado. Todos los guardias estaban en el suelo.

¡No!- gritó Casandra a unos siete metros de mí-. ¡Me las pagarás, niña malcriada!-.

Me dijo y dejó ver un collar que llevaba puesto. Era verde. Lo frotó y todo se volvió negro. Susurros surcaban mi cabeza. Era gritos de agonía, pero susurraban. Me aturdían y me mareaban. Me decían que por mi culpa todos morirían, me decían que desde siempre había sobrado, me decían que todo era mi culpa...

Esa era la maldición. Me estaba hundiendo tanto por dentro como por fuera. Me moría, esas voces me chupaban el alma.

En la negra oscuridad... Una bailarina de ballet danzaba como si fuera un ángel.

Casandra reía, y su risa cortaba. Todo estaba perdido. No lo había conseguido, no. Mi cuerpo se desplomaba léntamente en el suelo y caía de rodillas. Los demás estaban atrapados en una especie de cúpula que había creado Casandra.

Parpadeé y miré el aura de mi tía. No tenía, pero de la nada apareció la sombra más brillante que había visto en toda mi vida. Se arodilló junto a mí y me dijo...

¿Recuerdas que te dije que mi sombra no brillaba tanto porque me faltaba valor? Pues eso va a cambiar-.

Puso una mano en mi hombro y rápidamente noté una mejora respecto a mi estado. ¿Qué estaba pasando?

DAPHNE 2 [sin editar ni corregir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora