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Megan

Abro mis ojos y me cerebro se encuentra un poco desorientado hasta que luego de unos cuantos segundos recuerdo con claridad donde estoy y todo lo que paso ayer en la noche, cinco polvos, diez orgasmos, pura lujuria y ganas contenidas.

Soy incapaz de procesar emociones tan temprano en la mañana, pero es inevitable sentir que tengo mucho sobre lo que pensar, salgo cuidadosamente de debajo del brazo de Gabriel quien duerme profundamente a mi lado, no creí que pudiese lucir más atractivo en ninguna forma posible pero ciertamente me sorprendió, si despierto es un adonis, dormido podría jurar que es una especie de semi dios cuyo don predilecto es la belleza y la seducción.

Recojo la primera prenda que veo en el sofá y me la coloco, resulta ser la camisa que Gabriel llevaba anoche, termina justo debajo de mis glúteos, pero no es que me importe mucho. Localizo mi bolso tirado en el mismo sofá donde encontré la camisa, busco mi teléfono dentro y al mirar la hora en éste me doy cuenta de que he despertado demasiado temprano, apenas faltan treinta minutos para las seis de la mañana, corro la cortina y tal como sospechaba el sol ni siquiera sale aún.

Ver la calma con la que las olas rompen en la orilla me provoca sentarme a observar la hermosa vista desde menos distancia, abro la puerta sin pensarlo mucho más y cruzo la pequeña terraza hasta la arena blanca, me siento cerrando mis ojos y respiro hondo disfrutando de la brisa marina que acaricia mi rostro. Disfruto de mi soledad hundida en mis pensamientos hasta que unos fuertes brazos me rodean, su aroma me invade por completo trayendo a mí los recuerdos de todo lo que pasó entre nosotros anoche, bien podría hacerme la loca, pero llevando su camisa y respondiendo a su caricia en mi mejilla no sería muy creíble.

No habla una palabra, solo me mira, sus ojos estudian cada uno de mis movimientos esperando que en cualquier instante decida huir, pero para ser honesta no es mi intención. Mis decisiones me han llevado hasta este punto, sea bueno o sea malo estoy donde estoy porque yo solita me lo he buscado y no tiene sentido negarme algo que quiero, porque sí, lo quiero, quiero exprimir cada momento junto a él, aprovechar su obvio interés monetario y montarme mi cuento Disney como a mí me dé la gana hasta que llegado el momento deba volver a la realidad.

Salgo de entre sus brazos, me pongo de pie y quedo frente a él que me observa desconcertado, zafo uno a uno los botones de su camisa y la deslizo por mis hombros deshaciéndome de ella con una sonrisa que nunca antes le había mostrado, esa que solo sale a relucir cuando la chica buena se va y deja que la perversa tome el control. Me meto al mar desnuda, contoneo mis caderas en el corto camino invitándole a entrar conmigo, tarda dos segundos en comprender el mensaje, solo lleva un bóxer puesto así que no demora mucho en unirse a mi dentro del agua.

Nada hasta donde me encuentro, me toma por la cintura y comienza a besarme con pasión como si quisiera todo de mí, cruzo mis piernas alrededor de su cadera sintiendo su creciente bulto que no tarda en rozar mi entrada sin tela de por medio, a diferencia de lo que una vez supuse la sensación no es para nada desagradable, al contrario, dentro del agua la intensidad de sus embestidas adquiere un toque extra que no sabría cómo describir pero que definitivamente merece cada gemido que arranca de mis labios.

Aumenta el ritmo creando pequeñas ondas a nuestro alrededor, los rayos del sol comienzan a acariciar nuestra piel a medida que asciende por el horizonte, no deja de besarme, apretarme y manosearme por todos lados, me susurra lo estrecha que estoy, lo bien que se siente dentro de mí, me avisa que está a punto de correrse y que más me vale hacerlo con él si no quiero que me folle todo el día hasta hacer que nos corramos juntos, una oferta tentadora, pero no tanto como el inminente orgasmo que pronto llega a mi calentando todo mi cuerpo en el proceso, su derrame llena mi interior cumpliendo su cometido.

Un Novio De Alquier (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora