—¿otra vez?
preguntó (n), mirando a kazutora moverse de aquí para allá apresuradamente.
ella se encontraba sentada, una mano agarraba la taza de café a la cual de tanto en tanto le daba sorbos, y la otra sostenía su celular.—te he dicho que p-
—que ponga varias alarmas, lo sé, pero terminé cancelando todas y yo seguí durmiendo.
el de mechas rubias terminó la oración que iba a decir. la fémina suspiró y se levantó, dejando ambos objetos sobre la mesa para luego acercarse a su mejor amigo y detenerle el paso.
—tranquilo, ¿no que es una tienda de tu amigo y tuya?, nadie te dirá nada porque llegues unos minutos tarde.
comentó mientras lo ayudaba un poco con su peinado; varias hebras estaban despeinadas, parecía cualquier cosa.
—no conoces a chifuyu, cuando llego tarde es de enojarse feo.
—¿lo es?, ¿o tú exageras?
—lo sabrías si tan sólo lo conocieras.
ella rodó los ojos, alejándose del chico una vez su cabello estuvo completamente ordenado. volvió a tomar asiento, bebiendo de la bebida caliente mientras observaba al contrario guardar varias pertenencias así nomás en la mochila.
—¿nos vemos más tarde?
—sí, suerte.
se despidieron, él salió de la casa casi corriendo y ella continuó disfrutando de su café. tenía treinta minutos más antes de partir a la universidad.
kazutora y (n) se conocían desde hace años, fue ella una de las pocas personas que frecuentó la prisión en donde aquél estuvo cumpliendo condena. y una vez pasaron esos doce años, la fémina le ofreció vivir con ella hasta que quisiera irse.
a su vez, chifuyu, un amigo del otro que no conocía pero parecían ser cercanos, le ofreció trabajar en una tienda de mascotas.mientras que hanemiya trabajaba desde la mañana hasta tarde-noche, ella asistía a la universidad durante las mañanas, realizaba sus tareas pendientes o estudiaba para los exámenes en las tardes y a la noche trabajaba en un bar. tenía una rutina agotadora, pero con el pasar del tiempo se fue acostumbrando, su cuerpo se adaptó y hoy en día no se sentía tan exhausta como al comienzo.
cuando no hubo más café se encargó de lavar la taza, secarla y guardarla en su respectivo lugar.
antes de abandonar la cocina se percató de que dentro del microondas había un tupper; lo abrió, esperanzada de que no fuera lo que creía que era, y se terminó encontrando con aquello que no quería.el almuerzo de kazutora.
¿cómo el impropio podía ser tan descuidado?, podía ignorarlo y que el adverso comprara comida en alguna cafetería y listo, asunto resuelto, pero era ya fin de mes y para esas fechas ambos estaban justos con el dinero. eran precavidos, se aseguraban de no gastar dinero en cosas innecesarias, y comprar comida en una cafetería teniendo el almuerzo preparado, era efectivamente innecesario.
ahora debería desviarse de su camino y dirigirse hacia la tienda de mascotas en la que kazutora trabajaba.
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al menos el camino no fue largo, ni tampoco le haría llegar tarde a sus clases.
lo único que tuvo que hacer fue bajarse del autobús un par de paradas antes, conocía la dirección porque acompañó una sola vez a hanemiya, y luego el lugar quedó grabado en su memoria.para ir al establecimiento donde estudiaba sólo hacía falta caminar apróximadamente unas diez a quince cuadras. agradecía que estuviesen en invierno porque no soportaría caminar debajo del rayo de sol fuerte.