Capítulo 120 parte G

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Por varios minutos, el actor escuchó con paciencia todas las indicaciones y los planes: debían seguir las funciones por lo menos lo que restaba del año y después se programaría una serie de giras por el país, acordando Terry con todo lo dicho por su director; más, en un descanso, él aprovechó para decirle que suspendería el ensayo por ese día.

Al principio, a Hathaway no le gustó la idea, pero sabía que el chico conocía muy bien su papel; y sólo asegurándose que estuviera más temprano de lo normal para la función, fue que finalmente aceptó.

Al poco rato, Terry salió de aquella oficina para encontrarse con el moreno.

Éste estaba sentado en un asiento de la platea y observaba cuidadosamente hacia las luces aquellas que arriesgaran la vida de su hermano y la de Susana.

En eso, Cisco volvió su mirada hacia el castaño al escuchar sus pasos y que a una indicación, salieron del lugar, subieron nuevamente al auto y manejaron rumbo a Yonkers, ciudad que colinda con Manhattan hacia el norte.

En treinta minutos, ya estaban allá; buscaron un lugar para estacionar el auto.

Hecho así, se dispusieron a ingresar al hipódromo.

Al llegar hasta donde las oficinas, Cisco se anunció con la secretaria y un hombre de buen humor los atendió.

Los tres comenzaron a recorrer las instalaciones: desde las gradas hasta que fueron conducidos a las caballerizas para mostrarles algunos de los caballos pura sangre que preparaban en el lugar.

Pero regresaron al punto inicial: las gradas, porque el hombre aquel les había comentado que se llevaría a cabo una carrera de exhibición; así que, muy amablemente les había indicado uno de los lugares más cercanos a la pista para observarla, preguntando los hermanos a qué se debía tal evento.

El informante les compartió que un hombre de raro acento lo había solicitado; además, de que los caballos eran de su propiedad y había invertido ya buen dinero en carreras anteriores.

Cisco seguía en la conversación con aquel hombre cuando de pronto, Terry gritaba:

— ¡HEY, USTED!

— ¡Demonios!

Fue lo que espetó un pequeño hombre que ya tenía rato en el lugar y estaba acompañado de dos mujeres de extraña vestimenta, por ende, cuando oyó el grito de aquel joven, volteó y lo reconoció de inmediato comenzando a correr y dejando atrás a sus sorprendidas acompañantes.

Por su parte, el encargado del lugar y Cisco se quedaron pasmados de ver con la rapidez con que Terry saltaba las barras del hipódromo y emprendía velozmente la carrera en dirección hacia aquel hombre que ya corría empujando a medio mundo.

Entonces, el moreno al ver a su hermano correr tan deprisa, sólo alcanzó a decir "con permiso" y lo imitó.

El hombrecillo se escabullía muy bien, aventando todo lo que se interponía a su paso y algunas veces arrojándolas hacia Terry que ya casi lo alcanzaba y no cesaba de gritarle que se detuviera, llamando así la atención de todos.

Empero, el castaño estaba ya a escasos centímetros de atraparle, cuando sintió que un par de brazos lo sujetaron fuertemente, recibiendo por el costado derecho: un puñetazo; luego con brutalidad tal, lo arrojaron al suelo, y desde ahí el actor sólo vio al hombre aquel que perseguía, perderse por la salida del establecimiento.

Al enderezar su vista, Terry se topó con dos hombres vestidos de negro que le daban una señal de advertencia y que después... se marcharon como si nada, llegando Cisco exactamente cuando amenazaban a su hermano, y que al hincarse a su lado le preguntaba:

— ¿Estás bien?

Cisco se hincó a lado de su hermano para preguntarle mirando primero de dónde se quejaba el castaño y luego volteando hacia la puerta por donde los hombres aquellos salieron.

— ¡Ya casi lo tenía de no haber sido por esos dos entrometidos!

Terry había respondido con respiración entrecortada; y conforme era enderezado...

— ¿Qué pasó? — preguntó el moreno revisando su cuerpo. — Te lastimaron.

— Creo que sí — el agredido aseveró afirmación. Luego, compartía: — Era el tercer hombre que me...

— ¿Estás seguro? — el moreno pidió confirmación volviendo sus ojos nuevamente hacia la salida.

— Sí, sí...era él — Terry lo aseguró al darse cuenta que ya mucha gente los veía.

El gerente del lugar llegó hasta ellos y con modos prepotentes les pidió se retiraran del local.

El español le hizo una señal al hombre aquel de que se tranquilizara porque ya se iban; pero antes, agradeció al encargado por haberle mostrado el lugar; seguidamente, le pidió a Terry el cual seguía quejándose, se apoyara de él y tratara de hacer ejercicios de inhalación.

Así, llegaron hasta el auto; y Cisco cuidadosamente lo depósito en el asiento y se dispuso a manejar con intención de llevarle a un hospital.

No obstante, el actor gritó que no, que ya bastante tenía con el escándalo del hipódromo para que mañana en los diarios apareciera también en el hospital.

El moreno lo comprendió y recomendó llevarlo a la casa de su mamá, pero igual, Terry tampoco quiso; así que, sin preguntársele más, regresaron a la ciudad y el español condujo hacia el hotel donde estaba Luis, y ya él, lo atendería.

AMOR PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora