Cap.2: Paralelismo

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Ojalá hubiera sido un chiste cuando el señor Rowntree dijo que Damon se paseaba todos los días por la casa.

Siempre entraba por esa puerta y se encerraba con Nala en su cuarto, a hacer quién sabe qué, o ambos salían por ahí a perderse en su nido de amor, cosa que me molestaba menos.

Mi amigo y yo tuvimos que acostumbrarnos a su presencia, porque obviamente ni ella ni él hicieron caso a los regaños de Dave, por lo que no quedó más que dejarlo por la paz.

Dave pudo ignorarlo a la perfección en un par de días, pero la verdad es que yo no podía estar tranquilo; había algo en él, desde su expresión corporal hasta su actitud que no me agradaba, quizá tenía que ver con lo que lo había escuchado decir sobre mi carrera.

Odiaba que juzgara mis decisiones sin ni siquiera conocerme, por lo que no podía evitar mirarlo con desagrado cuando entraba, salía, o hacia cualquier cosa (eso no era muy maduro de mi parte, pero no podía controlarlo).

Aparte, ya cargaba consigo algunas características destacables (más allá de ser antipático), como por ejemplo su físico; era un chico muy guapo, estaba claro que a donde entrara iba a llamar la atención, por lo que era imposible no mirarlo aunque sea un poco, y era un desperdicio porque no tardabas en recordar que tenía unos pensamientos tan estúpidos, algún defecto tenía que tener.

Aunque... Teníamos algo en común: ambos éramos invasores en esa casa. No obstante, yo era mejor recibido bajo ese techo y aún así, no tenía lo mismo que él en el cerebro como para aprovecharme de mi posición.

Los días avanzaron como lo hicieron siempre: Grace en su cuarto o a veces afuera, Amber desapareciendo con su papá o quedándose a molestar a sus hermanas y Nala recibiendo al rubio. Dave y yo saliendo, llenando nuestras hojas.

La verdad es que cada día me emocionaba un poco más, el ambiente de ese lugar sí era diferente y me traía más sonrisas (supongo que era parte de la oxigenación más limpia).

Me sentía diferente, me di cuenta que yo pertenecía ahí, rodeado de vegetación. El bosque me llamaba y yo lo sabía, porque cada vez que Dave y yo regresábamos dentro, me ponía triste. Sentía una fuerza inhumana que me llamaba para quedarme más tiempo, por más que no pudiera ver bajo la luz de la luna.

Vivir con las ardillas y las criaturas salvajes sonaba bien para mí, pero obviamente no podía hacer eso. Entonces todos los días regresaba con mi amigo a la casa, esperando el próximo con ganas.

Dave tenía razón, me volví loco estando ahí, quería tocar el pasto todo el tiempo.

Un día de esos me vi obligado a salir de noche, tuve que regresar a la naturaleza por más que el trabajo de ese día hubiera terminado; no importaba si no podía ver, si una serpiente venenosa me mordía el tobillo o si un perro salvaje se me aparecía, no preferiría morir de otra forma, tenía que disfrutar la estadía por más que estuviéramos ahí por trabajo.

Dave no se opuso, sabía que ese comportamiento mío era sólo de esperar y me dejó ir solo. Entonces ese día cualquiera salí para conectarme más con el ambiente que tanto me atraía y sentí como si estuviera complaciendo a la madre naturaleza y a mí.

No caminé lejos ya que mi parte cuerda me decía que morir perdido en el bosque no era lo que quería para mí, entonces mis instintos de supervivencia me dominaron.

No hice la gran cosa; después de caminar me senté a escuchar el silencio, las hojas moverse, los insectos y cualquier cosa que caminara por los árboles. Era bueno.

Me sumergí en ese peculiar silencio que me calentaba el corazón y deleitaba mis interiores, tanto que, cuando empezó a llover no me moví. Mucha gente correría por refugio, pero conmigo fue todo lo contrario, estaba tan desconectado, que no recuerdo haber sentido la brutal lluvia caer sobre mí, ni cuando mis anteojos se llenaron de gotas.

Apple Pie. [Gramon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora