Dicen que la vida está llena de fracasados, personas que no fueron capaces de surgir. Pero hay dos tipos: los que intentaron y no obtuvieron resultado alguno, y los que se quedaron de brazos cruzados esperando que algo bueno pasara en sus vidas.
El primero definía a Kim Taehyung.
Se había ido de casa a los veinte años con el sueño de ser el mejor profesor y filósofo del siglo veintiuno. Se lo prometió a sus padres, diciéndoles que lo verían en televisión dando entrevistas o en periódicos. ¿Lo más triste? Nada de esto pasó y, después de siete años, aún no se atrevía a regresar a casa para ver la cara de sus padres; no era capaz de enfrentar sus expresiones de decepción. Por esa razón, se encerraba en su piso fumando más de tres cigarrillos al día, con el olor a whisky impregnado en su piel.
Él lo había intentado: estudió, se esforzó, se quedaba hasta tarde haciendo sus trabajos y estudiando más de la cuenta. Entonces, ¿qué pasó? ¿Por qué la vida no lo había recompensado? ¿Había estado haciendo algo mal? No lo entendió y aún seguía sin entenderlo. Tal vez estaba destinado a vivir como un fracasado toda su vida, sin poder ver la cara a sus progenitores.
Le gustaba hablar sobre la vida, sobre las teorías que encerraban al mundo, sobre las opiniones. Y, a pesar de que daba clases en una universidad no muy buena, eso lo mantenía en pie, aunque la mayoría de sus estudiantes usaran su clase para dormir.
Charles Dickens dijo una vez: “cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender”. Pero, ¿qué tenía que aprender? ¿Qué era eso que le faltaba para llegar a la cima de su clímax? Ese pensamiento no lo dejaba dormir incluso por dos noches seguidas; siempre estaba allí, recordándole cosas que él no quería.
Por esa razón, esa madrugada se levantó, no pudiendo aguantar más los pensamientos que lo atormentaban. Agarró su gabardina, su encendedor y la caja de cigarrillos para luego salir.
Eran las tres de la madrugada y la mayoría de las personas dormían apacibles, o eso creía él.
Frunció el ceño y quitó el cigarrillo que estaba a punto de encender de sus labios. Ahí, en medio de la oscuridad y la brisa fría de mayo, estaba un cuerpo sentado en los tubos del puente. Su cabello se movía por el viento y su espalda subía como dando pequeños espasmos.
Estaba a punto de darse la vuelta e irse. Pero él era demasiado inteligente para saber que una persona sentada en la orilla de un puente no lo hacía para ver la vista. Además, no había vista que ver ya que debajo solo pasaba un pequeño arroyo que se llenaba lo suficiente con las lluvias.
-Hey tú-habló por fin. La persona se quedó paralizada, como si haciendo eso evitaría que lo siguieran viendo-. ¿Sabes lo peligroso que es hacer eso? Puedes caer y morir- dijo, tratando de que la persona entrara en razón, tal vez.
-Es exactamente lo que quiero, gracias.
Era la voz de un chico y estaba llorando. Y no, no lo supuso porque la sociedad había cambiado tanto que ahora las mujeres también llevaban el cabello así de corto.
-Luces joven. ¿Por qué alguien como tú querría hacer algo así?
-Señor, ¿podría darme privacidad? Me resulta incómoda su presencia.
Sus cejas se elevaron. Debe admitir que su forma tan educada de hablar lo sorprendió bastante, pero eso no era lo importante ahora.
-Temo que no puedo hacer eso, porque si te dejo y al día siguiente apareces en las noticias, quedaré con el remordimiento de no haber podido hacer un intento.
El muchacho soltó una risa sarcástica, como burlándose de sus palabras.
-¿Y qué le asegura que no haré nada si hace un intento?
-No lo sé, a veces suelo ser muy convincente.
Sus pies se movieron por inercia y quedó al lado del chico. Apoyó sus codos en los tubos del puente viendo hacia el frente. Pura oscuridad, como la que lo atormentaba a él.
-¿Por qué haces esto?- preguntó de nuevo. Esta vez sus ojos se fijaron en los pies del muchacho que colgaban fuera de la baranda.
-Señor, ¿a veces no siente que ya nada tiene sentido? Intentas e intentas encontrar alguna motivación, pero nada sirve. ¿No se ha sentido así alguna vez?
Y Taehyung lo entendió perfectamente. Él se había sentido así más veces de las que le hubiera gustado admitir.
-A veces... tenemos que hacer otro pequeño esfuerzo antes de rendirnos del todo.
¿Por qué estaba diciendo esas cosas? ¿Acaso no era muy hipócrita de su parte? Para él, la vida ya había perdido su sentido. Ahora era como un alma en busca de un cuerpo que pudiera brindarle la felicidad y estabilidad que buscaba, salvo que ese cuerpo era el propio y no tenía reparo alguno.
Una brisa fría provocó que ambos se estremecieran. El chico aferró las manos al tubo y Taehyung no lo pasó desapercibido.
-Tú no quieres morir- dijo de repente-. Simplemente tu mente te está diciendo que esa es la única opción que tienes ahora, pero tu cuerpo no lo permite.
-¿Qué le asegura eso?
-El hecho de que probablemente llevas aquí aproximadamente dos horas pensando en hacerlo. Si quisieras llevar esto a cabo no lo pensarías tanto. Y segundo, tus manos aún buscan algo a lo que aferrarse, por ejemplo.- y señaló sus manos que sostenían el metal con fuerza.
El muchacho no habló más, y Taehyung decidió que era hora de irse, que ya había hecho lo suficiente. Así que agarró su cigarrillo y lo encendió, llevando a cabo la acción que dejó a medias minutos atrás. Se dio la vuelta y caminó fuera del puente hasta la carretera. Antes de irse le dio una última mirada al chico. Llevaba una camisa blanca y en la parte de la espalda las letras de "The Beatles" se podían ver.
Comenzó a caminar a paso lento y por primera vez en muchos años sus pensamientos no fueron sobre él mismo y su miseria, sino sobre el muchacho del puente, y deseó que al día siguiente en las noticias no apareciera una información sobre un suicidio.
Su padre una vez le dijo que las personas que acababan con su vida no eran más que un par de cobardes que no eran capaces de sobrellevar sus vidas. Para Taehyung, eso era completamente falso, porque para terminar con tu vida sabiendo que no volverías a ver la luz del día es un acto de valentía.
Introdujo las manos dentro de los bolsillos de su gabardina y fue hasta el pequeño pero acogedor bar que trabajaba las veinticuatro horas del día. La chica de cabello rubio, que casi siempre estaba detrás del mostrador, le dedicó una sonrisa rápida y cortés al verlo entrar. Su gesto era casi un ritual diario, un pequeño punto de contacto humano en la rutina incesante de su jornada.
-¿Lo mismo de siempre?- él asintió y ella se dispuso a buscar la botella de whisky-. Señor Kim, sé que no es de mi incumbencia, pero debería dejar de tomar tanto.
-Es la única manera, Elaine.
-¿De qué?
-De callar mi tormento.
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LA TUMBA DE LAS LUCIÉRNAGAS | KTH&JJK
FanfictionAislado en su pequeño apartamento, fumando y bebiendo para ahogar su tormento, Taehyung se enfrenta a sus propios demonios y a la decepción de no haber cumplido las promesas hechas a sus padres. Su vida cambia una madrugada cuando se encuentra con u...